Linda
Le conté absolutamente todo a Bea. Ella mantiene la misma expresión facial durante todo mi relato. Solo demuestra asombro y preocupación. Me he largado a llorar desde que puse un pie en su casa y agradezco que sus padres hayan salido por el fin de semana, sino no podría haberme sentido tan libre. Me preocupaba que me juzgara o que se enfadara por haber llegado tan lejos con el, cuando todos me lo advirtieron, sin embargo, solo me abraza e intenta hacerme sentir mejor pese a que falla inútilmente. Estoy sentada en el piso sobre la suave alfombra roja que tiene en la sala de estar. Es una casa grande y muy bonita, y he venido solo en dos oportunidades, me encantaría enfocarme mas en los detalles de la casa y no en el corazón hecho mierda que Edward se encargo de destruir.
—No tienes idea de cuanto lo siento Lin—susurra y puedo sentir la conmocion en su voz. Agradezco que no diga nada sobre Edward y se limite a contenerme. No me gustaría que comenzara hablar mal de el, no es por defenderlo, pero aquello solo me haría sentir mas miserable.
—Me siento tan tonta y ¿Sabes que es lo peor?—pregunto mirando a mi amiga que niega sin decir nada—Lo que mas me duele ni siquiera es el hecho de que se haya acercado a mi porque tenia que hacerlo o que se yo sus verdaderas razones, sino es el maldito hecho de que después de haberme besado se haya ido a revolcar con ella—solte una risa sin gracia y negué mirando mis manos entrelazadas en mi regazo—Esa noche me dormi feliz. Estaba contenta porque mi primer beso me lo haya dado él…y él, él solo se fue con esa…
—Zorra—dice Bea por mi y rio por primera vez de verdad.
—Con esa zorra—concuerdo finalmente. Mi amiga me sonríe con pena y acaricia mi brazo en contención.
—¿Te gustaría quedarte a dormir?—la miro y asiento enseguida como si me hubiera salvado—Te prestaré un pijama, podemos ver alguna película…y tengo helado—dice esto ultimo feliz y me obligo a reir. Empiezo a sentirme un poco mejor.
—Le avisare a mi madre.
Bea me presta un pijama abrigado de unos ositos que raramente me hacen sentir mas acogida y como si estuviera en casa. Nos ponemos a ver una película, sin embargo, cuando estamos en la mitad mi celular comienza a vibrar y el nombre Todd se reflaja en la pantalla. Bea me mira y le enseño el celular y contesto.
—¿Todd?—pregunto algo confusa.
—¡Linda! ¿Como estas?—suena algo alterado. Pongo el altavoz y dejo el celular en mi regazo mientras abrazo un cojin.
—Yo…eh…si, bien—miento y me encojo de hombros cuando Bea me mira. ¿Que le diría a Todd?
—Linda, se que no es asi…estas con Bea, ¿cierto?—frunzo el ceño y tomo el celular para oírlo mejor. Mantengo silencio y el prosigue—Edward vino a buscarme, estaba como loco—el celular cae nuevamente de mis manos y comienzo a ponerme nerviosa. Bea toma el celular por mi y saca el altavoz para hablar ella con Todd. Me aferro al cojin cuando oigo las siguientes palabras de mi amiga:
—No le dijiste donde esta, ¿cierto?—me ahogo solo con pensarlo. Se que Todd no le daría ni la hora a Edward, pero aun asi me da miedo que el sepa donde estoy. Bea habla algo mas con su primo y luego cuelga. Cuando alzo la vista me encuentro llorando nuevamente.
—Todd viene para aca—asiento pese a que no me gustaría que Todd me vea asi, pero supongo que prefiero tenerlo a el aca en caso de que Edward viniera.
Bea volvió a reproducir la película, pero ni siquiera la estoy viendo. Los nervios y el miedo de ver a Edward me comen viva. Una parte de mi quiere que venga, pero la otra, esa parte racional que todos tenemos, me repite una y otra vez que no. Que lo mejor es alejarlo, tenerlo al margen y no volver a caer, no volver a relacionarme con el. Y se que eso debo hacer, se que eso es lo que hare, porque algo que agradezco tener es mi orgullo. Me quiero lo suficiente para no volver a caer por este precipicio, para no subirme a ese barco nuevamente que estoy segura que continuamene chocará con ese iceberg que es Edward. ¡No!. Me digo mentalmnete. ¡No!. Le digo a esa parte de mi que aun quiere que el me consuele, a pesar de ser él mismo quien acabó conmigo.
De la nada, el ruido de un auto frenando me saca de mis pensamientos. Me sobresalto y algo me dice que es el. Y no es hasta que un fuerte golpe en la puerta hace que me pongo de pie de un respingo. Bea me imita y nos miramos asustadas. Los golpes no cesan y oigo su voz llamándome. Siento que es capaz de tirar la puerta abajo y retrocedo un paso. Bea se acerca a la puerta y manoteo su brazo para decirle que no habra.
—Si no lo hago, no va a parar—susurra. Se que tiene razón y la suelto. Sin embargo, no puedo dejarla sola y la sigo a paso lento. Bea abre la puerta, sale y la cierra enseguida detrás suyo en cuanto Edward amenazo con entrar.
—¿Que haces tu aquí?—oigo que le dice mi amiga. Ni siquiera me animo a mirar por la ventana.
—¿¡Donde esta Linda!? ¡LINDA!—grita y tapo mis oídos para no oirlo. Pero es imposible.
—Ella no quiere verte—me sorprende de la firmeza y rudeza de mi amiga, y quiero abrazarla por eso—Vete Edward.
.—No sin verla primero—espeta y me imagino su cara de loco—¡LINDA! Sé que estas escuchando, no me ire hasta que salgas. ¡Lo juro!