De París, con amor

Capítulo 15

Media hora después, salgo a la calle con mucho mejor humor, incluso me siento diferente... o quizás es que tengo un peinado distinto al habitual; el punto es que me siento renovada y lista para una ajetreada jornada.

Me dirijo al restaurante por el camino de siempre, pero esta vez distingo que algo no es igual: siento que me observan y que soy seguida. Miro hacia atrás con la esperanza de no encontrar a nadie, pero ese simple hecho me provoca un escalofrío que me recorre la nuca y toda la longitud de mi columna… no me gusta para nada. Tengo dos opciones en mente, y una de ellas es más aterradora que la otra:

1. Es Henri.

2. Es Gabe.

Que sea Henri tendría más sentido, pero prefiero pensar que es Gabe, por lo menos hasta llegar al restaurante. Pero una parte de mí no puede dejar de pensar en la primera opción, que es la que más temo que sea.

Mi corazón retumba contra mi caja torácica, haciéndome caer en cuenta que he acelerado el paso inconscientemente. Respiro profundo e intento controlarme, caminando lo más normal que puedo sin aparentar querer salir corriendo en cualquier momento.

Me detengo en un pequeño puesto de revistas, fingiendo que una de ellas llamó mi atención, la tomo y comienzo a hojearla. Luego saco mi teléfono y pretendo leer un mensaje que no llegó, mirando a mi alrededor de vez en cuando como si buscara a la persona que «me escribió»… aunque la realidad no se aleja mucho, pues mi intención es ver si realmente me siguen o son cosas de mi cabeza.

No veo nada fuera de lo normal, las personas circulan con normalidad a mi alrededor, evitándome cuando llegan a mí, ya que les bloqueo un poco el paso. Todo luce aparentemente normal, y concluyo que esa sensación fue cosa de mi imaginación y paranoia al saber que Henri está por ahí suelto.

Sin embargo, no puedo bajar la guardia por más que quiera…

—¿Desea comprarla, señorita? —me pregunta el señor encargado del puesto, mirándome de forma amable.

—No, gracias —le doy una pequeña sonrisa, que debió parecer más una extraña mueca—. Solo miraba.

Sigo mi camino hacia mi destino con precaución, aún sintiendo lo mismo que cuando salí de casa. Esta sensación comienza a desesperarme, me causa una enorme impotencia no saber con certeza si me siguen o no, además que mi mente no me deja tranquila al pensar que sí sea cierto, y eso me asusta.

Si de verdad se trata de Henri, lo que menos quiero es guiarlo hasta el Allexia Mourie; una de las cosas que se ha convertido en ventaja desde que terminé mi relación con él es que su falta de atención hacia mí los últimos meses lo llevó a ni siquiera importarle dónde queda mi nuevo trabajo… y pretendo que siga manteniéndose en secreto para él.

Tomo un desvío hacia la cafetería más cercana, tengo que perderme de la vista de quien sea que esté detrás de mí… aunque puede que realmente no haya nadie, pero prefiero prevenir que lamentar.

Es mejor que llegue un poco tarde a que realmente me pase algo malo.

Pido un café y me tomo mi tiempo en bebérmelo, a la vez que me distraigo con el teléfono sentada en una mesa cerca del mostrador, pues aquí me siento un poco más segura al saber que el barista siempre está allí y los clientes van y vienen muy a menudo.

Minutos después, aún me queda un poco en el vaso y, aunque ya está frío, me he negado a tomarme lo que queda a pecho e irme a trabajar por temor a volver a sentirme así, pero sé que no puedo atrasar más mi entrada al restaurante mucho más.

Me termino el contenido del vaso y voy al baño a retocarme la trenza, acomodando unos cabellos cortos y nuevos que están a su merced sobre mi cabeza. Me lavo las manos y me refresco un poco las mejillas con la humedad en las palmas, cuidando de no quitarme el maquillaje; incluso limpio un poco la encimera de los lavamanos con el propósito de distraer mi mente y terminar el recorrido hasta mi lugar de trabajo.

Voy casi media hora tarde, llevo aproximadamente cuarenta minutos en la cafetería y no puedo darme el lujo de seguir retrasándome, ya falté ayer y voy tarde hoy.

Doy una respiración profunda, mirando mi reflejo en el espejo hasta cerciorarme de que estoy relativamente bien, y salgo de allí en dirección al Allexia.

Siento un enorme alivio al no sentir de nuevo esa sensación de ser seguida durante lo que resta de camino, pero de todas formas acelero el paso para no llegar más tarde aún.

El chef Alphonse es lo primero que veo apenas entro e intento pasar desapercibida, pero fracaso.

—¿Cómo te sientes? —pregunta, inexpresivo, viendo cómo confirmo mi asistencia.

—Mucho mejor, chef.

No dice más nada, pero con su mirada me lo dice todo: quiere saber por qué llego tarde. Tiene los brazos cruzados, y su filipina se eleva un poco a la altura de los hombros debido a la posición, dándole la apariencia de ser más fornido de lo que realmente es.

Me siento como si estuviera en un episodio de Hell's Kitchen y el chef Alphonse estuviera a punto de hacer el papel del chef Gordon Ramsay, afortunadamente no tienen el mismo carácter… Alphonse cuida mejor sus cuerdas vocales.

—Siento mi retraso —tomo una postura que denota profesionalismo y madurez—. No volverá a pasar.



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En el texto hay: pasion, romance, proteccion

Editado: 13.07.2023

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