De París, con amor

Capítulo 3

Después de presentar mi declaración, queda dicho que Henri estará bajo arresto hasta el día del juicio. No me alegra por completo, pues no está arrestado como cumplimiento de una condena, sino en espera de ver cuánto tiempo le darán.

No tengo idea de cuánto es la condena por intento de violación, pero ¿qué pasa si el tiempo de la condena es menor al tiempo que tendremos que esperar hasta el juicio? ¿Quedará libre por haber estado preso por más tiempo, o se contará todo desde cero?

Sacudo mi cabeza por enésima vez en lo que va de día, todas las veces anteriores han sido por la misma razón: devanándome los sesos pensando en el tiempo que Henri estará en prisión y, cada vez que eso pasa, el miedo amenaza con crecer en mi interior, pues podría aparecerse en cualquier momento… y los cuatro días que han transcurrido desde que salí del hospital son muy pocos como para comenzar a sentir una mejora.

Las pesadillas no tardaron en hacerse presentes durante las noches posteriores, reviviendo una y otra vez los horrendos minutos de ese día, al punto de no querer dormir.

Blair es muy consciente de eso, ya que las dos noches anteriores me había ido a dormir con ella en su habitación para tener una sensación de más seguridad; durante el día, André me ha estado ayudando, aplicando en mí sus conocimientos aprendidos en su carrera de psicología.

Cuando vuelvo a la realidad, Blair termina de pagar por unos zapatos de tacón negro brillante que la enamoraron apenas los vio y nos dirigimos a otra tienda.

Me había sacado del apartamento casi a la fuerza para ir de compras en uno de sus intentos por mantener mi mente ocupada… pero no ha dado mucho resultado.

Ella lleva dos bolsas grandes en sus manos, y dentro de ellas, bolsas más pequeñas de otras compras que pudo meter ahí para ahorrar espacio. Por mi parte, llevo apenas una bolsa con varias blusas dentro que me parecieron decentes.

No presto mucha atención a la mercancía que pasa frente a mí en cada tienda que entramos, mi mente divaga por temas triviales, y no tan triviales, que no me dejan disfrutar como debería de este día: trabajo, estudio... Henri, el tiempo que llevo sin ver a mi familia, ambiciones; el nuevo restaurant que anhelo abrir cuando tenga suficiente dinero y experiencia en la cocina de un restaurant con mucha demanda, como lo es el Allexia Mourie.

Me esfuerzo por pensar en todo lo demás para evitar que el susodicho esté en mi mente.

—No estás gozando esto como normalmente lo haces —señala Blair, plantándose frente a mí para llamar mi atención—. ¿Estás bien? —ladea ligeramente la cabeza, estudiándome con la mirada.

—Estoy un poco distraída.

—Ven conmigo —tira de mi brazo, arrastrándome con ella hacia la tienda de ropa más cercana, borrando de mi mente todas las palabras que tenía por decir.

Me tropiezo con mis pies varias veces y la bolsa llega a meterse entre mis piernas por el impulso de Blair al obligarme ir con ella, el pelo me cubre la cara y no puedo ver nada delante de mí, sólo el piso, mientras intento desenredar la bolsa y acomodar mis pies para caminar decentemente.

Cuando por fin se detiene, me echo el cabello hacia atrás y la miro mal. Coloco la bolsa en el piso, en medio de mis pies, para atarme el pelo en una cola alta y con mi vista fija en ella, quien mira la tienda con los ojos brillantes.

—Amo vivir en la segunda Capital de la Moda más importante del mundo.

Además de tener pasión por la cocina, específicamente postres, Blair también la siente por la moda, aunque no quiere dedicarse a ese mundo como tal, sólo estar pendiente de las últimas tendencias y lucir siempre bien con la colección que más le guste de la temporada.

Ojeo unos vestidos para cóctel, esperando que alguno me llame la atención, pero, por más que hayan colores hermosos, los modelos no terminan de convencerme.

—Amber —escucho la voz de Blair muy lejana. ¿Qué tan rápido podían avanzar ese par de piernas en menos de cinco minutos?—. ¿Amber? —dice mi nombre con más fuerza, buscándome.

Me asomo por el pasillo más cercano y la veo mirando a todos lados, buscándome. Lleva en sus manos un vestido blanco con unas flores grandes, rojas y azules, como estampado. Al verme, apresura el paso hacia mí.

—Me pareció lindo al verlo guindado, y creí que se te vería mejor a ti —voltea el vestido varias veces, viéndolo por delante y por detrás—. ¿Te gusta?

Arrugo el rostro.

—La verdad, no me convence mucho.

—No juzgues a un libro por su portada —cita—. Pruébatelo y luego criticas todo lo que quieras.

Ella tiene buen ojo para las prendas que nos pueden quedar bien sin siquiera probárnoslas; varias veces nos hemos ahorrado minutos, incluso horas, haciendo compras, sobre todo cuando son de último minuto debido a ese… don que ella tiene.

Le quito el vestido de las manos y tomo un par de ganchos más del perchero que tengo más cerca, de los cuales cuelgan varias blusas. Ella alza las cejas con cierta sorpresa.

—Más te vale tener suficiente para pagar todo eso —señala con su dedo el montón de ganchos en mi mano.

Giro los ojos. Tampoco es tanto, y sólo voy a probar y descartar o aprobar.



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En el texto hay: pasion, romance, proteccion

Editado: 13.07.2023

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