La pregunta no es porque, sino más bien es quien, en fin se preguntaran quien es ella, tal vez no pero se los diré de todas formas, soy Valeria Dallan Montgomery, los últimos años de mi vida los eh estado invirtiendo en una carrera, para poder ser alguien en el futuro, y aunque está más que probado de que a veces me dejo llevar por mis impulsos, meter a dos completas desconocidas a mi casa fue una de las mejores decisiones que pude haber tomado, porque esas locas se volvieron mi familia, y no solo ellas si no también su pandilla de locos.
Ahora deberían de estarse preguntando qué cambio desde aquella tarde en la que ellas llegaron pidiendo trabajo y entraron en mi vida, puedo decir con certeza que no muchas cosas, pero aun así mi vida se volvió más interesante de cierto modo, aunque por si sola mi vida ya era interesante y una locura.
Pero no quiero hablar de lo que era mi vida antes de esas dos, porque puedo decir con certeza que me cegaba todo aquello que me decía palabras bonitas, un consejo para eso, jamás escuchen una mentira tan bien planeada como la de un hombre tratando de conquistarte, porque puede ser su peor dolor de cabeza, lo digo en serio, si estas en esa posición te recomiendo comenzar a analizar a profundidad todo lo que te dicen, no todas tenemos la suerte de quitarnos la venda antes de que ellos salgan con suerte.
En fin, mi historia es difícil, no digo que sea única, pero se acerca mucho a no ser muy parecida, si te gustan las cosas fáciles tal vez estas en las páginas equivocadas, pero si te gusta la historia en que una chica de cuarto año de leyes que vive en un departamento arriba de un salón de fiestas junto a un grupo de personas que se conoce desde hace años tal vez, solo esto pueda gustarte lo que leas, en fin, siempre fui la chica que nunca se arrepintió de nada y eso me llevo a no ser como las demás, sino que me volví diferente.
Muchos años antes de que yo viniera a la vida, mis padres se conocieron, pero tiempo atrás de eso, cada uno tenía una vida por separado y por obvias razones, sus destinos se encontraron, lo que le pasa a todas las personas, encontrar a alguien que lo acompañe.
Mi madre venia de una familia religiosa, adinerada, con reputación en el pequeño pueblo del que procedían, mientras que mi padre era de una familia reconocida en la gran ciudad, adinerada, con muchas influencias, por no decir que era la familia más poderosa del país.
Mis abuelos habían cerrado un trato, la noche en la que ellos se conocieron, fue durante una cena para celebrar aquel hecho ambas familias se conocieron mutuamente, mientras que él era hijo único, ella, era la hija del medio.
–Ella es Savannah, la tercera de mis hijas –presento mi abuelo a su socio e hijo.
–Es un gusto –ella estiro la mano, la cual fue tomada rápidamente por el muchacho.
–Humberto, –dijo quien había tomado su mano –Es un gusto.
Ambos regresaron a sus asientos asignados en la mesa, la lujosa cena se llevaba a cabo en un elegante hotel, al terminar de cenar las personas se dispersaron, la chica se acercó a donde estaban sus hermanos menores, a donde también se acercaron sus dos hermanas mayores, la primera de ellas en un vestido de corte a en color rosa claro, mientras que la segunda vestía un traje de dos piezas en color vino.
–Quiero irme –dijo la del medio sentándose al lado de Addison, la penúltima de hija del matrimonio Torres.
–Quieres guardarte tus quejas, esto es importante para nuestro padre, así que cállate –regaño la chica de rosa que se acercó a ellas, la segunda hija del matrimonio.
–Sigues sin ser la mayor Fanny, la única con ese tipo de opiniones y regaños es Carola, y, que yo sepa, ella no ha dicho nada.
–Eres una rebelde, –dijo acercándose amenazante a Savannah –deberías estar feliz por esto, son nuestros padres –prosiguió –pero veo que solo piensas en ti, como siempre.
–Bien que ellos sigan felices –se levantó –iré por mi abrigo al coche, tal vez no regrese, así que no se sorprendan –salió del lugar sin llamar la atención.
Había llegado al estacionamiento, se acercó a donde se encontraba el vehículo, saco su abrigo, de sus bolsillos tomo la cajetilla de cigarros junto a su encendedor, se recargo en la puerta del auto mientras fumaba tranquila, soltaba una nubecilla de humo, no podía pensar en nada que no fuera esa estúpida cena o todo lo que decía su hermana, aunque fumar nunca había sido la mejor opción consideraba que era lo único que podía hacer para dejar de pensar en todo, incluso en lo que en realidad le interesara.
–Veo que no soy el único que quiere largarse –dijo una voz no muy lejos de donde estaba.
Ella soltó una sonrisa ladina pensando en que había alguien más compartiendo sus pensamientos –Si esa es tu mejor estrategia para conquistar a una dama, deberías retirarte, campanilla.
El chico se acercó hasta donde ella estaba, se puso a su lado, el joven era alto de cabellos rubios, ojos marrón claro, al verlo por el rabillo de ojo ella le ofreció un cigarro, el cual acepto, ambos comenzaron a fumar.
–Cuando mi padre hablo de su nuevo socio y dijo que tenía cuatro hijas y un hijo, creí que me tomaba el pelo, porque las familias de ricos no tienen tantos descendientes, además pensaba que serían más engreídas, pero a decir verdad son bastante educadas.
–No pregunte nada, –volvió a soltar el humo –y para que me dijeras las cosas de las hablas con tu padre, o el porqué, pero tengo modales, así que lo más cortes seria contestarte –volvió a pegar su boca al cigarro y dejo ir lentamente el humo al quitárselo de la boca –Somos una familia con pocas cosas que hacer, pero siempre hemos cuidado lo que vez, la imagen de la familia perfecta.
–Me doy cuenta.
–Pero ya sabes lo que dicen pueblo chico, infierno grande –siguió dejando escapar suavemente el humo de su boca entrecerrada –diría que para ser la envidia del pueblo completo tenemos bastante espectáculo que dar –Ella tiro la colilla de cigarro, la piso y se puso su abrigo –linda velada, pero tengo que volver antes de que mi madre se vuelva loca o alguna de mis hermanas quiera matarme, cosas de familia, ya sabes los locos Adams.