En la mansión Rutden el recibimiento fue muy emotivo, había músicos y al ritmo del vals el príncipe y yo tuvimos nuestro primer baile como esposos —queria hacerte una
pregunta. —La curiosidad como siempre me ganaba y está ocasión tampoco podría controlar mis impulsos impertinentes.
—Pregunta lo que desees.
—Respondió Damián girando a la muchacha, sobre sus talones haciendo que su vestido girase con gracia.
—¿Te imaginaste que terminaríamos así? —para mi era imperativo saber aquello aunque la respuesta fuera obvia, yo quería oírlo de sus labios.
Él alzó sus cejas confundido, no entendiendo del todo a su esposa.
Entendí la confusión en la mirada aguamarina de mi ahora esposo y replante mi pregunta —es decir, me refiero si imaginaste terminar así conmigo...
—Mel, ni en mi más loco sueño estaba en mis planes casarme —dijo en tono calmo—, de hecho quería darle largas a mi padre hasta que mi hermana pudiera tomar el trono.
—¿Y la princesa de Altamyr?
—Esa nunca fue opción para mí, era mi deber como futuro rey belicosa, quizás si me habría casado por la alianza entre los reinos, pero cierta gitana altanera llegó a mi vida y la volvió un jodido quilombo, aún así esa belicosa se metió muy dentro de mi y un día ya no salió más. —Con Melodia sabía que todo era diferente ya no volvería a ser el de antes.
—Que poético. —Dije de manera sarcástica. Mi atención se centró en la mujer caminando a prisa por los corredores, hacía los jardines—, ya vuelvo. —Me solté de Damián y fuí tras Arella, era ahora o nunca ya estaba cansada de que esa mujer me evitara.
—Melodia. —Dijo él principe yendo trás la fugitiva pelinegra.
—¡Detengase Arella! —corri más rápido y allí logré tomarla de la mamo—. ¿Por qué huye de mi?
—pregunté algo molesta y jadeando por correr con semejante vestido.
—Yo no he huido de usted ni de nadie, además para que me busca, soy solo una criada de la familia Ethelwulf. —Refutaba Arella intentando safarse de la insistente joven.
—¡Basta! —grité cansada de sus excusas—. Arella dígame ¿Qué sabe de Azrrahen y la ocarina del renacimiento?
—No se de qué me hablas...
—Miente y lo sabe, usted me dijo ser de Azrrahen, también reconoció mi ocarina.
—Si, bueno nací en Azrrahen, pero no sé nada más menos de ninguna ocarina.
Así no llegaríamos a ningún lado, no tenía más opción que ser lo más frontal posible —usted ¿Qué sabe del clan de Howl. —Estaba cansada quería que ella hablara y por los dioses que no le soltaría hasta que hablará.
—Se lo que todos los azrrahences sabemos que el clan de Howl, fue fundador de la nación y era parte de la familia real de Azrrahen...
—digame lo que sabe por favor, para mí es importante, se que tengo algo que ver con esa nación y solo la tengo a usted Arella.
—No sé nada. —No tuve opción, solté la muñeca de esa mujer y está siguió su camino.
Entre lágrimas, solo se me ocurrió cantar la nana para dormir de mi madre entre lágrimas de frustración.
— Aunque te sientas sola y el cielo se quede oscuro y sin estrellas, mírame jamás te voy a soltar.
Arella se detuvo, al oír aquella cancioncita, que hace tanto no escuchaba. —Mi amor por ti es tan, basto como las estrellas y ni la oscuridad más negra lo podrá opacar —¿Quién eres? —preguntó Arella entre lágrimas removida por los recuerdos de aquella olvidada cancioncita de cuna.
—Eso quisiera yo saber también —susurraba derramando unas lágrimas—, solo se que soy un hada, con dos virtudes, luz y sombras y se que usted sabe cosas.
Las lágrimas salían desbordadas de Arella, aquella nana de cuna era algo secreto entre las mujeres del clan de Howl, era la canción favorita de Rosella para dormir. Pero Melodía aún no estaba lista —solo puedo decirte, que cuides tu ocarina, las pistas están en Azair entre las doradas espigas de Miraz ocultas en su conocimiento.
—¿Pero ya no tengo mi ocarina?
—Debes recuperarla —no estaba segura en revelar aquello pero esa ocarina no debía caer en manos equivocadas—, con un hechizo de vacío es posible, debo irme. —Sin más esa mujer desapareció en los largos y confusos corredores de la mansión.
La miraba alejarse quería más respuestas pero ya era un hecho que Arella no iba a hablar, estaba cansada, esa mujer me dejó más dudas que respuestas, me senté en un banco de mármol frente a la fuente, la única luna de esa noche me reflejaba perfectamente en la fuente frente a mí.
—Melodia.
—No dijo nada otra vez. —Susurré decaída.
—¿Aún crees que esa mujer pueda ayudarte? —inquirió Damián tomando asiento junto a su esposa—, puedo ordenar al duque que lleve a su sierva, ella no podrá resistirse es una ord n directa... —No dijo nada más el semblante decaído de Melodia permanecía.
—Ella no hablara Damián y no, no quiero presionar más a Arella si no dice nada sus motivos tendría el reino de Azrrahen pasó por mucho y esa mujer sufrió lo veo en sus ojos.
Tomó a la pelinegra de la cintura acercándola a su cuerpo, la calidez de su princesa le llenaba de tanta tranquilidad y bienestar que soltarla no era de su agrado —pues haré lo que quieras si deseas saber más sobre el destruido reino de Azrrahen en el l palacio encontrarás mucha información de ese lugar —besó la coronilla de su cabeza pelinegra ella alzó la mirada para tomar sus labios en un pequeño beso fugaz que él gustoso correspondió—, mañana nos espera un largo viaje princesa es hora de descansar.
—Si, tienes razón —ambos nos pusimos de pie para ir a nuestra alcoba está sería nuestra primera noche durmiendo juntos como marido y mujer, solo esperaba que al llegar a Aldremir Damián no tuviera problemas por unirse a mi una gitana las personas menos gratas para el rey Daríus y por otra parte estaban los confusos acertijos de Arella y eso del hechizo de la magia prohibida...
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Editado: 22.01.2024