Luego de que Minerva se fuese tan, sospechosamente, rápido, Allison corrió tras ella, porque lo que la carta decía no podía ser más que una broma y a ella no le gustaban las bromas, al menos no las que estaban a expensas de ella.
Allison recorrió toda la escuela hasta acabar en la salida, donde Minerva estaba con el teléfono en mano y sus ojos expresaban un vacío con el silencio ensordecedor de sus pesadillas. Aunque aquello sólo lo pensó Minerva, jamás diría en voz alta lo mucho que quería consolarla, ella se veía tantas veces al espejo con la misma expresión, el mismo vacío en sus ojos y su mente gritaba que le ayudara, nadie merecía sentirse así, jamás. Pero aquello sólo lo penso Minerva.
- Oye... Tú - gimoteo jadeando, su garganta ardía y sentía la presión de su rostro ante el tiempo que se había pasado buscándola - explícame qué demonios es esto -
Minerva la observo, sin una sonrisa dulce o amable, su rostro impasible la observaba como si fuese un error estar allí, esperando a que algo cambiase con o por su presencia. Al final suspiro y sonrió como cuando le había dado la mano que no fue tomada, <la directora me regañaría> pensaba.
- No sé a que se refiere señorita Allison - la voz tan servil le causaba asco a Allison.
- Me refiero a la... Carta... Que me ha dado - gruñó, todavia jadeando -no tiene sentido-
- ¿Disculpa? - pregunta, sin dejar su sonrisa tensa. No quería meterse en problemas, pero aquella chica, desde el momento en que la vio, removió una sensación escamosa en su estómago, era la típica adolescente que ella no soportaba.
- Mire, no me gustan las bromas, mucho menos cuando usted va a mi escuela, habla con mi profesor y pierde mi tiempo - Allison tiene que respirar profundamente, sin dejar de lado su sonrisa, ahora exasperada -no tengo nada que ver con esa dicha academia que probablemente no es real, no existe la magía, es una estupidez para los niños pequeños -
Aquella gota fue la que derramo el vaso. Minerva la mira sin sonrisa, con el rostro rojo y tenso, las venas en su cuello parecen apunto de explotar, ni siquiera se dio cuenta de cuando habían aparecido.
- Mira niñata creída y estúpida, no deberia hacer esto, ni siquiera quería entregarte a ti la carta, la directora me lo ha pedido la única razón por la que estoy aquí considerándote es por ella y un insulto a su academia es un insulto a ella, no te lo voy a permitir. Mucho menos a ti, la niña que dice estar sin sentimientos, que no le importa nada, ni su propia vida, a la que no la entienden sus padres, la que no sabe como es estar en el mundo real y a pesar de eso siente que ha vivido más que sus padres -
- N..No sabes nada sobre mi - susurró Allison, autoconvenciéndose a sí misma, casi con el alma en su garganta, con las lágrimas asomando en sus ojos.
- Oh no, pero no es necesario, eres exactamente igual que alguna otra patética adolescente -
- ¡TÚ NO SABES LO QUE ES TENER MI VIDA! - las lágrimas habian comenzado a salirse rodando por sus mejillas, que patética debia verse, pero aquello le importaba hasta en lo más mínimo.
- ¡Tienes la vida resuelta hasta la universidad! - le gritó de vuelta Minerva - ¡Tienes un techo cálido, unos padres que te adorán, tienes una vida!, ¡Aprende a utilizarla para algo productivo y no para quedarte sentada en tu jodido conformismo! -
- ¡Mis padres no me adoran, ni siquiera hablan conmigo! -
- Eso es tu culpa - respondió con frialdad, una que le caló el alma a Allison a tal grado que dejo de llorar, dejo de gritar y por un segundo dejo de respirar - tus padres cada cena te preguntan, ¿cómo estuvo la escuela?. "bien" dirás cada jodida noche, no les das más respuestas y ellos no saben que más preguntar porque quieren que te abras, no quieren obligarte -
-Tu... - iba a preguntar, "¿cómo sabe eso?", pero ella desapareció, en un crack ella ya no estaba, Allison cayó sobre sí para comenzar a llorar, no paso mucho para que un profesor la encontrara y la llevase a la enfermeria, sus padres fueron por ella tan pronto los llamaron (aunque tardaron un poco por que pidieron permiso en sus trabajos entre ruegos y promesas).