— Liduara, ¿me puedes hablar más sobre esa magia? —preguntó Beltrán acercándose con curiosidad
—... Eh escuchado mucho acerca de ella, pero tanto a fondo no se mucho
— Yo tampoco, por eso quería que me explicaras
— Como puedes ver, no sé mucho acerca del tema, pero con respecto a lo que me mencionaste de los libros —se puso a pensar— hmm... Es algo interesante de investigar ¿no?
— Sí —sonrió.
— ¿Por qué tan feliz?
— Dijiste interesante y te estas poniendo en un modo investigador, nunca te había visto así, tan... —alzo la mirada— A dónde vas —fue a paso ligero para alcanzarla—, son muchas cosas... Muchas gracias por enseñarme aquel dibujo, me dio mucho en qué pensar
— A mí también, y ya sé que hacer
— ¿Qué piensas hacer?
— "¡¡Ay!! Por qué preguntara TANTO" —se decía—... Eres muy curioso —hizo una pausa— pero tu amiga Gaeda me da algo de curiosidad
— ¿Curiosidad?
— Sí, hoy cuando vi su magia...
— Haya, pues no es tan buena
— No me refiero a eso, bueno ya me voy, adiós
— Te acompaño
—... Me van a recoger
— Oh, entonces será para la otra, fue un placer haber conversado con usted
—... Adiós
— Adiós —sonrió.
— Hola Beltrán, nos vemos mañana
— Hasta mañana Gaeda —miró a Oria— ¿También ya te vas?
— Sí...
— En ese caso, me despido, fue un gusto conocerte y conversar contigo, no vemos
—... Adiós
— Gaeda, espérame
— ¿... Ah?, no me atrapas —miro a su yegua acariciándoles la tupe—. Vamos Alice
— Solo quiero hablar un momento con ella —dijo agarrando las cuerdas de la cabezada de su caballo— vamos Kaz —miro al frente para no perderle de vista a Gaeda— un poco más un poco más —miro a su costado— te alcance —dijo estirando su brazo para agarrar parte de la cabezada del caballo.
—... Estas... no hagas eso —dijo preocupada y miro a su yegua—. Alto Alice —se detuvo el caballo y miró a Beltrán— no vuelvas a hacer eso, que al te caes o me caigo
— Vale, no lo volveré hacer, pero no te detenías y yo solo quería hacerte unas preguntas, ¿Puedo?
— Sí, pero pensé que te ibas a ir con Julio y tus demás amigos
— No, y ellos no son mis amigos, excepto uno
— Haya, entonces cuales son las preguntas que deseas hacerme
— Es sobre —hizo una pausa—... ¿Has escuchado sobre aquel poder que muy pocas han logrado obtener?
— Hmm... Sí, ¿Pasó algo con eso?... ¿Sabes quién lo tiene? —pregunto sorprendida y con curiosidad.
—... No, solo quería saber si sabías algo sobre eso
— Pues verás, no se mucho sobre aquel poder, solo he escuchado algunos rumores, ya tiempo que no se habla sobre aquello después de aquella época
— Sí, recuerdo por lo que nos contaron en el colegio y nuestros padres
— Ajá, he escuchado que hay libros que hablan sobre aquel poder
— Sí, igualmente, ¿Sabes dónde se puede encontrar alguno? —preguntó Beltrán queriendo obtener una respuesta satisfactoria.
— No, lo siento, pero si llego a localizar algo te lo digo, pero... creo que en la biblioteca del colegio debe de haber, la verdad no sé en qué parte de ella ya que los libros antiguos están en otro lado por lo que no son muy utilizados, lo otro es yendo a la Biblioteca Nacional
— Lo mismo pensé
— Y porqué deseas saber ¿Eh?
—... Ah, por curiosidad
— Si es así, sí que eres muy curioso eh
— Gracias
— De nada —dijo orgullosa.
—... Fue sarcasmo, sar-cas-mo
— ¿...? No se te noto —rio suavemente— debes de hacerlo mejor
—... Si pudiera hacerte algo lo haría
— Eso depende de ti, pero no te atrevas a tocarme porque te costará muy caro
— Ni me lo digas, tuve que pasar por mucho hoy —dirigió la mirada a Gaeda haciendo una seña con la mirada que la culpa fue de ella.
—... —alzo su varita.
