Debajo de un árbol de espinas, me enamoré

10

—Inténtalo otra vez— llevaban entrenandola tres días y no le daban ni un respiro.

—Es... Espera n...no puedo más, dame un respiro— sentía que se ahogaría en cualquier momento si no descansaba.

— Una princesa debe resistir todo Adelaide, sigue esforzandote— ella frunció el ceño y lo fulmino con la mirada.

—¿Quién dijo qué una princesa debe resistirlo todo? ¿Es que acaso no ves que cualquiera se puede quebrar ante cualquier cosa? Nadie es tan resistente, por eso se necesita a alguien que te apoye. — Él la observo y se agachó donde estaba ella.

—¿Qué harás el día que ya no estemos? —le susurro muy cerca de su rostro, ella palidecio al escuchar sus frías palabras, tenía razón, no siempre dependería de ellos pero no tenía porque decircelo de esa forma.

Desmond se levantó y acarició su cabello— Perdón, me excedí — y sin más se fue dejándola sola.

La confusión la hacía pensar mucho, sin darse cuenta llegó a la biblioteca y por alguna razón quizo entrar, rara vez entraba a leer y decidió relajarse un poco.

Era tan grande que pasó sus dedos por los libros. Uno llamó su atención por lo que se sentó en uno de los sofás y comenzó a leer.

Al parecer era un libro antiguo y no podía entender mucho, algunas palabras estaban escritas en otro idioma que no pudo descifrar, estuvo a punto de dejarlo hasta que miró un párrafo que si pudo entender:

"Incantesimo di reincarnazione"
 


 

Era un hechizo de reencarnación pero aquel que lo hiciera tendría consecuencias, nadie las sabía con exactitud, solo eran teorías. 
 


 

—Debe ser horrible pero es dependiendo de las circunstancias. 
 


 

Cerro el libro y salió para ir con los chicos que estaban todos en el jardín hablando. 
 


 

—¿De qué hablan tan serios? —Al oírla se tensaron. 
 


 

—Nada importante princesa, solo estábamos haciendo un plan por si el enemigo quisiera atacar— no se la trago, los conocía perfectamente que sabía cuando metían, decidió dejarlo pasar y contarles lo que había leído. 
 


 

—Seguramente no es verdad, no hay tal hechizo del que no sepas las consecuencias— comentó Connor. 
 


 

—bueno eso no se sabe— dijo Uriel tomándose el menton— no juzgues a la magia, hay secretos que no sabemos bien. 
 


 

—Eso es verdad pero seguro es poco probable ¿Quién se arriesgaría así por reencarnar? —dijo Heros acariciando su cabeza mientras sonreía. 
 


 

—Si, seguramente no es posible—dijo devolviendo el jesto. 
 


(...)

A lo lejos los rebeldes observaban a los cinco conversar.

— Atacamos ya? — preguntó la rubia.

—Aún no, ¿ustedes no se preguntan por qué el Señor Oscuro la quiere viva? — todos asintieron.

— Si es tan fuerte como dice ¿para qué tener una princesa inútil? —dijo la castaña.

—bueno, ese no es nuestro asunto— Tomás las observaba— Es simple, raptamos a la princesa y se la lavamos al Rey Oscuro.

—Se te olvida algo Tomás, la princesa no está sola.

— Tienes razón por eso tengo un plan— dijo sonriendo.

(...)

Todos disfrutaban de su conversación hasta que se escucho un ruido raro para después ver una luz azul surcar el cielo y caer a metros de ellos, dejando ver cuatro figuras dentro del humo.

Vamos debemos deshacernos de ellos! —asintiendo se dirijieron hacía ellos, la princesa iba a ir detrás de ellos cuando Desmond la paro.

—¿Qué haces? —preguntó.

—No dejaré que te lastimen, quedate aquí— dijo firme.

—No dejaré que hagan todo el trabajo ustedes.— dijo retandolo.

—Es una orden princesa.— dijo para alcanzar a sus compañeros.

Adelaide echaba humo por no poder ayudar pero sabía que se enfrentaría seriamente a Desmond si no obedecía.

Rápidamente fue rodeada por los rebeldes, tomando posición de batalla, la princesa esperaba ganar tiempo para que llegarán sus amigos y pronto se dio cuenta de que había sido un plan para que la dejarán sola y pudieran llevársela.

Te dejaron sola princesa— dijo con burla el rubio.

— Parece que esto está ganado, no sabes utilizar tus dones— en eso tenía razón pero había aprendido algunos trucos, por lo que sonriendo levantó su mano haciendo que una esfera saliera y alumbrara el cielo.

— Eres una... — fue interrumpida por la princesa — ¿joven inteligente? —dijo retandola con una sonrisa.

La rubia se acercó a ella para intentar golpearla pero Adelaide detuvo el golpe fácilmente, comenzó una pelea entre ambas por saber quien es la victoriosa.

— Si tanto me habían vigilado debieron saber que me entrenaron muy bien— dijo satisfecha con todo el sufrimiento que le habían hecho pasar su cuatro amigos.

— No sabíamos que hubieras aprendido tanto—

Los cuatro corrían lo más rápido que podían para llegar a ayudar a la princesa.

Hubiera preferido que no siguiera tu orden! — Comenzaba a irritarlo y si conseguían llegar a tiempo, mataría a Connor con sus propias manos.

Al llegar pudieron observar a los cuatro rebeldes llevarse a la princesa pero se les dificultaba ya que ella se rehusaba y se movía todo lo que pudiera con tal de que no se la llevarán.

Lograron derribar al pelinegro haciendo que cayera a lado la princesa, los otros tres rodearon a su compañero para darle tiempo a levantarse. Adelaide pudo safarse de las cuerdas, ya que eran muy idiotas para saber hacer nudos.

No sabía hacer mucho pero podía ayudar en algo, rápidamente levantó su mano y derribó a los tres con una esfera.

Rápidamente sus amigos la levantaron mientras atacaban a sus contrincantes para después llevársela y refugiarse. 



 




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