Sasha López
Hoy tiene salida mi bebé, estoy ansiosa por traer a mi hijo a casa, a menos hasta el momento he logrado que Mario, no le haga la prueba de ADN. No se cuanto tiempo, podré sostener esta mentira, pero en este punto, haré cualquier cosa, por darle lo mejor a mi bebé.
El infeliz de Pablo, no se ha vuelto a aparecer por aquí, pero definitivamente que es lo mejor, su presencia si que arruinaría mis planes por completo.
Empiezo a arreglarme para estar lista, cuando Mario pase por mí pqra ir al hospital, quiero ponerme en plan de conquista, Mario caerá en mis redes si o si. Mi hijo necesita un padre y él es el candidato perfecto, ya hasta cree serlo el muy idiota. Mario es guapo, pero no es mi tipo, a mi me gustan los chicos malos, esos mal hablados, con tatuajes en los brazos, los que te tratan como una cualquiera y te someten, con sus encantos de chico rudo. En cambio Mario, es como los muñequitos de torta, que ponen para adornar los pasteles de boda, todo mudosito, bien vestido, correcto, con bueno modales, seguro que hasta en la cama es así, pero bueno es lo que hay y toca aprovecharlo, al menos mi niño tendrá un buen ejemplo, como figura paterna.
El timbre de la puerta, me saca de mis locos pensamientos. Dejo lo que estoy haciendo y camino hasta ella, para abrirla. Para mi sorpresa, me encuentro con tres hombres que traen cada uno un enorme ramo de rosa negras, por un momento me siento un poco abrumada, por el color oscuro de las flores, pero luego me recompongo, cuando medito en que flores son flores.
—Buenas tardes—Saludo.
—Buenas tardes, contestan los hombres. ¿Es usted la señora Sasha López? —Pregunta uno de los chicos.
—si, soy yo—Contesto.
—Esto es para usted—Responde el hombre.
Me hago a un lado, para permitir que puedan ingresar a mi modesto apartamento, los ramos son enormes, el olor que deprenden las flores es exquisito, pero sigo impactada por el inusual color.
—Me firma aquí, por favor—Dice uno de los chicos.
—Claro—Respondo—¿Sabe quién los envió?.
—En la tarjeta esta el remitente—Responde el chico.
Los acompaño hasta la puerta, para cerrarla una vez han salido del lugar. Con pasos apresurados y con la curiosidad al máximo, me dirijo hacia donde colocaron las flores y busco la tarjeta. Un hermoso, sobre color dorado, llama mi atención, lo tomo y leo la elegante tarjeta. Mis manos comienzan a temblar, mi respiración se agita, sienta una repentina opresión en mi pecho y un pánico indescriptible, invade mi ser.
—Esto tiene que ser, una maldita broma—Digo casi temblando—Tu estás muerta, estás muerta, estás muerta—Grito histérica.
—Samantha Tyler, está muerta. Esto debe ser una maldita broma, pero ¿De quién?.
Camino de un lado a otro, alterada, casi temblando. Quién envió eso, sabe lo que hice, sabe que mi hijo no es de Mario y con esto quiere asustarme, no es Sam, no puede serlo, los muertos no pueden enviar flores. Quien quiera que esté tratando de asustarme, no lo tendrá tan fácil.
En un ataque de histeria, tiro los ramos al suelo, y empiezo a pisar las flores, esparciendo los oscuros pétalos por doquier, mi apartamento queda hecho un caos, mientras en mi cabeza esta tomando fuerza otro. ¿Quién podrá estar detrás de esto?.
El timbre vuelve a sonar, pero me quedo petrificada. ¿Y si es otro arreglo?.
Camino temerosa hacia la puerta y con algo de temor la abro.
—Hola—Dice Mario, de pie frente a mí—Nos vamos—Dice en tono serio.
Como puedo intento, recomponerme, tomo la tarjetita, que aun traigo en mi mano y la arrugo, para que no pueda verla.
—Si, ya debemos irnos—Respondo, en tono serio—Ya regreso, digo mientras tomo la cartera, que está junto a la entrada y cierro la puerta ais espaldas, para evitar que Mario vea el desastre que acabo de hacer en mi apartamento.
Ya en el auto, camino al hospital, me siento un poco más calmada, por lo que intento, entablar una conversación con Mario.
—Ahora que nuestro hijo, esté en casa, supongo que nos mudaremos juntos—Digo, mientras miro por la ventana—Mi apartamento, no es lo suficientemente grande, por lo que creo que lo mejor es que vivamos en tu casa.
—Tú y yo, no vamos a vivir juntos, Sasha.
—¿Qué clase de insensible eres, Mario?—Nuestro hijo, se merece crecer en un verdadero hogar—Espeto molesta.
—Aun no estoy seguro que sea nuestro—Responde, enojado.
—Claro que lo es—Respondo.
—Solo estaré seguro, cuando hayamos hecho la prueba, mientras tanto, ni sueñe que jugaremos a ser la familia feliz—Dice, enojado.
—Es tu hijo Mario, te lo juro—Digo en un tono meloso, mientras paso mi mano por su pierna.
—Si estás tan segura, no entiendo porque te niegas, a hacer la prueba de ADN, Sasha.
—Solo no quiero, que nuestro hijo, siga sufriendo por pruebas y exámenes, Mario.
—Pues ya me documente y esa prueba, no causará ningún daño al bebé—Responde.
—Esta bien, haremos como tú quieras Mario. Llevemos a Mario Jr a casa, y planeamos con calma, en que momento le haremos la prueba—Digo intentando, sonar serena.
Maldita sea, tengo que buscar la forma de que esa prueba de ADN, salga positiva a como dé lugar.