De la realeza

Una pequeña ayuda

Esta vez me levanté preocupada y triste, me sentía débil con todo este tema, fui a desayunar y rápidamente me fui al jardín. Me quedé allí pensando y recapacitando, volví ha escuchar a Elisabeth hablando, me acerqué más a las voces y me asomé un poco a la ventana.

- ¿Tienes la piedra que te dije? -

- Si, señora -

- Bien, sigue así de obediente y no me hagas arrepentirme de contratarte, vi coraje e ira en ti cuando nos traicionaste, no quiero que los pierdas o mucho menos, que la uses en mi contra - le miró amenazante - Ya sabes quien de los dos ganaría -

- S-si, señora... -

 

Fui corriendo ha buscar a Lyonel, le conté lo que escuché.

- ¿Una piedra? ¿Para qué? -

- Nosotros usamos las piedras para obtener más poder, y también para capturar almas -

Me miró horrorizado - Ahora me das miedo -

- A ver, son almas que se merecen estar atrapadas -

- Me sigues dando miedo -

Me reí - No deberíamos de atrapar almas buenas porque la piedra se puede volver en nuestra contra, pero me sorprende la piedra que ella tenía, era distinta y creo que esa si que puede atrapar cualquier alma sin ninguna consecuencia. Elisabeth le ha tenido que hacer algo -

- Pues ahora habrá que tener más cuidado con ella -

- Tengo una idea, me tendré que compinchar con ella -

- Pero si se supone que no sabemos nada del tema -

- Lo sé, pero de alguna forma tengo que pararles los pies -

- ¿Y cómo lo haremos? -

- Simplemente tengo que descubrir su plan por accidente -

- Vale, pero será difícil ya que siempre están solos -

- Para mi eso no hay problema, Elisabeth sabe que pongo la oreja cuando la veo sola hablando con alguien, solo me faltaría que me descubriera adrede -

- Pero ten cuidado - tenía una mirada preocupada

Sonreí - Tendré cuidado, también habría que cambiar el lugar de reunión cuando descubramos algo, el castillo no será seguro hablar de estas cosas cuando me pille Elisabeth -

Asintió.

 

Al día siguiente inicié el plan, esta vez estaban Beltrán y Elisabeth en la cocina, hice el hechizo de invisibilidad y me metí en la cocina, cuando escuché lo suficiente me tropecé con la mesa para que supieran que estoy ahí -

Elisabeth miró muy seria - Eira -

Deshice el hechizo y fingí cara de preocupación - ¿Si? -

- ¿Qué has escuchado? -

- Todo - dije nerviosa

Suspiró y empezó ha pronunciar palabras del hechizo de borrar recuerdos, menos mal que fui precavida y me hechicé con el anti hechizos, fingí que me olvidé de todo lo que escuché.

- ¿Qué hago aquí? - miré a Elisabeth - ¿Me llamaste? -

Sonrió - Si, para que desayunaras -

Sonreí - Gracias tía, desayuné en la sala de trabajo - me fui rápidamente del lugar

 

Fui directa al cuarto de Lyonel, abrí la puerta y le dije con señas que saliera.

- ¿Todo bie... - se quedó mirándome con sospecha - Antes de que me digas nada, ¿cuándo nos besamos? -

Le miré confundida - En el lago, ¿a qué viene eso? -

- Era para saber si eras tú o Elisabeth -

Le miré con orgullo - Así me gusta, tenemos que ir a la habitación secreta -

Al entrar allí sellé el cuarto con un hechizo anti sonoro para que no se escuchara lo que hablábamos afuera.

- Al final encontraste una solución - se sentó en la silla

- Seguí leyendo el libro y encontré este hechizo -

- Genial pero, ¿de qué es el hechizo? -

Le miré confusa - ¿No se supone que al haberme dicho eso ya deberías de saberlo? -

- Por lógica sé que encontraste una solución, sino no hubiéramos venido aquí, pero no sé que dijiste en el hechizo -

Me quedé delante de él y la mesa - Es un hechizo anti sonoro, todo lo que hablemos aquí no lo escuchará nadie de fuera -

- Así si nos entendemos -

Rodé los ojos, le el plan de Elisabeth y lo que intentó hacerme.

- ¿Y cómo te acuerdas? -

- Me puse un anti hechizo -

En la expresión de la cara se le notaba que no entendía.

- Ese hechizo te lo puedes poner a ti mismo o a otras personas para que los demás no te puedan hechizar, como hizo Elisabeth conmigo -

- Eso en las batallas contra brujas y brujos vendría bien -

- No serviría, para eso sería un escudo mágico, el anti hechizo es para pequeños hechizos y el escudo mágico es para los ataques de magia -

- Al final me vuelvo brujo -

Me reí ante tal estupidez - No puedes serlo a no ser que seas brujo de sangre o que bebas la sangre de alguien mágico - le miré victoriosa

- Que listilla te has vuelto de repente - sonrió burlón

Se me quitó la sonrisa y no supe que decir, solo cogí el libro y lo dejé encima de la mesa.

Me cogió de la cintura y me miraba mientras sonreía - Era broma, brujita -

Ante esa acción y su sonrisa no me resistí y le di un pequeño beso.

 

Nos hechicé para que leyéramos más rápido todo el libro, Lyonel siguió leyendo más libros que habían en la sala mientras que yo leía los diarios de mi padre, cada página que leía estaba llena de amor, pasé una página y había una foto de mis padres y de mi, la observe con felicidad, Lyonel me interrumpió mi momento.

- Encontré algo que te puede ayudar - me señaló un párrafo - Dice que la única cosa que podría matarte es un arma cubierta con tu propia sangre -

Nos miramos - Que rápido has asumido que esa cosa soy yo, yo aún no puedo -

- Porque todo lo que buscamos es para salvarte - su mirada era tierna

Asentí - Lo entiendo -

- Este es el último libro que hay, los demás son de leyendas e historias, al parecer en otras vidas fuiste la heroína, en otras la villana y te derrotaban -

- ¿Solo eso? -

- Solo eso, también decían los ataques que hacías, pero sin entrar en detalles - se quedó pensando - Aunque ahora que me acuerdo, en todas las batallas que he leído hacías los mismos ataques -



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En el texto hay: amor, angel y demonio, magia brujas fantasia

Editado: 13.01.2023

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