De La Luz A La Oscuridad

Capítulo 3

El soldado y Regedy llegaron en la noche a Naladar. Lo llevo hasta la guardia de la ciudad para entregarlo como lo habían ordenado, pero al llegar le dijeron que el capitán se encontraba en un campamento afueras de la ciudad.

—¿A quién trajiste esta vez? —pregunto el soldado que custodiaba la guardia.

—Es un joven errante, lo encontramos por Sidor. La tribu a la que pertenecía fue destruida por lo que solo lo encontramos a él.

—El capitán Laniel, ya debe estar por llegar así que puedes dejarlo, yo le avisare.

—Paso a retirarme entonces, fue un largo viaje solo para traer a este sujeto.

El soldado lo encerró en una celda a Regedy hasta que el capitán Laniel regresará.

—¡Buenas noches capitán! —Saludaron los soldados al verlo regresar.

—¿Qué hay de buenos? Fue un jodido día largo, con un calor insoportable y vigilando a estos estúpidos —respondió desganado y con molestia refiriéndose a los errantes que traía consigo— ¿Hubo algo nuevo por aquí?

—Desde Sidor, trajeron a un errante hoy.

—¿Otro más?

—Lo encerré en una de las celdas.

—¿Solo trajo a uno?

—Sí, me dijo que solo lo encontraron a él.

—Bueno… devuelvan a estos miserables a sus celdas —dijo refiriéndose a los esclavos— Hoy te toca hacer guardia toda la noche, así que nos vemos mañana.

En su celda Regedy observaba como más personas entraban, noto en sus rostro lo cansados e infelices que se sentían. Pensó que lo mismo lo esperaba a él.

En cada celda se podía albergar hasta 4 o 5 personas, de modo que en donde se encontraba Regedy entraron otros 4 más; intimidado por los demás se puso a un canto para no molestarlos. Esa noche se sentía tan solo y extraño, que no pudo dormir pensando en lo que le esperaba.

—¡Despierten miserables! Es hora de ir a trabajar—exclamo un soldado muy temprano.

Todos los esclavos traían cadenas entre las manos y pies. A medida que el soldado habría las rejas ellos debían formarse en orden para salir de la guardia y luego ser trasladados en una especie de carrozas grandes custodiadas por soldados.

—Están todos, capitán —informo.

—Vamos muchachos, nos espera otro jodido día —respondió el capitán al irse con los demás.

Al llegar al campamento cada esclavo debía tomar las herramientas necesarias para trabajar según la indicación del capitán. Regedy no sabía que hacer así que solo se limitó a observar a los demás.

—¿Quién es el nuevo? —pregunto a  gran voz el capitán.

«Supongo que se refiere a mi» pensó Regedy.

—Soy yo —respondió temeroso abriéndose paso entre los demás.

—¿Tu nombre?

—Regedy.

—Cuando me hablas tienes que decirme capitán ¿entendido? —le indico seriamente mirándole a los ojos.

—Si.

—¿Si? —cuestiono con molestia el capitán.

—Si… capitán.

—Más te vale. ¿A qué te dedicabas?

—Era pescador y leñador, capitán.

—Iras con el grupos de los leñadores, toma las herramientas que están ahí y largo.

Dos soldados cuidaban el grupo, así que ellos lo llevaron junto a los demás hacia el lugar donde tenía que trabajar. Le quitaban las cadenas de las manos pero no la de sus piernas para que no pudieran escapar. Todos tenían que trabajar durante 6 horas en la mañana hasta la hora del almuerzo y luego otras 6 horas hasta al anochecer para luego regresar a sus celdas.

Durante las primeras horas Regedy trabajo normalmente pero el intenso calor de esa zona hacia que cada hora que pasaba se sintiera más exhausto, le pidió agua a uno de los soldados que los vigilaba pero se lo negaron de mala manera diciendo que tenía que esperar a la hora del almuerzo. Cansado y con las manos adoloridas de tanto talar termino su primer día como esclavo e inmediatamente al llegar a su celda se durmió.

Después de unos días, en una noche en la que Regedy no podía conciliar el sueño por recuerdos que le venían a la mente, observo que otro joven un poco mayor que él, en su misma celda, también estaba despierto. Lo había notado días antes pues aparte que compartían la misma celda también estaban en el mismo grupo de trabajo.

—¿No puedes dormir? —le dijo el joven como si lo conociera al notar que regedy lo observaba discretamente.

—Tu tampoco —respondió con la misma confianza.

—Mis manos están muy adoloridas y no me dejan dormir —respondió con suspiro— ¿Y tú?

—Solo que… no puedo dormir.

—Deberías, mañana nos espera otro día de arduo trabajo.

—Si —respondió resignado Regedy.

—No recuerdo tu nombre ¿Cómo dijiste que te llamabas?

—Regedy. ¿Tú?

—Me llamo Kael. ¿Por qué te trajeron aquí? —le preguntó queriendo conocerlo más

—Me atraparon cerca a las montañas siraje y me dijeron que estaba invadiendo las tierras de su rey. Después de eso me trajeron aquí —conto decaído.

—Entiendo, a nosotros también nos trajeron por lo mismo.

—¿Todos ustedes son…?

—Somos una tribu. Estábamos recolectando alimentos para trasladarnos a otro lugar, cuando ellos vinieron armados y nos capturaron, quisimos luchar pero el líder temió que saliéramos heridos y así que aquí estamos.

—Yo también pertenecía a una tribu —comento melancólico.

—¿Y dónde están los demás?

—Están… muertos.

—¿Qué les paso? ¿Ellos los asesinaron? —pregunto kael con más interés.

—No, un ser extraño los mato.

—¿Un ser extraño? —pregunto confundido.

—Sí, no estoy seguro de lo que era, a veces pienso que se trataba de un hombre pero no lo sé.

—¿Cómo paso todo eso?

—Solo desperté y cuando salí lo vi a él quemando todo —conto con pena.

—Lo lamento por ti —respondió empático.

—Dijiste que se iban a trasladar a otro lugar ¿A dónde tenían planeado ir?

—Hacia Bigrass.

—¿Ustedes también? —pregunto Regedy sorprendido por la coincidencia.



#10933 en Fantasía
#14579 en Otros
#1826 en Aventura

En el texto hay: angeles, reinos, batallas

Editado: 15.07.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.