—¿Así que aquí estabas? —dijo con una sonrisa cálida.
Ella no dijo nada, solo observaba el pueblo desde su ventana, llevaba dos semanas encerrada en su habitación, no hablaba con nadie y sus amigos comenzaban a preocuparse, siempre fue muy alegre y le encantaba pasar su tiempo con ellos.
Por eso ella no salía, no quería que miraran a la princesa que no podía ayudar en nada para salvar a su pueblo, la barrera había caído y no podía hacer nada para establecerla, todo por un simple miedo.
Desmond se acercó hasta ella y la sostuvo en sus brazos para después meceerla mientras ella derramaba sus lágrimas.
—Shh, no es tu culpa, nada lo es—se sentía miserable y al fin estaba soltando todo lo retenido—pronto podrás hacer uso de tu don pero si sigues así, no podrás lograr nada, deja de pensar que eres una carga para todos.
No dijo nada y dejó que la consolara hasta que comenzó a cansarse y cerrar poco a poco sus ojos, al verla en ese estado Desmond no sabía que hacer, estaba confundido y lo único que podía hacer era consolarla, la dejó en su cama para después reunirse con sus compañeros.
Estos al verlo esperaron a que llegara para saber de la situación, pronto vendría el enemigo y tenían que hacer algo con la barrera.
—¿Cómo está? —preguntó uriel.
—Está bien, solo está deprimida—en su mirada se podía notar lo frustrado que estaba—no se que hacer, lo único que puedo hacer por ella es abrazarla y dejar que lloré, yo...yo ya no quiero verla así.
Todos lo comprendieron, podían sentir su tristeza a kilómetros y eso los frustraba, querían que volviera a ser la misma princesa que bromeaba y estaba con ellos haciéndolos pelear por cualquier cosa insignificante.
—Esos malditos, de no ser por ellos estaríamos como antes— eso hizo que recordará las palabras de los rebeldes.
(Al Señor de las tinieblas le dará gusto saber que sigue aquí)
—¿Qué sabemos del Señor de las tinieblas? —Connor encontró la pista que necesitaban —¿Recuerdan el sello del cuento?
—¿El que nos contaba la reina a todos? ¿Sobre un Rey Oscuro? —dijo Heros.
—Si ese, por lo visto aún no puede dejar el castillo—dijo pensativo— por eso los rebeldes hacen su trabajo pero son unos inútiles, no tardará en salir de ahí.
—Espera Connor, ese es solo un cuento de niños, la madre de Adelaide la contaba para que durmieramos temprano—Uriel tenía sus dudas sobre ese cuento, sonaba muy aterrador.
—¿Y qué sí fue real? — todos aceptaban que tenía razón —ya no está la Reina por eso quiere a Adelaide pero solo queda algo que no cuadra.
—¿Qué es? —preguntaron al unísono.
—¿Por qué querer a Adelaide viva, en lugar de sólo matarla?
—Tendremos que averiguarlo, si logra salir no sabemos si podremos contra él, solo hay una persona con el suficiente poder y es la princesa pero aún no sabe el uso de sus dones—a Desmond se le ocurrió una idea en ese momento.
—¿ Y por qué no hacer que los use? —captó su atención muy rápido.
—Pero no sabe usarlos ¿como quieres que lo hagamos? —
—Adelaide se deja guiar por sus emociones, utilicemos eso como una ventaja, si logramos hacer que las saque a flote podremos averiguar más sobre ellos. Se que suena loco pero es lo único que tenemos—
Todos lo apoyaron, si era la única forma de que la princesa pudiera saber de sus dones y controlarlos, harían lo que fuera por la paz del Reino. No sería una cosa fácil pero aún así lo intentarían.
#34106 en Novela romántica
#15978 en Fantasía
primer amor, princesa heredera al trono, romance amistad demonios
Editado: 01.09.2020