En secreto, el mundo siguió combatiendo a los Skrills durante cuatro siglos. En un pequeño pueblo ubicado cerca de la montaña Kaut; Eric, un chico bastante amigable e indiscreto vivía muy solo junto a su familia. Cuando el chico era un niño, vio morir a toda su familia siendo asesinada por su hermano que, se había vuelto un Skrill al sentirse inferior a los demás. El chico bondadoso observó aquel escenario de terror sin poder ayudar, pues él solamente era un indefenso niño
El muchacho siguió con su vida gracias a sus vecinos; el pueblo lo cuidó durante siete largos años en lo que recuperaba su sonrisa. Sentía rencor hacia las criaturas que una vez le arrebataron a sus padres, prometió vengar la muerte de su familia y acabar con todos los Skrills.
La vida del chico no fue siempre de colores. Él demostraba una gran felicidad, pero realmente se sentía destrozado y solo deseaba regresar al pasado para cambiar lo que ahora vivía.
Eric se encontraba caminando por las calles del pueblo Kaut, estaba regresando del bosque después de talar algunos árboles para el señor Shon, un hombre de la tercera edad quien fue abandonado por sus hijos.
—Te agradezco la ayuda, muchacho —Dijo el viejo compensando el esfuerzo del chico con unas brillantes monedas de oro.
—Muchas gracias, pero usted lo necesita más que yo. No busco alguna recompensa por mis acciones —Respondió el agradable chico.
—Lo sé, lo sé, pero aún eres joven, y te deseo una vida llena de felicidad.
El chico, además de ser reconocido como "aquel que lo perdió todo", también era reconocido como una persona muy trabajadora y amable; siempre ayuda a todos en el pueblo y nunca acepta recompensas por su esfuerzo. Todo el mundo queda asombrado por sus grandes acciones.
—¡Hey, Eric! ¿Puedes ayudarme a encerrar a los caballos? —Dijo un hombre a lo lejos, era un conocido de Eric.
—¡Claro! Yo lo ayudo —Respondió el chico con una sonrisa en el rostro.
El corcel se vendía bastante bien en aquel pueblo, pues casi siempre, los comerciantes pagaban con al menos veinte monedas de oro.
La infancia de Eric fue dura, creció sin padres que lo cuidaran, lo único que le quedaba era el pueblo y sus amigos. Aún perdiéndolo todo, Eric jamás ha renunciado a su bondad y siempre muestra una gran sonrisa ante cualquier circunstancia.
—Aún sigues teniendo pesadillas con aquella noche, ¿verdad? Tranquilo, sabes que aquí te apreciamos como a un hijo —Mencionó el viejo Shon.
Esas palabras motivaron al chico y le dieron fuerzas para seguir adelante sin importar el pasado.
—Sí. Aún sigo teniendo pesadillas, pero necesito continuar con mi trabajo.
Una noche de luna llena, el chico se encontraba en el bosque recolectando frutos para la cena, cuando de repente, un Skrill salta encima de Eric dejándolo abatido; el joven chico estaba muy asustado al verlo y no sabía qué hacer. De la nada, una figura oscura y extraña llega decapitando a la criatura usando una espada muy afilada, el movimiento que realizó pudo materializar algo de agua que le salpicó al chico.
Eric no tenía palabras, pues, casi es devorado y gracias a esa persona pudo seguir con vida. El chico vio que había una manera de combatir a esos monstruos y quiso ser igual a la persona que lo salvó para que algún día, pueda vengar la muerte de su familia.
Eric se levantó y el sujeto desapareció como si se hubiera teletransportado, el cuerpo de la criatura se iluminó de un tono verde y de un momento a otro; empezó a cristalizarse para después romperse como si de un cristal verde se tratara.
—¡¿Qué fue eso?! Esa cosa casi me mata, y ese chico me ha salvado. Necesito regresar a casa —Dijo Eric aterrado.
Regresó corriendo muy asustado, su corazón estaba tan acelerado que casi se desmayaba. Él vivía en una pequeña cabaña unicada en el bosque. Al llegar a casa, bloqueó cualquier entrada con tablones de madera, cogió un cuchillo y se cubrió con múltiples prendas. El chico se escondió y esperó hasta el amanecer para salir.
—Aquí me quedaré, y si alguien entra, lo cortaré en mil partes.
Fue la primera vez en la que sus ojos vieron algo espléndido, había observado cómo la sangre de un Skrill era derramada con crueldad. Lo entendió, había alguna forma de dañar a esos malditos; aunque, desconocía la técnica con la que ese hombre lo hizo, ¿con qué arma? Eric entró en dudas, pues anhelaba exterminar Skrills.
—Debo dormir, mañana iré a reclutar un equipo —Pensó.
De alguna u otra forma, se convertiría en un cazador de Skrills, así lo decidió y nada lo iba a detener.
Hace mucho tiempo, la O.A.S (Organización Anti Skrills) le ocultó la existencia de las criaturas asesinas a los habitantes de Ponos, para así poder ofrecerles una vida más tranquila sin miedo. Tal vez fueron egoístas, pero no querían alarmar a la multitud.