Capitulo 62. Mi destino.
JANE CASTLELAND.
Mi hermana y yo llegamos al templo de Pacto Sagrado, regresar a éste lugar después de haber sufrido toda mi vida dentro de él me causaba repulsión y asco, y sé que para Julie es mucho peor el sentimiento, pero no podíamos acorbardarnos, no ahora. Toda la familia de Jade se encontraba allí, nosotras presenciamos todo en primera fila.
Estábamos limpiando el desastre que habían causado los dos alfas en el comedor de la mansión cuando de repente muchos hombres con túnicas negras y símbolos de la tribu irrumpieron en la casa, todos trataron de luchar, pero ninguno pudo con la magia negra que ellos practican. Pronto nos sometieron a todos y nos llevaron al templo donde amordazaron a todos y a los licántropos los encadenaron con cadenas de plata para debilitarlos.
A Julie y a mi nos separaron de ellos y nos llevaron al bosque, horas después nos dimos cuenta de que nos necesitaban allí para cederle el poder a Jade para que así Nastia lo obtuviera directamente de ella. El miedo palpitaba en las tres pero yo siempre supe que mi hermana mayor era la más fuerte de las tres y que sabría qué hacer para acabar con todo lo que atormentaba al pueblo.
Nuestra única esperanza era que el alfa Dominic apareciera, pero sabíamos que él no iba a volver.
Ahora que ya todo estaba hecho, lo único que nos quedaba era hacerle frente a todo, incluso a nuestros peores miedos.
— Jane.
Julie susurra mi nombre con evidente miedo en la voz.
Tomo su mano entrelazándola con la mía y le sonrío intentando darle ánimos. Ambas nos adentramos al castillo negro en el que estuvimos prisioneras durante casi dieciséis años. Casi de inmediato somos rodeadas por las mismas personas que nos trajeron aquí, son al menos diez personas, y es entonces cuando damos rienda suelta a nuestra primera lucha. Ni siquiera tenemos idea del por qué sabemos pelear, pero algo me dice que el ser hijas de un alfa y una diosa tiene algo que ver. Lucho y golpeo como una furiosa loba, ellos intentan lastimarnos con su magia oscura pero somos buenas esquivando sus conjuros. Lanzo una patada que logra noquear a uno de los brujos y aprovecho eso para buscar algo más con que defenderme, en una esquina logro visualizar una lanza antigua de hierro y corro hacia ella esquivando a varios hombres.
Cuando llego a ella la tomo sin pensarlo dos veces y regreso a la acción, mi hermana se encuentra luchando y golpeando a los hombres con largas cadenas que no sé de dónde ha sacado.
Los brujos van cayendo uno a uno hasta que solo quedan dos de ellos, estoy a punto de cantar victoria cuando de pronto un destello de energía oscura impacta contra mi cuerpo y me lanza hacia atrás ocasionando que me estrelle contra uno de los ventanales del templo, grito cuando siento como un pedazo grande de cristal me atraviesa el abdomen.
Mis gritos distraen a Julie y ella termina siendo sometida por el brujo con el que luchaba.
Gruño de furia en mi interior porque lo he estropeado todo de nuevo, mi debilidad siempre termina arruinando las cosas.
— Et mortuus es.
Mi respiración se acelera cuando él toma la lanza de hierro con la que yo estaba luchando y la alza para enterrarla en mi corazón.
Mis ojos se cierran esperando mi fin, el grito desgarrador de Julie hace eco en mi cabeza.
Pero nada pasa.
Abro mis ojos rápidamente al escuchar al brujo soltar un grito de dolor, la sorpresa me invade al ver que un lobo gris con blanco se encuentra sobre él enterrando sus dientes filosos sobre su cuello matándolo al instante. El otro brujo suelta bruscamente a mi hermana e intenta luchar con él pero termina con las garras del lobo enterradas en su pecho. Me siento sobre el suelo con dificultad y con mis manos temblando saco el enorme pedazo de cristal de mi estomago, grito de dolor nuevamente.
— Es él.—murmura Julie mirando al lobo con miedo—. ¡Es el chico que nos secuestró!
El lobo mira amenazante a mi hermana.
— ¡No, por favor!.—llamo la atención del lobo. Él me mira al escuchar mi voz y comienza a acercarse.
Julie toma una roca del suelo con la intención de lanzársela pero la detengo.
— ¡No Julie, ve a liberar a los demás!
— ¿Estás loca? ¡estás herida! No voy a dejarte a solas con ese maniático.—exclama mirando con furia al lobo que ya se encuentra frente a mi, a muy corta distancia.
— No va a hacerme nada, ¡ve ahora!
Ella me mira indecisa, pero le lanzo una mirada significativa que ella logra descifrar y asiente lentamente para después echarse a correr hacia el interior de la iglesia nuevamente. Dirijo mi mirada hacia el lobo.
— Gracias por ayudarnos.—susurro mirando sus ojos azules—. Pero lo que has hecho ha estado muy mal, ahora ya no serás bienvenido en Darkwood.
Hago una mueca de tristeza, el lobo suelta una especie de bufido y mira mi herida sangrante, acerca su osico hacia mi y lame mi mano, aprovechando su cercanía acaricio su suave pelaje y noto que se encuentra muy herido.
— Lamento mucho lo de tu madre. Pero la mía no la mató, sabes que hay algo más que tu abuela nunca te contó, ella no es buena Frey, no debiste confiar en ella.
Él gruñe alejándose, mi corazón se estruja porque sé que no podré convencerlo de su error. He tratado de hacerlo desde que pude entrar en sus sueños por primera vez, pero él nunca lo aceptó, por más que me quiera, él no va a aceptar que su familia lo manipuló todo el tiempo. Él se ha dejado llevar por el odio que le han inculcado y me temo que dentro de poco ya no tendrá salvación.
— Debes sanar tu corazón.—me acerco a él soltando un quejido por el ardor de la herida—. No dejes que la oscuridad acabe con tu humanidad Frey, sé que tú no eres malo.
Él suelta un leve lamento, lame mi mejilla rápidamente antes de alejarse y salir corriendo hacia el bosque donde se pierde entre la vegetación.