Edward
El silencio reina en la habitación. Aún me cuesta creer lo que ha pasado. Me molesta está situación de mierda. Miro a Scott y siento el mayor resentimiento hacia el y hacia ella por lo que le hicieron. También me odio a mí y a Sandy. Todos los sabíamos. El rostro golpeado de Will solo empeora por como intenta componer su postura para no derrumbarse.
¿De que les sirven lamentarse ahora?
—Sabia que esto iba a pasar. ¡Yo lo sabía joder!—digo mientras avanzo por la habitación y llevo mis manos a mi cabello. Ahora, extraño tenerlo largo.
—Edward...
—¡No! Edward y una mierda... Se acabó—les digo al par de mentirosos frente mío. Miro a Sandy que llora en silencio y mira sus manos. —Iré a buscarla, vamos Sandy. Te llevaré a casa—ella asiente enseguida y sale de la habitación.
—Voy contigo—me dice Alice. Pero le lanzo una mirada severa. —Edward, por favor—dice entre lágrimas.
Ella me mira suplicandome que acepte su compañía. Will me pide ayuda con la mirada, y si yo no fuera tan culpable como ellos, no la dejaría acercarse ni a dos putos metros. No le digo nada, solo suelto un bufido fastidiado y me voy. Oigo sus pasos detrás mío mientras Sandy camina a pasos rápidos a mi lado. Trato de pasar lo más rápido que puedo por el corredor para no toparme con nadie y salgo al exterior. Busco con la mirada mi auto y ahí me doy cuenta que el espacio a mi lado está vacío y es porque falta el auto de Alice. Linda se lo ha llevado.
—Se la llevó—dice Alice y pasa sus manos por su cabello tal y como lo hace ella. —Edward, llévame a casa ella...
—No—digo—Linda no es tonta, ella no irá a su casa porque sabe que ahí la buscarían. —digo y oigo como ella suelta un sollozo. —Yo me encargo. Creo que ustedes ya hicieron suficiente.
Le hago una seña a Sandy con la cabeza y ambos entramos en mi auto. No me conmociona dejar a Alice allí parada. En este momento, la odio. Odio a todo aquel que le haga daño y yo me incluyo. Detesto verla así, y en el tiempo que la conozco la he visto más veces llorar por sus padres que por cualquier otra cosa. Aprovecho a dejar a Sandy en casa y luego me voy. No sé dónde mierda buscarla. Sé que ella no irá con Bea ni con Ethan. Tampoco ira con el idiota de Miller. Dudo mucho que vaya dónde Bock, ella sabe que yo sé dónde buscarla, aunque ahora no tengo ni la menor idea.
Estaciono en una calle y miro a mi alrededor sin saber que hacer. A pesar de que la he llamado mil veces, ella no contesta y al final, su teléfono me larga al buzón. Necesito saber que está bien, entonces ahí recuerdo. Al único lugar al que Linda va cuando quiere huir, es donde su padre. Ahí fue la última vez cuando me abandonó. Ahí tiene que estar. Arranco nuevamente y me preparo para tres jodidas horas de viaje, aunque a mí ritmo, puede que llegue en una hora y media.
El cielo está estrellado y suspiro con alivio cuando reconozco la camioneta estacionada afuera. Sé que juré nunca más pisar está casa, nunca más volver a ver a Karin, pero a decir verdad, por Linda me trago mi maldito orgullo solo para asegurarme que ella está bien. Me bajo rápido de mi auto y corro como la última vez que vine aquí, solo que esta vez, sin intención de llevarme un chascarro. Golpeo con insistencia a la puerta, y espero sin paciencia. Quiero verla, solo...quiero verla y asegurarme que está bien y si ella lo desea, me iré y no la molestaré más. Vuelvo a cerrar mi puño y lo choco contra la puerta varias veces hasta que ésta se abre. Retrocedo un paso cuando una mocosa en pijama me abre. Sus ojos cafés se abren como plato y esboza una amplia sonrisa mostrando sus dientes diminutos.
—¡Sabia que vendrías por Linda!—dice antes de salir corriendo gritando que yo estaba acá.
Maldigo en voz baja cuando veo a Karin aparecer con paso apresurado y se acerca a mi con una sonrisa. No tengo escapatoria, así que no hago más que entrar y sentirme como un pez fuera del agua. Veo a la mocosa aparecer nuevamente con el padre de Linda de la mano.
—Edward...Molly dijo que vendrias—dice Karin. La mocosa me sonríe y miro en cada rincón en busca de Linda.
—Que bueno verte—me dice Mark y asiento sin saber que hacer. El hombre me sacó de la cárcel, debería mostrar un poco más gratitud, pero con Karin y está mocosa que no deja de mirarme, no puedo. —Linda está descansando...no sabía que sufría crisis de pánico.
Frunzo el ceño en cuanto dice aquello. Yo tampoco sabía que ella sufría de eso y me siento como un completo idiota por no saberlo. ¿Desde cuándo? ¿Por qué? Guardo mis manos en mis bolsillo y Mark me hace una seña para que me acerque a la mesa donde puedo reconocer algunas tazas de té encima y algunas galletas. Siento algo extraño dentro mío cuando me doy cuenta que son galletas horneadas por Karin, algo tan familiar como doloroso me atraviesa el pecho y desvío mis ojos enseguida de esa mierda. No pienso sentarme allí.