COLT
—Chicos, ¿Pueden ayudarme a limpiar la sala? —preguntó mamá, al lado de Connor, comiendo una tostada con mantequilla.
Joseph bostezó y me empujó por el hombro. —Vas tú.
Le di una mirada de fastidio. —No, te toca a ti.
— ¡Ey! —Mamá nos llama la atención—. Nada de peleas, ambos tienen que ayudar.
Joseph se cruzó de brazos. —Yo te ayudo todo el tiempo, es Colt quien no hace nada.
Puse los ojos en blanco. — ¿Sabes qué? —doy un paso hacia atrás—. Voy a desempacar mis cosas, encárgate tú.
Joseph resopla. —Eres un tonto.
Me di la vuelta y subí las escaleras, moviendo mis ojos a las fotografías colgadas en la pared a un lado de ellas. Siempre me gusta ver una donde Brittany se disfrazó de conejo y nos obligó a Joseph y a mí a ser flores. No sé porque le obedecimos pero fue divertido, teníamos como nueve o diez años.
Bueno, supongo que yo sí sé porque le obedecí.
Brittany ha sido la chica, la única chica, que le aguanto absolutamente todo. Claro, siempre me gusta continuar con el juego que tenemos desde siempre pero nunca me he enfadado realmente con ella. Cada vez, después de alguna tonta broma, me hace sonreír.
Quizás solo me gusta ser un masoquista.
Llego a mi habitación y la maleta sigue en el suelo, abierta, con prendas revueltas. Nosotros llegamos ayer por la mañana y hoy llegará Brittany y su mamá en un rato.
Pensar en volver a verla después de unos meses me hace sonreír.
A veces me descubro a mí sonriendo mientras pienso en ella y me siento un gran estúpido. Lo soy, soy un estúpido por tener este continuo enamoramiento unilateral por la chica que jamás podré tener. Hay muchas razones por la que ella y yo no podemos estar juntos y la principal es que, siente más emociones negativas por mí que positivas.
Es mi culpa, todo este tiempo le he hecho bromas y he buscado como molestarla. Es divertido para mí, además, es muy natural entre nosotros ser así. Aunque nunca he querido lastimarla de ninguna manera, es por eso que soy cuidadoso de no hacer algo que la dañe físicamente y jamás la he insultado.
¿Quién rayos insulta a la persona que quieres? Yo no.
Aunque este verano espero que pueda dar, aunque sea, un solo paso hacia ella. Muy pronto me iré a la universidad y las cosas serán diferentes, ya no la veré tanto como antes y ella seguirá su camino sin mí.
Es por eso que tengo algo aquí, en mi maleta. Una carta y un brazalete, para su cumpleaños.
Brittany cumple años justamente en el último día que estaremos en esta casa por este verano y es el momento perfecto para entregarle esto y dejar que suceda lo que sea que tenga que suceder.
Lo cual, seguramente, será que deje de hablarme.
Pero aun no estoy seguro, quizás no lo haga. Quizás me arrepienta durante estos días y regrese a mi casa para ocultar esa carta en algún cajón y nunca darle ese brazalete.
—Ey, Colt —Joseph está en el marco de la puerta.
Miro por encima de mi hombro. — ¿Qué quieres? —pregunto.
Él camina hacia mí, se sienta cuclillas y mira el sobre. No hay objetivo en esconderlo, ya no importa. —Tienes que ayudar también.
Lo miro, deseando que me dejara un momento a solas. —Mira, he estado ayudando a mamá todo el tiempo mientras que tú salías con tus amigos de la escuela, ¿puedes hacerlo ahora?
—Yo también ayudo —reclama—. Todos ayudamos.
Sí, todos ayudamos pero a veces Joseph prefiere que yo haga todo lo que mamá no puede hacer porque está ocupada con asuntos de Connor.
Ahora que Connor ha crecido necesita un poco menos de atención pero ella siempre está pendiente de él y lo lleva a sus terapias, clases y con sus amigos. La mayor parte de su tiempo es para Connor, y no le sobra mucho para limpiar, ordenar o cocinar. Papá la ayuda igualmente, aunque él está ocupado con el trabajo.
Somos nosotros, los que solo estudiamos, que tenemos que hacer nuestra parte.
Allan nos ayuda, él vive cerca y llega casi a diario. Sin embargo, Joseph ha estado desprendiéndose de sus responsabilidades últimamente. Que por cierto, no son muchas. Solo se trata de ordenar y limpiar un par de habitaciones, pero él siente que le toma toda su libertad.
— ¿Qué es eso? —señala la pequeña caja de un tono rosado muy suave.
—Un regalo —digo, intentando lucir tranquilo.
Hace una mueca. —Um, ¿Para quién? —Lo toma—. Ya no tienes novia.
Se lo quito antes que lo arruine. — ¿Puedes salir de aquí?
Joseph bufa. —Eres un amargado —se sienta sobre el suelo con las piernas cruzadas—. Entonces, ¿Para quién es ese regalo?
Veo hacia la ventana. —Para Brittany —digo—, es su cumpleaños, bueno, será su cumpleaños y nada, se lo daré.
Entorna los ojos. — ¿Desde cuándo le das regalos a Britt?
Pongo los ojos en blanco. —Desde siempre, es su cumpleaños, ¿Qué hay de raro en eso?
Joseph suspiró y se rascó el brazo. —Colt, ¿Por qué juegas con los sentimientos de Britt?
—No hago eso —dije, molesto que pensara tal cosa—. No juego con ella de ninguna forma.
Bufó. —Ustedes se la pasan peleando todo el tiempo pero es obvio que… —dejó de hablar—, mira, ¿te gusta o no?
Tenía la opción de mentirle y decirle que no, pude haber seguido utilizando la misma respuesta de siempre pero ese día, solo quería que finalmente mis sentimientos se materializaran si los decía en voz alta.
—Sí —afirmé—. Ella me gusta.
Joseph me observo unos segundos y luego, miró hacia la ventana. — ¿Entonces, qué sucederá con la universidad?
Su cambio de tema me confundió pero estaba agradecido que no le haya prestado mucha atención al tema de Brittany. —Um, iré a la universidad.
Él junto sus cejas. —Lo sé pero, ¿En Santa Julia? —preguntó, como si no supiera que ahí está la mejor escuela de leyes.
—Sí —dije, entornando mis ojos.