Diciembre 11. 5:36am
La alarma del reloj despertador en mi mesita de noche se enciende antes de lo imprevisto. Marca las 5:36am. Estiro el brazo y lo apago con un golpe seco. Vuelvo a acurrucarme con la almohada debajo de mi cabeza. "Diez minutos más" me digo mentalmente. Cuando creo que voy a quedarme dormida, escucho un golpe en el cristal de la ventana, después dos más. Entonces suspiro somnolienta y decido levantarme. Abro las cortinas y no veo nada. Recuerdo que vivo en el décimo noveno piso y que no tengo escaleras de incendios. "Tal vez fue un ave" pienso. Además el edificio más cercano está a más de cien metros de distancia. Juraría que parecían golpes de pequeñas piedras en el cristal de la ventana.
Tal vez solo estoy cansada por la mudanza, tal vez me estoy imaginando cosas, tal vez solo estoy siendo paranoica otra vez. Sin embargo vuelvo a mirar. Abro la ventana y el aire gélido me golpea la cara. Entonces lo veo; un ramo de flores negras con una tarjeta. Mi respiración se detiene por algunos segundos, exhalo. Tomo las flores y leo la tarjeta.
"Un Buen Día Para Morir"