Estaba realmente cansada, la noche anterior había sido poco lo que había llagado a dormir pero tengo clases y no puedo faltarle a Estefan, lo metería en problemas, y por el momento no necesito más de esos, equipe mi mochila con todo lo que necesitaría en las clases y me asegure de que la hoja estuviera en el bolsillo de mi camisa.
No alcanzaría a desayunar porque ya era demasiado tarde pero por lo visto no fue la mejor idea, cuando iba a medio camino me empecé a marear, pero seguí mi camino resguardándome en el hecho de que eran simples mareos; pero cuando voltee la esquina que me guiaría a la puerta de Eliot, me sentí caer, recibí un fuerte golpe en mi espalda y cabeza y después simplemente todo estuvo en silencio, y la oscuridad se había apoderado de mí.
De pronto me sentí volver en mi misma y sentí un dolor de cabeza demasiado fuerte, abrí mis ojos pero estos no enfocaban bien, esperé un poco mientras parpadeando conseguía una mayor nitidez, y me encontré en una camilla dentro de un pequeño cuarto blanco que claramente pertenecía al único hospital que había dentro del pueblo.
Cerré los ojos pensando en lo que vendría ahora, y escuche la misma voz de la noche anterior hablándome, abrí los ojos y voltee un poco mi cabeza y ahora vi como el hermoso caballero elemental me estaba mirando con sus hermosos ojos grandes y con una sonrisa en su rostro que dejaba apreciar que poseía hoyuelos.
-por fin despertaste- afirmó el elemental, pero yo estaba tan ocupada apreciándolo que no respondí
-¿apreciando la vista?, ya entiendo por qué te desmayaste- dijo después de reírse ligeramente por mi falta de respuesta a su pregunta anterior.
-¿Qué?, no, ¿de qué hablas?- dije frunciendo ligeramente el ceño.
-te ves mejor si no frunces el ceño-
-ja, ja-
El solo resopló y se sentó en el asiento que había junto a mi camilla.
-sabes, no creí que la guardarías-
Me confundió un poco el debía empezar a ser más claro.
-¿de qué hablas?-
-mi hoja- yo recordé la hermosa hoja que volvía a la vida con mi toque y mire mi ropa, me decepcionó bastante encontrar que mi bolsillo estaba vacío.
-de seguro se me cayó cuando me desmaye-
-no,…-
-¿Cómo qué no?-
-si me dejas hablar te explico- yo sonreí a modo de disculpa y le hice una seña con la mano diciéndole que continuara.
-la tengo yo, la enfermera la encontró en tu bolsillo y la iba a botar, pero yo no dejaría que tu magia se desperdiciara-
-¿Qué magia?, ya te dije que no tengo magia-
-la tienes, aunque no lo sepas, yo te deje una de mis hojas secas, sin más, solo para que me recordaras; pero tú le hiciste algo, ahora, revive al toque de cualquiera que tenga magia-
-pero, ¿Cómo es posible que?...-
-debes tener cuidado, si se sabe que tienes magia, posiblemente te van a casar-
-¿Quiénes?-
-todos, el mundo mágico está en guerra, los ángeles caídos están neutros, los magos están con nosotros, pero hay muchos que son criados como humanos normales, que no saben de sus poderes, como tú y si las gárgolas, los gamuleos, los magos oscuros, o los centauros se enteran, tu morirás antes de que aprendas a hacer levitar algo y lamento decirte que ese es el hechizo más simple de todos-
Yo solo abrí los ojos, estaba muy asustada y mi corazón latía por mil, eso lo demostró la molesta maquina a la que estaba conectada, que marcaba mis latidos, escuche las pisadas de la enfermera viniendo hacia mí y también escuche las últimas palabras de Wyatt antes de desaparecer.
-seguiré viniendo, te protegeré lo mejor que pueda y si conseguimos que tu sigas con vida, tal vez te lleve a casa, a mi casa, a tu casa, a la casa de todos los seres mágicos; investigaré sobre ti, lo prometo-
La enfermera llegó, abrió la puerta de un tramacaso, seguramente pensaba que me estaba muriendo, sobre todo por el suspiro que soltó cuando me vio bien.
-no te asustes, sé que es extraño despertar en un lugar extraño, pero todo está bien ahora, llamaré a tu acompañante-
Eso me animó un poco, Estefan pronto estaría aquí con migo; o eso era lo que yo creía.
Pero me decepcioné de ver entrar por la puerta a rosa otra hermana del orfanato.
-sé que no tengo la cara más linda, pero te traes una mueca de decepción-
-perdón hermana rosa, es solo que esperaba a Estefan- la hermana que era ya un poco mayor, sonrió haciendo más notorias sus arrugas y dijo:
-eso se puede solucionar- y tras darme otra sonrisa vi como abrió la puerta que se había cerrado a su entrada y dejaba entrar a Estefan que cambió su mueca de preocupación por una de felicidad al verme bien.
-tu señorita, no vuelves a saltarte el desayuno y mucho menos si no cenaste la noche anterior-
-lo… lo siento, es que yo, iba tarde y pues no quería…-
-ya, está bien, de ahora en adelante desayunaremos en mi despacho antes de las clases-
Yo solo asentí