Hola buenas noches a todas antes que nada quería agradecerles por su infinita paciencia fué mi cumpleaños y mi familia tuvo la idea de hacerme una reunión y no pude actualizar el maratón que tenía planeado y apenas se fue la gente de casa me vine a escribir para al menos no dejarles colgados.
El amanecer estaba próximo sabía que debía irse, pero la verdad era que no quería hacerlo, quería seguir allí y mirarle dormir plácidamente, se veía tan pacífica he irradiaba inocencia y a la vez dulzura algo definitivamente a lo que no estaba acostumbrado. Con la punta de sus dedos acariciaba su piel tersa como el delicado pétalo de una rosa, para él aún era difícil de creer que esa niña gitana en pocas horas se convertiría en su esposa, además de la nueva princesa de este reino y en un futuro no muy lejano, en su reina y madre de sus hijos, claro si es que estos vinieran en un futuro. Besó su frente con delicadeza tratando de no despertarla y en el proceso pudo oler la fragancia de su cabello azabache, detectando el aroma de jazmín y lavanda.
—¿Qué hace alteza?
—preguntaba confundida y adormilada.
—Admirando a una princesa ¿Algún problema? —preguntaba Damián haciéndose el tonto.
—Aún no soy princesa, chico listo para eso aún falta. —Decía levantándome un poco, para besar la mejilla del principe.
—Para mi tú ya eres, mi princesa algo belicosa, pero princesa a fin de cuentas. —Dijo para picarla un poco, amaba cuando hacía esas mohinas de niña pequeña, que en lugar de hacerla ver enojada e intimidante, la hacía ver más mona y tierna de lo que ya de por sí era. Se quedó sentada en la cama dándole la espalda aún se veían las cicatrices que le había hecho aquel maldito de Eriol a punta de azotes; por los dioses que una sola vida no le alcanzará a ese bastardo para pagar todas las lágrimas que ha derramado Melodía, todo el daño que ese infeliz le causó y todas las bajezas se las cobraría una, a una y, ojalá y pueda ser de una manera retorcida y dolorosa, como le gusta a él.
—No mires mi espalda Damián aún están esas cicatrices, por los azotes en mi espalda. -me trataba de cubrir con mi cabello,ñ.
Verla tratando de cubrirse las marcas de azotes en su pequeña espalda, le molestaba mucho no haber podido salvarla antes —Mel.
—¿Qué? —respondí.
—Ven aquí cervatilla. —Ordenaba el pelirrojo sin quitar la vista de la chica.
—No quiero y no me digas cervatilla, de seguro lo haces porque al igual que las motitas de los cervatillos, mi espalda está toda marcada. —Intentaba cubrirme con las mantas y levantarme de la cama, aunque la tarea no era del todo fácil y al contrario me enredaba más.
Tiró de las mantas haciendo caer a Melodía de nuevo en la cama; esa niña lo escucharía quiera o no, ya su inseguridad le estaba cabreando un poco, ella no era así, pero decidió ser un caballero y no el patán, grosero, que ella decía que era a veces como la chiquilla dió pelea, se posicionó encima de ella tomó sus muñecas para inmobilizarla.
—¡Quítate! —pedí arrastrando las palabras.
—Quitame tú si puedes. —Reía con suficiencia, obviamente ella no podría con él, así que quitarle de encima no se podía, o eso era lo que él creía, la muy tramposa comenzó a moverse debajo del muchacho y al sentir como reaccionaba a los movimientos; por intentar liberarse se hicieron sugestivos, movía sus caderas rozando cierta parte del cuerpo que reaccionaba a esos estímulos. «Astuta era, no lo negaria pero ambos podemos jugar el mismo juego», correspondió a los movimientos de la misma manera y ahora era ella, quien estaba ruborizada y con una respiración agitada.
—¿Q-qué haces? —cuestioné nerviosa por su cercanía.
Se acercó a su oído mordiendo el lóbulo de su oreja, soltó sus muñecas, ella al parecer se le olvidó que quería quitarlo de encima, porque no luchó más por liberarse, quitó de un tirón las mantas que los cubría. La acomodó a y volvió a entrar en ella volviendo a repetir lo de anoche.
—¡E-eres un tramposo!
Su gitanilla entre gemidos le acusaba de tramposo, sujetándose a él con más fuerza —aprendí de la mejor mi lady, —Ambos seguimos, hasta ya no poder, estallando mutuamente en infinitas sensaciones, ocasionadas por aquella entrega luego de haber terminado, llenó a la joven de besos por doquier haciéndola reír por las cosquillas en las partes más sencibles de su cuerpo—, te digo cervatílla, porque eres tan tierna como un cervatillo, te gusta andar correteando como ellos y además eres bien enana como un cervatillo, recuerda así te dije desde que te ví corretear aquella vez que ibas a comprar una pieza de pan en Aldremir.
Melodía descansaba su cabeza en el pecho del muchacho, acababa de descubrir lo mucho que le gustaba que hiciera eso.
—Si, lo siento tienes razón. —Me disculpaba apenas en un hilo de voz.
—Tus cicatrices sanarán, pequeña y si no se borran no importa, para mí son el símbolo de tu valentía, a pesar de todo Eriol no logró doblegarte.
—¿Eso crees de verdad?
—Si. —Dijo besando la coronilla de su cabeza pelinegra. Ambos habían caído nuevamente dormidos, los rayos de sol comenzaron a colarse por la ventana, estos se encargaron de fastidiarle el sueño, se levantó lentamente y en silencio para no despertarla.
Ya fuera de la cama, se dedicó a buscar su ropa para poder irse. Se vistió rápidamente en cualquier momento podría llegar Ariadna y sus damas de cuna por Melodía y él tenía cosas que hacer, besó la frente de su belicosa para luego salir por la ventana. Cual bandido.
..........
Dormía muy a gusto, hasta que me despertó el toque repetitivo de la puerta, me levanté apresurada de la cama cayendo al suelo de bruces por mi falta de coordinación, me levanté y tomé un camisón pues no había notado mi desnudes, aunque lo peor fue ver el lindo vestido que use ayer hecho harapos —mierda debo esconder esa cosa ¿Pero dónde? —los toques en la puerta seguían y eso me ponía de nervios—. ¡¿Ay por los dioses dónde te escondo?! —caminaba de un lado a otro, desesperada por esconder el vestido de la señorita Ariadna.
#774 en Fantasía
#3368 en Novela romántica
fantasia drama y amor, fantasia amistad romance odio, princesa reinos
Editado: 22.01.2024