Gonzalo
Al escuchar la voz de mi padre, una corriente me recorrió todo el cuerpo invadiéndome de un miedo, era como si un deja vu me golpeara en lo más profundo de mi memoria, recordar todo aquello que pase en mi infancia y aun sentir que no me puedo deshacer de ello, me hace sentirme más que inútil ante esta situación.
—¿Quién es ese y que quiere? —Pregunto Eddy, quien estaba detrás de mí, me sobresalte al escuchar su voz tan ronca, más aún al cruzarme con su fatigada mirada, quizás este enojado conmigo por haberlo despertado, ser el responsable de perjudicar su sueño anoche… Me puse un poco sentimental ayer en la madrugada.
—Mi padre de seguro, tengo miedo, no quiero abrirle, tengo que llegar a la sala y abrirles a los demás, están afuera esperando, pero no quiero salir… ¿Qué hago?
—Menos dramas…—Eddy quito la silla y abrió la puerta sin ningún titubeo.
—¡¿Qué te he dicho del seguro-
—Tenemos cosas que hacer, luego nos regaña como si fuéramos escuincles pendejos, con permiso…—Eddy me tomo de la mano para salir de la habitación como si nada. Mi padre se quedó presenciando algo confundido, aunque de igual manera molesto.
—¿Qué te pasa? Recuerda que estas en mi casa, ¿esa es la forma de hablarle a alguien mayor?
—Con permiso dije, ahora nos vemos. —No podía creer que Eddy le estaba hablando a si a mi padre, estaba preparado para todo, pero sorprendentemente no sucedió nada, mi padre se quedó de pie en la puerta de mi habitación con los brazos cruzados mientras Eddy seguía caminando en dirección a la sala.
Durante el camino Eddy iba susurrando cosas que no entendía del todo bien, pero por lo poco que comprendía eran quejidos por su notoria molestia ante toda esta situación.
—Tienes que medir tus palabras Eddy, no quiero problemas en estos días y menos con él, por favor leoncito.
—Que ese wey entienda que no es la única verga en el mundo.
—Es mi padre del que estás hablando, te exijo respeto para él, por favor. —Eddy se detuvo al final de las escaleras, por unos segundos se quedó inmóvil hasta que volteo a verme con una sonrisa más que fingida.
—Tienes razón, está bien, como es la persona más buena del mundo acatare las ordenes de alguien como él.
—Estamos en su casa, no nos queda de otra…
—Abre los ojos y deja de ser tan sumiso, me encanta cuando lo eres, pero no ante estas situaciones, no seas un títere más… Abre la puerta y deja entrar a los demás para que me regrese a dormir otros cinco minutos… Lo necesito. —Quería discutir este asunto con Eddy, pero sabía cómo se ponía cuando tenía sueño o hambre, es inútil dialogar con él en esas condiciones, así que preferí dejarlo pasar y abrir la puerta a mis hermanos que seguramente están hartos de esperar.
—Espero que no se hayan enojado porque los deje esperando por mucho tiempo.
—Lo dudo. —Menciono Eddy— Hay problemas más importantes que ese…—Eddy comenzó a señalar arriba, donde dejamos a mi padre que seguramente está más que enojado.
—Quizás pero aun así no quiero discutir con nadie en estos momentos, NADIE, ¿okey? —Eddy solamente rodeo los ojos y se echó en el sillón para descansar un rato más.
Me quede observando su silueta respirar por unos momentos, como me gustaría tener su temperamento, uno con el que cualquiera se intimida, o que mínimo hace que no lo vean indefenso, le envidio eso y más en estos momentos, con solo decir que quisiera estar igual de relajado como el en estos momentos donde siento que me orino cada cinco minutos por los nervios…
—Llegamos, ¿Dónde está papá? ¿mamá? —Pregunto Cody al entrar a la sala, pero lo ignore por completo para irme a sentar a un lado de Eddy. —¿Discutieron o algo así?
—Algo así, nada grave, pero si quisiera estar así de relajado como él. Mi padre se quedó arriba y mi madre no sé dónde está, tengo la idea, pero no la he visto desde que llegue anoche con Eddy, al único que he visto es a mi padre… está molesto.
—Como no, me imagino con el temperamento que se está cargando. —Rubén tomo asiento frente a mi mientras sacaba un gran suspiro. —Hace tiempo que no estaba aquí, ya me hacía falta flojear un poco en este sillón…
—Hablando de eso, ¿Por qué te fuiste de aquí? ¿Qué te hizo pelearte con mi madre? —Rubén rio nervioso mientras observaba a Valentina, quien evitaba el contacto visual con molestia e incomodidad.
—Luego se enteran.
—¿Pues qué hiciste?
—Nada malo, ¿cierto hermanita?
—En ocasiones me das asco. —Valentina subió por las escaleras en busca de mi madre quien seguramente estaba en su habitación.
—Ya se le pasara el coraje.
—¿Es una reunión familiar o porque todos se pusieron de acuerdo para estar aquí? —Ángel se veía diferente, mucho más demacrado, con ojeras notables y un aroma que levantaba muertos.
—Pues mínimo nos ponemos de acuerdo para eso, no como tú que ni siquiera te pones de acuerdo para darte un baño, ¿Qué tanto te metes? Apestas a muerto. —Menciono Rubén mientras se acercaba intimidante hacia Ángel.
—Que te valga, ¿No?
—No ángel, no nos vale porque eres nuestro hermano y nos preocupas, me preocupas, no es normal que estés así, ¿Por qué lo haces? Sabes que la primera vez es sensacional, pero después no vuelve a sentirse igual, deja de consumir cosas que no. —Dijo esta vez Cody mientras se acercaba poco a poco a Ángel, quien estaba a la defensiva.
—Mira, metete en tus propios asuntos, no hago nada malo, solo que he estado algo… Mal para tomar una ducha, pero no me meto nada, que horror que mi propia familia no confía en mí.
—No es superstición, Ángel, tienes los dientes negros, no es normal…
—Metete en tus asuntos, sino te arrepientes después… ¿Verdad Gonzalo? —Sabia a lo que se refería, cosa que Cody aún no estaba enterado sobre aquella fotografía que Ángel me había mandado el día anterior.
—Déjalo Cody. Él sabe lo que hace, ya no es un niño… solo que, por favor, si toma un baño, no es agradable el aroma.