Men In This Town

Eduardo.

“Gracias por usar la aerolínea Volares, esperemos que les haya gustado el viaje, de igual manera esperemos que disfruten su estadía en Madrid”

La voz que daba finalizado el viaje, sonaba como las trompetas del fin en mi cabeza, casi salto y grito de la emoción cuando vi que aterrizamos, vaya martirio que estaba pasando estando dentro de este pájaro enorme. En resumidas cuentas, el vuelo se retrasó por un wey que no compro su boleto a tiempo, pero exigía viajar por que tenía a su madre enferma en este país, todo resulto una mentira y logro salirse con la suya, en parte me recuerda a mí.

Antes de subirnos, Gonzalo logro conseguirme una pastilla para dormir, pero cuando la eche en mi vaso de agua, me dieron ganas de ir al baño, aunque no era cierto, solamente quería levantarme y caminar unos cuantos metros, vaya sorpresa que me lleve al ver que Gonzalo se había tomado el vaso con agua porque lo confundió con el suyo, todo el vuelo él estuvo dormido y yo sufriendo por que no podía conciliar el sueño.

La batería de mi celular murió a mitad del vuelo, así como la de mis audífonos casi al mismo tiempo, mala suerte que cargaba este día. El único que me hizo compañía un rato fue Iker, quien resultó ser una persona bastante filosófica, me gusta mucho su manera de ver las cosas, pero aun no logro comprender por qué aun teniendo una mente maestra siga recursando una materia en su escuela por dificultades técnicas, según él.

Al final la voz que dio fin al martirio, se sintió como la puerta al cielo. Rápidamente me puse de pie sin darme cuenta que la cabeza de Gonzalo estaba recargada en mi hombro, haciendo que se despertara con bastante molestia.

Cody parecía estar pasando lo mismo, pues se veía su mirada cansada, todo lo contrario, a Baruc, quien estaba metido en su libro, libro que acabo gracias al largo vuelo, no vi un momento donde no estuviera leyendo. Después de un rato, pudimos por fin bajar del avión para irnos del aeropuerto, mientras Iker, Cody y Baruc veían algunos detalles para poder retirarnos, Gonzalo y yo decidimos sentarnos a esperar, se notaba que la pastilla para dormir aun seguía afectando a Gonzalo quien se moría de sueño según sus palabras.

Suerte era la que se cargaba Gonzalo, pues habíamos aterrizado a las dos de la madrugada en Madrid, España, bonita ciudad si me lo preguntan. Cuando salimos se sintió un clima bastante acogedor, digo, uno medio cálido, casi frio, Gonzalo dijo que, si hacia frio, pero yo no sentía tanto eso, era un clima que para mí era encantador.

Todo el trayecto al hotel fue en silencio, todos tenían sueño a excepción de mí, incluso Baruc ya había estado cabeceando por la falta de sueño, mientras que por mi parte parecía que la energía se me había recargado en tan incómodo viaje.

La recepción del hotel fue otra cosa tediosa, ya todo estaba en orden, pero la señorita no encontraba las pulseras con las que puedes entrar al hotel, por ello tuvimos que esperar a que trajeran más para poder irnos a dormir. Agradezco al de arriba que, durante la espera en recepción, el sueño se apodero de mí, Gonzalo y yo nos dormitamos un rato en la banca mientras observaba vagamente como Baruc sacaba un segundo libro de su mochila. Este hombre debe ser uno muy culto.

Como si nuestra vida dependiera de ello, en cuanto nos entregaron las pulseras, tomamos nuestras maletas y casi corriendo nos fuimos a las habitaciones que nos correspondía, nadie dijo nada durante el trayecto, todos sabíamos a qué íbamos: a dormir. Pero el verdadero problema surgió estando en la puerta.

Se suponía que habían rentado dos habitaciones, una donde se quedara Cody con su pareja y otra para Gonzalo y para mí, pero en ningún momento contemplamos a Iker, quien se sintió excluido por ello. Después de hablarlo un poco, decidimos que Iker se quedara con nosotros, aunque Gonzalo no lo sepa o no se haya dado cuenta en ese momento, lo hice para que ambos hermanos convivieran más, quizás les ayude en su unión como familia.

Así como entramos al cuarto, nos interesó poco como estaba, Iker rápidamente dejo sus cosas en el suelo y se hecho en el sillón-cama que estaba en la primera habitación, que era sala, cocina y comedor en uno solo, por otro lado, Gonzalo se dirigió a la cama que estaba a mano derecha. Esta me encanto, era enorme y se veía bastante cómoda, casi me gritaba para que fuera hacia ella, pero decidí cenar algo antes de ello.

En la cocina no había nada, solamente unas latas de refrescos, en la alacena trastes que te ayudan para la cocina y unos cuantos vasos y copas. Quede un poco decepcionado, aunque también entendía un poco el por qué no había comida.

Lo único que pude cenar fue el paquete de galletas que Gonzalo había dejado abandonado en su mochila cuando salimos del aeropuerto, según se quejó porque tenía ganas de comer algo, y cuando le di lo mencionado simplemente lo guardo en su mochila y se olvidó de ello.

—Descansa Iker, nos vemos en la mañana —no recibí contestación segura por su parte, solo un “mjum” cansado y casi inaudible, si no fuera por lo silencioso que se encontraba el lugar, no me hubiera enterado de su contestación.

Entre a la habitación donde se encontraba Gonzalo ya acostado solo en ropa interior, al parecer se olvidó del “frio” que hacia según él, porque toda su ropa estaba regada por el cuarto y su cuerpo casi desnudo tirado en la cama, acompañando unos leves ronquidos que salían de su ser.

No quise despertarlo, así que como pude lo metí debajo de las cobijas y me acosté a un lado de él, dejando las galletas en el mueble que estaba alado de la cama.

—Descansa mi Gonzo.

[…]

—Buenos días dormilones —grito Cody entrando en la habitación junto con Baruc quien se veía desmañanado, sus ojeras eran notorias, así como su gran bostezo que dio al mismo tiempo que entraba a la habitación —Debemos de ir a un restaurante o algo para desayunar, vamos, arriba —como si de niño pequeño se tratase, Cody se subió a la cama donde estábamos, brindando y gritando que ya nos levantáramos.