«A veces hace falta oscuridad para ver mejor las cosas»
—El tribunal de las almas.
3 meses antes.
New Jersey, Estados Unidos.
¡Vaya! Eso sí que es una sorpresa.
Lo único bueno de que sea viernes que es solo tengo clases hasta medio día, así puedo disfrutar del resto de mi día sin preocupaciones. Sin tener que soportar más a mis compañeros de clase que no saben hacer nada más que molestarme por ser la "antisocial" de todo el colegio. Tal vez es que ellos aun no terminan de entender que me gusta mi soledad, que es algo a lo que ellos claramente jamás estarán acostumbrados ya que todo el rato se la pasan parloteando y gritándose palabrotas como sí ese fuera su método de comunicación.
Esté es mi primer año casi por completo que la paso en la misma escuela, y para mí persona comienza a hacer algo bastante extraño; regularmente solo duro seis meses o menos de seis meses una semana a lo mucho, tres días y, de nuevo tengo que cambiar de colegio por el trabajo de mis padres, pero por lo menos al fin podré cumplir un año en el mismo colegio y en el mismo estado y en la misma ciudad. Al salir no tuve que pensar tanto a que pasaran a recogerme, comencé a escuchar los suspiros y los murmullos de las chicas a mí alrededor y eso me ha dicho todo lo que necesito saber sobre porque lo hacen.
No lo niego a mí a veces también me deja pensando y viajando por marte y cuando miro sus fotografías de más joven casi me voy para atrás, es que es una obra de arte. Está hecho para chulearlo.
Levante mi vista de mis pies y sí, ahí se encontrada mi padre recargado sobre su vehículo con los brazos cruzados sobre su pecho y con sus típicos lentes de sol, su camisa ajustada —bastante ajustada—, pero a diferencia de otros detectives que conozco él definitivamente es diferente al resto, mi padre siempre tiene ese aire a vaquero y uno bastante sexy que aun a sus tantos años sigue robándole suspiros a las adolescentes de mi edad y a señoras y, jovencitas de más de veinte años y menos de cien.
Es bastante gracioso ser hija de él.
Ese vaquero tiene dueña, y vaya que tiene un nombre y un apellido bien tatuado hasta lo más profundo de su corazón y sí lleva por nombre y apellido: «Peyton Jonhson». Seguí caminando hasta quedar frente a él. 1.90 m de altura no le hacen justicia a mis 1.60 m de altura. Mi padre es muy alto y yo muy bajita pero aun así lo quiero, aunque a veces me utilice como su bastón.
Le regale una de mis mejores sonrisas antes de saludarlo.
No sabía que me había estado aguantando la respiración desde la entrada hasta bajar las escaleras y quedar frente a él.
—¡Qué hay de nuevo, vaquero! —¿raro saludo? No, la verdad ese de lo más normal entre nosotros dos.
—¿Qué tal la escuela, mi pequeño monito? —y ahí tenemos el apodo cariñoso de mi padre. El tan famoso gesto de cariño que siempre me hace torcer los ojos y hacerle una muy mala cara. Mi abuelo dice que si la sigo haciendo la cara se me hará fea y no habrá nadie en el mundo que se enamore de mí y solo me tendrá para él solito. Creo que todos los hombres de mi familia solo me quieren para ellos. Que bola de envidiosos son.
¡Vaya! Eso sí que es una sorpresa.
La verdad, no.
¡Shhh! Tú no te metas.
Vale, vale, pero yo solo decía.
Hablar con mi conciencia es algo bastante... escalofriante.
—Bien —le respondí.
—Que bueno.
—Y... ¿qué hay de nuevo en el trabajo? —pregunte curiosa.
Mi padre se encogió de hombros como si quiera restarle importancia. Aunque verdaderamente creo que debería de darle mucha más importancia de la que le resta. Su trabajo es bueno, bastante bueno y creo que en mi opinión merece más reconocimiento el mantener la ciudad bajo control y sus alrededores.
—No lo sé, ¿pero lo quieres averiguar de todos modos? —en marco una de sus perfectas cejas bajándose unos centímetros sus lentes de sol para que pudiera observar mejor su gesto.
—¡Hasta la pregunta ofende, detective Jensen! —me burle. Jensen, ese es el nombre de pila de mi padre ¿bonito, cierto? Ya. Bueno él es uno de los mejores detectives que conozco del FBI, y el amor de mi vida también —claro que solo cuando no me trata como la niña pequeña que solía ser antes y me dejaba sentada por horas mientras él trabajada y lo único que yo quería hacer era estar detrás de él—. Me hizo una seña para que me montase en el otro lado del vehículo y sin más preámbulos le hice caso, rodee la camioneta por enfrente, abrí la puerta y me monte en el asiento del copiloto. Él no tardo nada en imitarme y minutos después de haberme puesto el cinturón de seguridad encendió el motor y se volvió a incorporar al tráfico del viernes de la gran ciudad, (el mismo de todos los días en realidad).
Mientras nos quedamos parados en medio del tráfico de medio día, regrese mi vista hasta el rostro de mi padre que ya me observa con bastante curiosidad diría yo, o mejor dicho que está en la espera de la lluvia de todas y cada una de mis preguntas que a veces no tiene respuesta concreta pero que intentan dármela al final de cuentas con los términos menos complicados posibles. Siempre suelo ser bastante quisquillosa y hacer un montón de preguntas así a la ligera cuando suelo ser pesada, pero en realidad suelo ser bastante pesada y más cuando entro en el mod de detective; la media sonrisa de satisfacción de mi padre me dice: "que curiosas saliste Peyton", sí, eso siempre me lo dicen todas las personas que tienen que soportarme, ya, pero pareciera que soy una pequeña detective sin licencia y ningún registró para ser la mejor porque siempre me la paso haciendo preguntas por todo como si fuera una de ellos.
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Editado: 04.04.2023