De mi a ti solo un paso, se interpone.

Capítulo 12: Mundo de silencio.

Tras la noticia del día anterior, el mundo cambió… Ahora todo era silencio y la interacción con las personas se tornó a algo más rápido básicamente sin emociones; supongo que todos tenían conocidos, amigos o familiares cercanos a Saturno, o probablemente dentro de Saturno… Y pues ahora las cosas dictaban que el peligro rondaba los alrededores, a eso sumarle la cuarentena de Júpiter, que evitaba a las personas salir o entrar de ese lugar, justamente para intentar evitar que gente de Saturno ingresara e intentaran tomar el planeta, o en el peor de los casos intentar destruirlo… Y al estar tan cerca los demás planetas, si lo logran las cosas sería horribles para todos, sin importar de que planeta se, sea.
- Hola… - Dijo una voz en mi cabeza.
- ¿Ikoru? – respondí un poco asustado pues eran las 6 de la mañana y apenas estaba despertando. - ¿Qué sucede? – Aunque tengo poco de conocerla, me preocupa su situación… Especialmente porque su familia es la más propensa a sufrir, y con la cuarentena la comunicación se ha limitado a apenas unas horas al día…
- ¿Podemos vernos más tarde? – Preguntó ella, con una voz realmente entristecida y pues supuse lo peor…
- Claro, a las 16:00 término de trabajar puedo ir por ti. – No quise preguntar nada, sino hasta estar de frente, pues en caso sea lo peor… Quisiera apoyarla estando presencial y no por una simple llamada mental.
Lo único bueno es que aquellos 3 chiflados mantuvieron su, rara forma de ser independientemente de lo que el sistema solar parecía estar viviendo, por lo que el ambiente no cambio mucho dentro de la panadería, aunque hoy hubo menos pedidos a domicilio o de reabastecimiento por lo que no tuve que conducir mucho, así que estuve ayudando ahí dentro.
- ¿En serio no le preocupa la situación? – Pregunté a Fabiola quien estaba escribiendo en una hoja, todas las ideas para sabores nuevos que tenía, así como el apoyo a los anteriores por si había alguno que debía cambiarse.
- ¿Situación? – respondió ella, dejando de lado la hoja donde escribía. – Ah, esa situación. No nos asusta. – Agregó soltando una sonrisa y después retomando sus actividades. – La verdad no sería la primera cosa que nos sucede. – Alcance a escuchar que susurró, intentando que no la escuchara.
- Vale… - Dije para dejarla trabajar e ir con Hernán a ver en que podía apoyarlo.
- No toques. – Dijo fuertemente sin siquiera voltear a mirarme. – El pan es sagrado y tus manos están sucias, además de que si lo haces mal terminarías fastidiando todo el trabajo, si quieres ayudar ponte a limpiar toda esta parte de acá, o ese horno de allá. – Señalando un horno en una esquina que estaba exageradamente sucio.
- ¿En serio hacen pan en algo tan sucio? – Respondí sorprendido al ver esa cosa.
- ¡Te dije que el pan es sagrado! – Respondió Hernán algo molesto. – Evidentemente jamás se me ocurriría hornearlo en algo como eso.
No quise pelear… Pues se notaba a distancia que este tipo estaba loco por sus creaciones… simplemente me limité a limpiar aquel horno notando que por el exterior estaba espantoso, pero por el interior era algo totalmente diferente… parecía nuevo, y al verlo se me ocurrió una idea para cuando fuera con Ikoru, “Si le llevo algo de lo que estos rufianes crean… Probablemente sirva para hablar más tranquilos y distraerla un poco…” pensé, mientras tallaba todo el exterior del horno hasta dejarlo tan limpio como pude.
- ¡Javier! – Gritó Genaro por la parte de adelante.
- ¡Voy! – Respondí desde atrás y al llegar donde él estaba vi muchas cajas.
- Entrega. – Dijo señalándolas y mandándome la ubicación de cada una de las cajas.
Cargue la camioneta con las cajas y salí para hacer la entrega. Durante el trayecto fui viendo lugares nuevos y entre ellos uno que me pareció realmente lindo, era un parque gigantesco suspendido en el aire con cascadas que caían hacia el suelo para posteriormente volver a subir a la enorme plataforma flotante, se veía demasiado tranquilo y apenas verlo, se me ocurrió traer a Ikoru aquí, un lugar tan apacible seguramente la tranquilizaría, estoy seguro.
La hora llegó y le pedí a Hernán prestada la camioneta de entrega, afortunadamente aceptó y con ella fui a recoger a Ikoru a su casa; durante el trayecto ella estuvo muy seria y aunque intentara sacarle platica contestaba secamente, por lo que decidí al menos por el trayecto ya no insistir y simplemente dejarla con sus pensamientos, ya teníamos el gran parque flotante delante de nosotros y su semblante cambio un poco, seguía seria pero al menos ahora podía ver como sus ojos se abrían más, mostrando interés; al llegar le dije que se bajara primero y que eligiera un lugar que le gustara mientras yo bajaba algunas cosas, por lo que ella se fue caminando y yo me quede agarrando las piezas de pan que compre de la misma pandemia, tras unos minutos me mando por la mente un mensaje mostrándome un sitio que le había gustado llegue allí y deje la caja donde guarde todo el pan en el suelo, nos sentamos y comenzamos a hablar.
- Ahora sí. – Dije convencido. – Dime que sucede.
- … - Ella simplemente se quedó callada y ni siquiera parecía tener interés en comer.
- Entiendo cómo te sientes… - Empecé a decir. – Pero es poco lo que podemos hacer… De momento solo nos queda esperar a que las cosas que están sucediendo en Saturno se puedan contener…
- Eso no ayuda… - Respondió ella a lo que dije.
- Lo sé, pero no sé qué más puedo decirte, quisiera darte ánimos pero en este momento es poco lo que puedo decir que pueda convencerte de que todo estará bien. – Respondí un poco entristecido.
- Eso ayuda aún menos… - Dijo ella ahora si tomando pan y mirando todo a su alrededor.
- Lo se… - repetí una vez más. – Pero, ¿sabes? Estoy seguro que cualquier cosa que suceda podremos salir adelante, su estuvieras sola quizás no podrías, pero nos tienes a Kolhun y a mí para darte ánimos, o deprimirte aún más intentando lo contrario. – Terminé de decir en broma.
- Jeje. Eso veo. – Dijo ella
Posteriormente la tarde se hizo ligeramente más rápida pues ella se había calmado y la vista que teníamos era sin duda muy linda, terminamos quedándonos dormidos en ese sitio hasta el día siguiente y al despertar ambos corrimos pues nuestra jornada de trabajo había comenzado y ni siquiera nos alcanzamos a despedir, espero que la situación solo se vea más fea de lo que en verdad es, porque algo me dice que si ella llega a perder a su familia sufrirá demasiado, simplemente ante la posibilidad de que puede suceder ella ya está bastante dolida… Y no la culpo, si algo le sucediera a Raúl yo también me sentiría demasiado mal.




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