Estaban próximas a llegar lo lejos se podía apreciar el hermoso campo de girasoles, característico de la ciudad de Aldremir, bañados por la luz del sol se veían más preciosos de lo que ya eran, parecía un mar dorado.
—Son preciosos no lo crees Aurora querida. —Decía la emperatriz admirando el paisaje.
Las palabras de la emperatriz Nubia sacaron del mar de pensamientos, por el cual navegaba la dama de dorada y lacia cabellera —si majestad todo un espectáculo a la vista —respondió la acompañante forzando una sonrisa, que más bien parecía una mueca—, su majestad debe estar feliz por ver a la princesa Alya.
Nubia se percató del intento de cambio de tema, de su consejera y dama de compañía —si Aurora amiga mía estoy feliz de venir al reino de Alkarya, por mi pequeña Alya y por la firma de alianza, a pesar del cambio de planes tanto el rey, como el principe, mantuvieron su palabra en este momento que mi reino tanto lo necesita.
—Tiene razón majestad.
La monarca tomó la mano de su amiga, con un leve apretón y una sonrisa, la mujer de mirada celeste alzó su rostro, para decir algo pero la emperatriz se le adelantó.
—Lamento haberte hecho venir aquí Aurora, se que no tienes lindos recuerdos de Alkarya...
—No... Nubia el pasado aquí quedó, mi deber era acompañarte. —Dijo la rubia tratando de sonar genuina ante la emperatriz.
—Algún día esas cicatrices sanarán y volverás a sonreír, amiga ten fé en los dioses.
El carruaje donde viajaba la monarca y su dama de compañía estaba frente a las murallas de la ciudad de Aldremir, capital del reino de Alkarya los guardias le permitieron la entrada sin mucho protocolo. Ya dentro tanto emperatriz, como Aurora su acompañante admiraban la belleza de la ciudad calles empedradas, puestos de flores y frutas, casas de aspecto rústico aún así muy bonitas de grandes puertas de madera y ventanas, con flores. En la parte central, esta el templo de la diosa Astra, frente al templo estaba una plazoleta y en medio de está se encontraba una fuente; a las afueras de la ciudad se hallaba el palacio real una hermosa e importante estructura con jardines amplios a su alrededor, torres blancas, no por nada el palacio Alkaryo era considerado una maravilla en el continente.
—No venía a este lugar desde la muerte de la reina Marion. —Acotaba la emperatriz, volviendo su vista a la rubia frente a ella, tenía mucho sin salir a otras tierras, se sentía como una niña pequeña últimamente no salía mucho de Altamyr.
—Si mal no recuerdo acababa de dar a luz verdad. —Recordaba Aurora frente a la emperatriz.
—Si Odette es su nombre, hoy día la niña debe estar por cumplir sus once primaveras.
—Once años. —Repitió la rubia lo dicho por la emperatriz Nubia.
—Si próximamente será una señorita, la pequeña princesa.
—Recuerdo que para las mujeres de mi familia, cumplir once años era muy especial.
—El clan Howl solía preparar a sus hadas a partir de esa edad, sin embargo había niñas que antes de llegar a esa edad, ya eran preparadas. —Enfatizó Nubia a su dama de compañía.
—Si, bueno eran excepciones majestad —corrigió Aurora a la emperatriz—, había niñas, que despertaban un gran poder a temprana edad.
—Tú eras una de esas excepciones...
—Yo no lo creo así mi lady, solo hacía desastres y no fui capaz de madurar como hada, solo estuve en el templo, para controlar mis "desastres".
La emperatriz iba a preguntar porque Aurora menospreciaba tanto su magia, si bien sabía que su amiga y consejera tenía una magia peculiar, aunque una mejor definición era desconocida. Pues nunca había visto tal cosa, pero el carruaje se detuvo frente al palacio.
Al abrir la puerta Aurora fué recibida, por el coronel Colbert y otros tres guardias hicieron una reverencia ante el militar. La siguiente en salir del carruaje fue la monarca de Altamyr; ayudada por el coronel Jasper Colbert. Una vez fuera los guardias tanto a alkaryos, como altamyros, hicieron una reverencia a la emperatriz.
Al pie de las escalinatas de mármol, esperaba la familia real y la princesa Alya, junto a sus dos acompañantes para recibir a su madre.
En cuanto la emperatriz estuvo frente al rey ambos se saludaron con una pequeña reverencia.
—Bienvenida al reino de Alkarya emperatriz Nubia. —Dijo el monarca, con una sonrisa.
—Gracias a usted por recibirme, por prestar ayuda a mi pueblo y por cuidar de mi hija, mi tesoro más preciado. —Decía la emperatriz posando sus ojos en su hija, agradecía a los dioses que aquella flecha solo haya sido un susto y no una tragedia.
La princesa se acercó a su madre, hasta quedar frente a ella —me alegra verte madre. —Dijo la muchacha, haciendo una reverencia.
Nubia rompiendo el protocolo, abrazó a su hija de manera efusiva —yo también estoy feliz de verte mi pequeña flor. —La emperatriz tomó el rostro de su hija con ambas manos, para luego besar la frente de la joven princesa—, Irina, Annia gracias por proteger a mi Alya —Nubia volvió su mirada al militar tras ella —y a usted también coronel Jasper.
—No es a mi a quien debe agradecer, su alteza el principe Damián fué quien enfrentó aquella mujer cuervo. De los leones carmesies.
—En ese caso le agradezco también alteza. —La emperatriz posó su mirada en la joven junto al principe —agregaba Nubia—eres la princesa Melodía. —la mirada indigo de la emperatriz, se posó en Melodía.
—Si majestad. —Hice una reverencia ante la emperatriz, está solo sonreía con amabilidad. Pero me ponía nerviosa que no quitara su mirada de mi.
—Mi hija me ha hablado de ti eres especial.
Las palabras de esa mujer me sorprendieron, en los días posteriores a mi coronación, la princesa Alya y yo hemos hecho buenas migas, pero no sabía que era para tanto.
..........
La noche llegó ambos monarcas estaban reunidos en el salon de reuniones; el motivo era la firma de una alianza de libre comercio en ambas naciones, también estaban el coronel Jasper y el capitán Andreas, el principe Damián y las princesas de ambas naciones, Alya yo.
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Editado: 22.01.2024