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LA DECISIÓN DE JAIME
Del momento en el que tuvimos que abandonar Farland…
En una habitación rodeada de oscuridad, los dos agentes secretos se reunieron con el hombre a quien habían citado. Ellos no lo conocían, pero su reputación le precedía.
–Muchas gracias por acudir a nuestro llamado, señor Raven.
El hombre, que iba ataviado con ropa militar y un sombrero de cazador, no les dirigió la palabra. Tan sólo los miró y meneó su bigote poblado en señal de asentimiento.
–Oímos que usted es uno de los mejores exploradores del planeta– dijo el segundo agente.
–Tal vez lo soy– dijo con voz grave y varonil.
–Escuchamos también que ha estado en cada selva de cada continente.
Al escuchar esto, su mirada se tornó severa. Los agentes permanecieron impasibles bajo sus gruesas gafas oscuras.
–He estado en lugares– sentenció –Y he visto cosas.
–Tal vez sí– dijo el segundo agente –Pero es probable que esta vez se enfrente a cosas que nunca ha visto en un lugar donde jamás ha estado.
–Necesitamos su ayuda para localizar a una persona, señor Raven– añadió el primer agente, intentando llegar al grano antes de que su entrevistado perdiera la paciencia.
–Este es el señor Sigfried Platas– dijo, mostrándole una fotografía en blanco y negro, recortada del periódico –Se trata de un empresario reconocido mundialmente. Es dueño de la compañía Platascorp, principal fabricante mundial de productos para el cabello.
Raven tomó la fotografía y memorizó el rostro del objetivo en cuestión de segundos.
–Hace ya casi dos años, nuestra organización ha intentado seguirle la pista a través de todo el mundo. El señor Platas, en un intento de evadir a nuestra gente, se ha mantenido viajando una y otra vez, y dirigiendo su compañía de una manera casi clandestina– el agente le pasó más fotografías –Fue visto por última vez hace dos meses, abordando su avión privado, pilotado por Joe Sislock, y en compañía de sus hijos Alexander y Jaime Platas.
–¿Por qué lo buscan?– preguntó el cazador.
–No estamos autorizados a decirlo. Espero nos disculpe.
–El problema, sin embargo– retomó el otro agente –Es que no habíamos podido localizarlo en estos meses. El avión de Joe Sislock jamás llegó a ningún aeropuerto en todo el mundo, lo que nos hizo deducir que probablemente se había perdido en el mar. Desde ese día, creímos que los Platas habían muerto.
–Eso fue hasta que uno de los subordinados de uno de los yates de nuestro jefe encontró esto flotando en las aguas del Atlántico– el agente puso sobre la mesa un volante una fotografía mía, rodeada de grabados en un idioma desconocido –A pesar de estar deteriorada por el agua salada, creemos que es reciente y esto podría significar que los Platas están vivos.
–Tras mucho investigar, descubrimos que estos grabados pertenecen a una isla remota y casi olvidada, conocida como la Isla de Farland.
–Nunca había oído ese nombre– dijo el cazador, evaluando la foto –Y jamás había visto letras como estas. Pero si ustedes ya saben dónde está, ¿para qué me necesitan?
–Verá– respondió el agente, levantándose de su asiento y tratando de serenarse –Como era de esperarse, nuestro amo se sintió muy complacido cuando se enteró de que los Platas podrían estar vivos, e inmediatamente nos mandó a nosotros a localizarlo y capturarlo, pero no contábamos con que la isla estaba rodeada por una espesa y mortal selva llena de depredadores. Es por eso que necesitamos un guía que sea experto encarando a la fauna salvaje.
–Por lo que me están diciendo, deduzco que la persona que buscan puede estar viva, pero atrapada en la selva tras un accidente de avión, por lo que necesitan que les ayude a rastrearlo, rescatarlo y traerlo de vuelta a la civilización, para que su amo pueda ajustar cuentas personales con él.
–Así es– confirmó el primer agente, asintiendo con la cabeza.
–Pero lo que no comprendo es esta cosa– exclamó, azotando el papel grabado con fuerza –Podría inferir que en su desesperación, este Jaime Platas tomó una vieja fotografía suya, en la que casualmente aparece con el dueño de una pizzería, le escribió grabados incomprensibles, quizás letras que fueron un mensaje de auxilio pero que el mar transformó en símbolos desconocidos… y simplemente la lanzó al mar, esperando que alguien les enviara ayuda. Parece improbable, pero es la única teoría que tengo al respecto.
–Eso es exactamente lo que creemos– afirmó el segundo agente –Y es por eso que necesitamos su ayuda, señor Raven.
–Lo puedo hacer, pero les costará mucho.
–Lo sabemos, pero no importa. Con tal de atrapar a los Platas de una vez por todas, mi amo está dispuesto a pagarle cualquier cantidad que pida.
…
Así fue como, llegando a un acuerdo, el temible Seth Raven, temerario cazador de recompensas y amo de la selva, se embarcó al lado de los agentes Steven Burke y Justin Porter, rumbo al desconocido e inexplorado territorio de la Isla de Farland. En cuanto el cazador lo vio, desde la proa de uno de los barcos del hombre que los había contratado, una sonrisa se dibujó en su rostro. Por primera vez en muchos años se enfrentaba a un territorio hostil y desconocido para él.