En el vasto lienzo del universo, nuestras vidas se cruzaron, como dos estrellas fugaces en la inmensidad del cielo nocturno. Éramos dos almas errantes, buscando un hogar, y por un breve y hermoso momento, encontramos ese hogar el uno en el otro.
Pero el destino, ese cruel titiritero, tenía otros planes. Nos unió con hilos invisibles, solo para cortarlos cuando menos lo esperábamos. Nos separó, nos dejó a la deriva en el mar de la incertidumbre, cada uno en su propia balsa de soledad.
La tristeza se instaló en mi corazón como un invierno eterno. Los días se volvieron grises, las noches se volvieron más oscuras. La risa se convirtió en un recuerdo lejano, la alegría en una sombra efímera. Me encontré caminando por un camino solitario, con la sombra de lo que alguna vez fue nuestra felicidad persiguiéndome.
"¿Por qué?", me preguntaba una y otra vez. "¿Por qué el destino es tan cruel? ¿Por qué nos unió solo para separarnos?". Pero no había respuestas, solo el eco de mi propia voz resonando en la vacuidad de mi corazón roto.
Las lágrimas se convirtieron en mi única compañía, cada una un recordatorio de lo que habíamos perdido. Cada risa compartida, cada momento de ternura, cada promesa susurrada al oído, todo se convirtió en lágrimas, cada una más amarga que la anterior.
Pero a pesar del dolor, a pesar de la tristeza, no me arrepiento. Porque cada momento contigo fue un regalo, cada risa compartida un tesoro. Aunque el destino nos haya separado, los recuerdos de nuestro tiempo juntos permanecerán conmigo, como un faro en la oscuridad, un recordatorio de los días más felices de mi vida.
Y así, con un corazón pesado y un alma cansada, continúo mi viaje. Cada paso es un desafío, cada día una batalla. Pero sé que, con el tiempo, las heridas sanarán, el dolor se desvanecerá. Y aunque nunca olvidaré lo que perdimos, estoy seguro de que encontraré la forma de seguir adelante.
Porque al final del día, eso es lo que somos, supervivientes. A pesar de las tormentas, a pesar de las pruebas, seguimos adelante. Y aunque el destino pueda ser cruel, también nos da la fuerza para superar cualquier obstáculo que se nos presente.
Así que sí, tal vez fue el destino el que nos unió y nos separó. Pero también fuimos nosotros, con nuestras decisiones, nuestros errores, nuestros triunfos. Y aunque el destino pueda haber cerrado este capítulo, estoy emocionado por lo que el futuro nos depara. Porque sé que, a pesar de todo, el sol volverá a brillar.