De Nuevo Tú

Capítulo 4

Esperando por las niñas de la casa Derek estaba dentro del auto cuando las vio salir de la casa ingresando al auto.

–Rápido. Hay dos personas que deben asistir a la universidad –se quejó Ana.

Derek la ignoro por completo poniendo en marcha el auto, avanzando por las calles llegando hasta la universidad dejándolas en cerca al edificio. Ana salió molesta se dirigió a su edificio. 

–Lamento que Ana sea así contigo –dijo Jenny.

–Descuide. Ya me acostumbré a sus niñerías –respondió Derek.

–Te veo en la tarde –Jenny salió del auto.

No tenía nada que hacer hasta la tarde, más que solo darle mantenimiento al auto, pero faltaba una semana más para una revisión completa. Lo único que hacía era revisiones de rutina cada mañana. Puso en marcha el vehículo retirándose de la universidad, pensando la forma más directa de dar su informe al señor Lucio, por la prevención el auto que estaba por ingresar llamo su atención.

Reconoció Alberto y al señor Lucio en los asientos traseros. Alberto lo reconoció. Cruzaron miradas.

–¿Que harán aquí? –dijo para si –que yo sepa. Mmm… talvez olvidaran sus hijas –sonrió con burla –seguro ella –avanzo por la ciudad para volver a la casa.

–Buenos días señor Lucio –saludo Alberto.

–Buenos días –ingreso al auto –llévame a la universidad –declaro.

–Es por sus hijas. Le puedo llamar a…

–No. Es otro motivo –dijo cortándole.

–En seguida señor –Alberto se puso en marcha.

El señor Lucio estaba muy empecinado con Nora. En verdad la quería o solo era un capricho, pero de algo era cierto no dejaba de pensarla ni un solo momento. Enamorado o capricho lo que sea. La quería para él. Y su rechazo solo aumentaba su deseo por ella. Al llegar a la universidad Alberto reconoció el auto que venía de salida.

–Señor es Derek –dijo Alberto.

El señor Lucio movió su vista reconociendo el auto –déjalo. Vayamos con Nora.

Ambos choferes cruzaron miradas. Y continuaron sus viajes, se estacionaron y esperaron un momento hasta cuando miro a Nora caminar hasta la cafetería de la universidad. Sonrió. Y espero un momento preciso para iniciar con su estrategia. Una vez ella ingreso a la cafetería salió del auto.

–Quédate aquí. Ahora vengo –se dirigió a su chofer y camino hasta la cafetería. Donde la observo sentada en una mesa con un mocachino. Ella lo observo y volvió su mirada a su mesa. Pidió un café también y se acercó a su mesa –te importa si me siento aquí.

Nora lo observo y asintió –claro –dijo por educación, pero esto la incomodaba.

–No debería estar en clase –dijo el Lucio.

–Hay tiempo libre y vengo por mocachino –contesto ella.

–Talvez te preguntes…

–Se lo que está haciendo señor Salvatierra. Y le voy a pedir que deje de hacerlo. Tengo novio y lo amo. Entiéndalo –se levantó para irse. 

–Espera –la intercepto –en serio estoy interesado en ti. Desde que te vi en la televisión, no he hecho más que pensarte. Estoy enamorada de ti –confeso directo ante algunos presentes y sobre todo…

–¿Qué has dicho papá? –Ana había llegado a la cafetería. La miraron

~No puede ser ~se quejó Nora.

–Repítelo papá. Porque creo haber escuchado mal –continuo Ana. 

–Escucha…

–Tú cállate –le corto a Nora.

–Escuchaste bien hija estoy enamorado de ella –respondió su padre.

Todos los presentes estaban sorprendidos por la revelación, por su parte Nora solo quería salir corriendo de ahí. Estaba pasando por una vergüenza inmensa. Ana con lágrimas en los ojos se acercó a Nora y la abofeteo.

–Descarada. Zorra. No vas a ocupar el lugar mi madre –dijo entre sollozos.

Nora no se quedó con la agresión y le devolvió la cachetada dejando impactada no solo a ella a todos presentes.

–Ana –dijo su padre.

–¿Cómo te atreves? –dijo Ana sorprendida.

–Me atrevo a eso y más. Y déjame decirte algo, es tu padre quien me busca. Todo este encuentro aquí –lo miro –él lo planeo. No soy tonta. No me interesan los hombres mayores, que podrían ser mis padres –salió de la cafetería molesta.

El señor Lucio quedo avergonzado ante las pocas miradas de los presentes.

–No permitiré que hagas esto papá –dijo Ana –nadie ocupara el lugar de mamá.

Salió de la cafetería. Las miradas presentes se desviaron, pues no querían meterse donde nadie los llamo y más contra alguien como Lucio Salvatierra. Por otra parte, él seguía más ansioso, desea más aquella joven. No sintió ningún tipo de vergüenza, se mantuvo altivo retirándose de la cafetería llego a su coche ingresando.

–Llévame a casa de la señora Carlota. Quiero saber algo –hablo el señor Lucio.

–Si señor –se puso en marcha. Llegando en poco tiempo.




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