De Viaje A Chile

20 de Enero.

Eduardo.

—¿Que te han dicho?...—mientras volvía de la realidad, lo primero que me recibía a esta, fue la voz de Gonzalo, se escuchaba apagada, como si no quisiera llamar mucho la atención—¿Puedes entretenerlos hasta mañana?, no creo que lleguemos tan rápido, son casi ocho horas de vuelo—se escuchaba preocupado, y muy serio, esa alegría que siempre brotaba de su voz ahora no estaba presente en el—¿No puedes?, pero enserio, no creo llegar tan pronto, aunque compre los boletos más tempranos—voltee a varios lados de la habitación pero este no estaba, la única que me estaba haciendo compañía era Luna desde su pequeña cama—Entiendo, bueno Valeria, nos vemos mañana entonces.

Yo me quede aun en cama analizando un poco la situación que estaba viviendo en estos momentos, me senté en esta para esperar a que Gonzalo regresara al cuarto donde me encontraba, se escuchaba desde la otra habitación como trataba de tranquilizar su llanto, posiblemente las noticias que recibió no fueron las mejores, dejándose guiar por sus emociones. Después de unos segundos, Gonzo regreso con la mirada perdida, no durmió muy bien y sus ojos rojos lo hacían notar.

—¿Todo bien?

—No… me dijo Valeria que, si no llegaba hoy, el desalojo va a comenzar y… puede que no sea un reencuentro muy bonito.

—¿Estás bien?

—Quiero un abrazo…—no mencioné nada, solo extendí mis brazos esperando a que Gonzalo llegará hasta a mí, para así, cubrirlo entre mis brazos.

En cuanto lo cubrí por completo Gonzalo comenzó un llanto que por poco me contagia, por más que intentaba tranquilizarse no lograba hacerlo, los volúmenes de sus sollozos eran muy altos, como si algo dentro de él se estuviera quebrando, ese niño alegre y carismático ahora parecía muerto.

—¿Qué pasó Gonzo?

—Mi papá… no ha entendido nada—dijo tratando de controlar su respiración, soltándose del abrazo para limpiarse las lágrimas con desespero.

—¿Cómo?

—Hoy lo van a desalojar, pero aun así sigue siendo agresivo, y…—aunque Gonzalo quería contarme lo que pasaba, su llanto no se lo permitía.

—Ya, mejor hay que tranquilizarnos…—el llanto de Gonzalo solo aumentó, con facilidad se podría escuchar desde afuera de la casa—Ay Gonzo—no sabía qué hacer, Gonzalo nuevamente me abrazo con fuerza, provocando que mi pecho se comenzaba a sentir muy húmedo por las lágrimas de este, mientras que sus manos se aferraban cada vez más en mi espalda.

Luna se dio cuenta de la situación, acercándose a donde ambos estábamos mientras trataba de buscar la cara de Gonzalo, y como no lo podía lograr, ella también comenzó a llorar mientras rascaba con desesperación las cobijas de la cama.

—Por favor Gonzalo… vamos, tenemos que estar tranquilos—mis intentos de tranquilizarlo eran inútiles, no tenía intenciones de detenerse.

Al ver que era necesario dejar que Gonzalo sacara todo lo que en este momento estaba cargando encima, todo lo que lo estaba ahogando en el mar de desesperación en donde se encontraba naufragando, lo único que pude hacer fue brindarle mi apoyo con el abrazo que le brinde desde que lo vi entrar a la habitación.

Poco a poco su llanto se tranquilizó, pero la atmosfera de emociones que se había creado seguía igual, lo que se me ocurrió para desaparecerla fue intentar que Gonzalo se quedara dormido para así el podría descansar su mente un rato, rascando suavemente su nuca o simplemente dejándolo inmóvil, pero de igual manera no lograba hacerlo dormir, siempre se movía buscando una posición más cómoda en mi pecho, que ya se encontraba húmedo por sus lágrimas que aún no cesaban del todo.

—Oye Gonzo, ¿te acuerdas cuando llegamos aquí?, ¿cómo estaba este lugar? —pregunté observando las maletas listas que se encontraban en la esquina de la habitación, pues como Gonzalo no quería dormir, preferí hacerle olvidar el dolor, por lo menos en este momento.

—Si…

—Mira hacia la esquina… esas mismas maletas que están por ayudarnos a salir hacia la casa de tus padres, fueron las que nos ayudaron a llegar aquí. Esa noche donde ambos estuvimos toda la madrugada buscando un hotel. ¿Recuerdas?

—¿A qué quieres llegar?, solo me harás llorar más—Gonzalo levanto su mirada para mirarme fijamente.

—A que… desde ese día solamente nos han pasado cosas que nos ayudan, ¿No? Veamos esto como un viaje de aprendizaje. Sé que esto no logrará animarte o quitarte este miedo que tienes, pero solo… quiero esa sonrisa de vuelta, esa que me conquistó… Por favor Gonzo, odio verte así, nunca lo había hecho, pero ahora que lo veo, lo detesto.

—A mí no me gusta sentirme así, pero la llamada de Valeria me hizo cuestionarme si ir o no.

—Vamos… necesitas aclarar algunas cosas, créeme que si te arrepientes lo lamentaras toda tu vida—comencé a acariciar el rostro de Gonzalo intentando limpiar las lágrimas que se quedaron marcadas.

—Por favor Eduardo… no me dejes en estos momentos.

—Por favor, ¿Que se sentiría vivir sin ti el resto de mi vida?... Feo, muy feo, así que no, no te dejaré, y si lo hago es por pendejo.

—Mi mamá ya sabe que voy a ir…

—¿Enserio?

—Y dijo que no me quería ver—nuevamente hundió su cabeza en mi pecho amenazando con volver a llorar.

—No creo que haya dicho eso.

—Valeria no es el tipo de personas que miente solo para ver el mundo arder. Aparte no solo ella sabe… Mis hermanos también.

—Eso es bueno, ya no llegaremos de sorpresa.

—Ellos no saben sobre ti amor. Ni siquiera saben que soy gay.

—Aquí sí, ya no sé qué decir.

—Me quiero matar—esa voz entrecortada que se estaba percibiendo desde el fondo de Gonzalo inundo en mi ser un sentimiento que nunca antes había sentido por él, en estos instantes sentía que estaba perdiendo a mi Gonzo.

—No digas eso, si en algún momento pasa eso, me vas a dejar con un agujero que no voy a poder tapar.

—No quiero ir…

—Los boletos están comprados Gonzo, no te quiero obligar, pero en algún momento de tu vida tendrá que pasar.



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En el texto hay: chicoxchico, chile, gaylove

Editado: 27.12.2023

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