La alarma me despierta como todos los días a las 5:00 de la mañana, hoy es lunes, inicio de semana. ¿Quién no odia los lunes? Recuerdo que de pequeña, en muchas ocasiones fingía estar enferma para así poder faltar a clase.
>> Era toda una experta. <<
Algunas veces decía que tenía un terrible dolor de estómago, esa era la excusa más común que solía usar, también decía que tenía fiebre, o conjuntivitis, aún recuerdo esa ocasión donde mi madre creía que me iba a quedar ciega, ella es muy dramática, se altera por cualquier cosa, tiempo después en realidad tuve conjuntivitis y a partir de ese momento ya no miento sobre tener alguna enfermedad, con la salud no se juega.
En fin, sin muchas ganas de salir de mi cómoda cama, termino levantándome para ir directamente a tomar una ducha, a ver si con ella se me quita el cansancio.
Como decían en uno de mis programas favoritos, al que madruga Dios le da más dinero.
El agua de la ducha es refrescante, podría quedarme aquí por mucho tiempo, pero hoy no, así que al terminar de ducharme elijo algo que no llame tanto la atención pero tampoco pase desapercibida, así que me decido por una falda negra algo ajustada pero no tan corta, y una blusa roja holgada, con mangas.
Si, este atuendo me queda perfecto, casi, casi podría ser una modelo, y es que esas horas de ejercicio en el gimnasio, sí que surten efecto.
Durante el fin de semana, no pude descansar mucho, debido a que estuve pensando en mi compromiso, sin incluir que Amelia la madre de Max estuvo todo el día de ayer conmigo planificando cómo será la boda.
Ni siquiera han pasado 24 horas del compromiso y ya tengo a esta señora organizando la boda del año. No digo que sea malo, sino simplemente me estresa. –Pensaba mientras solo la escuchaba hablar sobre donde sería la dichosa boda.
Se supone que la novia es la que debe de estar más emocionada por su boda ¿No es así?
Pues este no es mi caso, ni siquiera sé porque acepté el compromiso, en verdad no lo sé.
–Hija ¿Entonces cuál eliges? –Me interrumpe la voz de Amelia, sacándome de mis pensamientos.
–Disculpe, sobre que tengo que elegir. –Contesté apenada por no poner atención a lo que decía.
–Te había preguntado si quieres que la boda se realice en un salón o en un lugar al aire libre, como el campo o en la playa. –Me respondió de una manera muy sonriente, que claramente se notaba que estaba feliz, y como no estarlo su único hijo se va a casar.
–En ese caso, me parecería más adecuado que la ceremonia se realice en un lugar al aire libre. –Respondí no muy segura de mi respuesta.
– ¿Entonces? ¿La playa o el campo?
–El campo me parece más adecuado, claro si estás de acuerdo.
–Me parece perfecta la idea, así que manos a la obra, tenemos que preparar todo para la boda, ya que solo nos quedan seis meses y este evento debe ser el mejor de todos. –Mientras decía esto se levantó rápidamente del sillón de la sala.
–Nos vemos luego para afinar detalles, estamos en contacto. –Se despidió de mí, con un beso en la mejilla, mientras salía de mi casa. No me dio tiempo de contestar ya que cuando me di cuenta ella ya no estaba.
Durante la tarde me estuvo llamando, para conocer el número de invitados que asistirían a la boda, y para conocer un sinfín de cosas, como por ejemplo contratar el coro de la iglesia, al fotógrafo, escoger el florista, elegir el diseño de las invitaciones, entre otras cosas.
Al final terminé por apagar mi celular, ya me estaba cansando de que me preguntara tantas cosas que ni siquiera tenía idea que se tomaban en cuenta para una boda, como definir la contratación de un organizador para intercambio de zapatos, ¿En serio? No sabía que se tenía que contratar algo así, bueno no es que sea una experta en estas cosas.
Quizás suene feo que no le quiera contestar a la que va a ser mi suegra, pero no quería que me siguiera molestando. Así de simple, así de fácil.
Antes de salir de casa tomo mi abrigo, porque claro aquí en Nueva York el clima es frio y más aún en estas épocas de diciembre. El día pinta algo nublado, en cualquier día de estos comienza a nevar.
Ahora más tranquila, me encuentro conduciendo a la empresa, no sin antes haber desayunado lo que me preparó Lola, ella casi nunca me deja salir de casa sin haber probado su comida, y para que resistirme a las delicias que prepara si al final caigo en la tentación.
Después de estar atrapada en el terrible tráfico, finalmente llego a la empresa. Nunca dejaré de impresionarme por las increíbles letras en dorado donde se lee el nombre de la misma S&A. Smith & Asociados.
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Editado: 14.05.2019