Sin espacio a donde echar a volar sus sueños, el escritor salió del edificio donde estaba encerrado para buscar un lugar donde mirar el cielo, más no lo encontró ya que las construcciones eran tan altas que no había pensamiento que los sobrepasara, triste por su cautiverio regresó con la cabeza agachada, cuando de entre una grieta miró una pequeña flor, en ese instante descubrió que los edificios en verdad no eran tan altos como aparentaban.