— No, no Gaeda no, no te e echo nada
— Me quieres echar la culpa por algo que posiblemente hice, pero no hice
— No, además no dije nada y si me haces algo no voy a ser el único que salga herido —dijo confiado dirigiendo la mirada hacia la yegua de Gaeda— así que tú decides
—... —le miro como queriéndole decir, vas ver no más.
— Así que yo gano —desvió la mirada hacia el frente
—... «Esto no va a quedar así» —se dijo soltando su mano izquierda de la cuerda de la cabezada e hizo puño y le tiro en la frente, haciendo como si se estaba estirando.
— Au, eso dolió —miro a Gaeda disgustado por lo que acababa de hacer.
— Ay, disculpa este que mi brazo se había adormecido y yo quería estirarlo para que este normal, no vez que tenemos que cabalgar por cinco horas para llegar a nuestras casas —dijo satisfecha.
— Si claro, te creo
— ¿Enserio?, muchas gracias en ese caso —dijo de una manera burlona.
— Fue sarcasmo... sar-cas-... ya bueno, olvídalo
— Ahora quién gano ¿eh? —hizo una pausa, mostrándose disgustada— Eso te pasa por molestarme
—... Pero si yo no te e echo nada, solo... —se calló.
— Vez ya lo ibas a decir, admítelo —dijo inquietada señalándole con el dedo índice de la mano izquierda.
— Esta bien, lo admito, pero no era para que me tires un puñete
— Tu te lo buscaste —se mostró victoriosa—. Así ¿Dónde estábamos?
— No recuerdo —dijo tratando de recordar.
— Hmm... Ya me acorde, nos quedamos en tu —levanto la mano izquierda— sar-cas-mo —dijo al fin de una manera burlona haciendo en forma de comillas con la mano izquierda.
—... —miro a Gaeda fastidiado.
— Ahora estas con tu cara de Shrek (Shuek), anda anda no es para tanto, además tu comenzaste y se dónde puedo encontrar ese libro —dijo de una manera culpable y considerada oír lo que se había burlado, tratando de cambiar el ambiente.
— Dónde —menciono fríamente.
— Pero primero cambia esa cara
—... ¿Y si no quiero? —dijo de una forma retadora tratando de ver que le respondería Gaeda.
— Pues, no te lo digo —agarro la cuerda de la cabezada de la yegua y jalo para el lado derecho— y me voy... Adiós
—... Eso no me esperaba —miro como se iba alejando Gaeda—. Ahora tengo qye volver a alcanzarla —agarro la cuerda de la cabezada de su caballo con ambas manos y empezó a cabalgar hasta alcanzar a Gaeda— ¡Gaeda!
—... Que chistoso —murmuro molestada—, la ventaja es que de esta curva me voy para haya —miro el camino de la derecha— y él se va para haya —miro el camino de la izquierda— dijo confiada e hizo parar a su yegua.
— Esta vez se detuvo —dijo aprovechando la situación y cabalgar más rápido—. Te alcance
— ¿Qué deseas? —pregunto de una manera melancólica.
— ¿Estas llorando? —se mostró preocupado.
— Hmm... no, pero a lo menos cambiaste de cara —sonrió.
— Me has hecho preocupar —dijo fastidiado y de una manera autoritaria.
—... —le quedo mirando y empezó a reír— Anda no tienes por qué molestarte y renegar por las puras, así no va ver cuando te diga y ya vamos a llegar al camino donde nos separamos —dirigió la mirada hacia el camino.
—... «Eso explica porque se detuvo... ¡Gaeda!» —se dijo así mismo fastidiado— «Pero sí que sabe pensar, eso quiere decir... No no no, eso no pasara» —se dijo alarmado.
— ¿Beltrán' Beltrán, Beltrán ¡Beltrán! ¡Una ramita Beltrán!
—... ¿Ah? —miro a todos lados, menos al frente— Auch, eso dolió —empezó a sobarse con la mano izquierda desviando la mirada hacia la rama del árbol que lo golpeo y luego miro a Gaeda que se estaba riendo—. Ahora si es motivo de reír, eso me pasa por distraerme —rio suavemente.
— Sí, bueno —detuvo a su yegua—, creo que ese libro lo puedo encontrar en la casa de mi abuela
— ¿De verdad?
— Sí —agarro las cuerdas de la cabezada—, hasta aquí llego yo, me toca irme por haya, adiós
— Adios, nos vemos mañana —se quedó mirando como Gaeda se iba alejando
— ¡Siiiiii! —dijo a lo lejos.