Debajo de un árbol de espinas, me enamoré

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La joven busca en todo el palacio sin poder encontrar al joven, lo buscó en el jardín, en sus aposentos y en el campo de entrenamiento sin éxito alguno (¿donde se habrá metido?) se preguntaba la joven, mientras caminaba por los alrededores del palacio encontró una puerta escondida detrás de dos sauces cubiertos por la nieve, pues Milenio siempre está congelado, su curiosidad pudo con ella haciéndola entrar.

Lo que encontró detrás de la puerta era un hermoso jardín y en el centro de éste había un árbol con una enredadera de espinas, debajo de éste estaba el joven al que había buscado por todo el reino, la joven camino hasta él y se recostó a lado del joven.

-¿sabías qué te he estado buscando por todas partes?- le dijo la joven observándolo.

-¿La princesa buscándome? Creí que me había escondido bien de ella- dijo girando su rostro quedando a pocos metros de ella y observando ese color violeta en su mirada.

La joven le dio un ligero golpe en su estómago, causando la risa del joven- ya que el joven caballero ya no quiere verme y me odia, tendré que ir a hacer mis deberes de princesa- dijo fingiendo tristeza mientras se levantaba de su sitió, a lo que el joven la detuvo sonteniendo la mano de la joven.

-Eso es trampa adelaide, sabes que tú eres lo más importante para mí- dijo haciendo que la joven se sonrojara levemente.

-Lo sé pero has estado muy misterioso estos días- dijo mirándolo con preocupación a lo que el joven sintió ternura- Desmond sabes que puedes contarme lo que sea.

-Tranquila no me sucede nada, sólo quería relajarme un poco- la joven lo observo detenidamente, su cabello oscuro y desordenado que tanto anhelaba pasar sus manos por él pero no lo hacía por miedo a que se sintiera incómodo, esos labios rosados  y esos ojos azules que siempre la analizaban.

-Puedo dejarte a solas para que estés en paz- dijo.

-No, quedate- La joven observó que tenía las mejillas sonrojadas- tu presencia me da paz.

Sonriendo, la joven asintió y se recostó en el césped congelado, por suerte tenía su abrigo que la protegía del frío, el joven la acercó hacía él quedando a pocos centrimentros pero ninguno de los dos hacía o decía nada, el simple hecho de mirarse los mantenía conectados uno con el otro, la joven se recostó en el brazo del joven mientras se miraban, ambos sonrieron y miraron hacía el bello paisaje que tenían enfrenté.

Cuando empezó a anochecer el joven volteo a ver a la joven y se dio cuenta que se quedó profundamente dormida, el joven observó su rostro mientras se preguntaba ¿si en algún lugar había algo más bello que la princesa? (Imposible) pensó, para él no había nada que se comparará a esa joven de piel pálida, su nariz refinada con las mejillas levemente sonrojadas, labios rosas y delicados que lo hicieron querer rosarlos con los suyos, y esos ojos violeta que le encantaba admirar.

El joven se levanto con la joven en brazos para ir al palacio, en el camino se encontró con los otros tres caballeros quien al ver a la princesa corrieron preocupados.

-Está bien tranquilos, solo está dormida- al escucharlo los tres jóvenes suspiraron con alivió- la llevaré a sus aposentos para que pueda descansar- los jóvenes asintieron dejandolo pasar.

Al llegar a los aposentos de la joven, Desmond sintió una necesidad de tener a la joven con él y con toda su fuerza de voluntad, la dejo en su cama para después salir y ir a sus aposentos a descansar.




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