Aun con las cadenas de la desesperación, el escritor alzó su rostro torturado por los pensamientos y miro dos aves negras en el infinito.
- ¡SALVENME! - gritó con las pocas fuerzas que le quedaban.
Las aves al escucharlo aterrizaron y aquella llamada Fobos preguntó - ¿Cómo te llamas? -
- Hace tanto que mi nombre no es mencionado que yo mismo lo he olvidado, pero pueden llamarme escritor -
La otra ave de nombre Deimos hizo una seña con su cabeza y ambos seres se lanzaron sobre el cautivo para devorar sus entrañas.