De repente llegaste a mí

Febrero

Leer las noticias deportivas mientras era receso era una manera para despejar mi mente. Desvío la mirada de la revista y observo que los demás profesores estaban conversando en una mesa dejándome completamente excluido de dicha conversación. Llega un momento de tu vida que te preguntas ¿por qué he llegado hasta aquí?

Yo tenía una gran carrera por delante. Era mariscal de campo, recuerdo cuando sostenía el balón y corría esquivando a todos para poder lograr una anotación. Recuerdo lo fabuloso que se sentía correr a toda velocidad, de llevar aquel casco pesado, me encantaba caer al suelo porque siempre me levantaba y seguía con el partido. Entonces, si era tan bueno en lo que hacía ¿por qué tuvo que pasarme aquel accidente?

Aprieto con mis manos la revista que sostenía y cierro los ojos intentando recuperarme de aquellos recuerdos tan felices que había tenido...

Me levanto de inmediato y coloco mi revista en mi mochila con intención de irme al campo, pero de pronto la maestra de arte se pone delante de mí con una sonrisa.

—Buenos días, entrenador York—dice alegremente. Se trataba de una mujer con un cuerpo curvilíneo, su pelo era tan rubio como el oro, sus ojos demostraban un potente color azul, sus labios eran carnosos y muy seductores. Su rostro era ovalado con su nariz tan fina y tenía un notorio lunar por debajo de su labio superior. Era bastante atractiva.

—Buenos días, señorita Collen—digo cerrando la cremallera de mi mochila.

—Hoy es viernes. Me preguntaba si tiene algo que hacer después de clase, podemos salir con los demás maestros—dice suavemente, pero alegre.

—Lo lamento tanto, pero tengo que trabajar después de clases. Creo que será después—miento debido a que los viernes no trabajo en el gimnasio. Un poco apenado por el rechazo, la señorita Collen se mostró desilusionada ante mi excusa. Entonces se despidió diciendo que algún día me sacará de la rutina.

Caminé por el pasillo muy concentrado en ir hacia el campo de futbol, pero de ponto siento una enorme presión en mi rostro haciéndome caer hacia el suelo de inmediato. Un balón de fútbol americano chocó con mi cara. Algunos alumnos quedan en silencio y otros hacen un murmullo de sorpresa ante aquello. Me levanto de inmediato y veo el responsable de aquella acción siendo Matt Lager quien me había lanzado dicho balón. Le hice señas de que me acompañara, este maldijo y me siguió hasta llegar al vestidor.

—¿Se puede saber que te sucede, Matt? —pregunto obviamente molesto por su comportamiento—Eso claramente no fue un accidente.

—Usted está enfermo. Ashley solo es una adolescente mientras usted es un vejestorio, se lo advierto por ultima ve...

—No te atrevas a amenazarme—digo poniendo postura de autoridad—Ya te dije que no tengo malas intenciones con la joven Stone. No quiero más alboroto por lo que piensas, lo que has hecho fue una gran falta de respeto hacia mí, que soy tu entrenador. No quiero volver a hablar contigo sobre esto.

—Vi como usted le pidió algo a ella y tuvo que mostrarle su celular a usted. También vi que usted entró en el auto donde ella se va. No sea tan depravado, voy hacer que todo el mundo se dé cuenta de lo hipócrita y pedófilo que es—me empuja dejándome completamente desconcertado de sus palabras.

Dándome cuenta de que he ganado a un enemigo dentro de mi equipo y aquello me iba a generar muchos problemas. Podía sentirlo.

El día transcurrió normal después de mi conversación con Matt y si él estaba decidido en demostrar algo que no pasaba entre Ashley y yo, debo de estar alerta. Cualquier contacto con ella lo pueden utilizar en mi contra y la verdad no quiero tener problemas ni mucho menos darle problemas a ella.

Los viernes están dentro de los días que podía descansar ya que no me correspondía trabajar en el gimnasio, por lo que me dirige rápidamente a mi casa sin que nadie me viera perdiéndome en la multitud de estudiantes que se iban directo a sus hogares. Los viernes son días extremadamente movidos en Nueva York. Pues era el inicio del fin de semana, todo el mundo lo sabía.

Entré a mi apartamento y me senté exhausto en el sofá. De pronto se me ocurrió una gran idea que hizo que me levantara de inmediato del sofá. Saqué mi celular de mi bolsillo y decidido busco el nombre de Hayley para poder invitarla. Deseando de que no me contestara y con mis nervios traicionándome merqué.

—¿Hola? —pregunta Hayley con su voz suave, tierna y hermosa.

—Hola, Hayley... soy Trevor York... tu entrenador—digo nervioso. Camino de un lado a otro en la sala de estar con mi corazón palpitando más de lo común.



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En el texto hay: romance, amor, futbolamericano

Editado: 28.06.2019

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