Defensores de Havenfield

CAPÍTULO IX

Es el día siguiente a la presentación ante el Presidente Alapín. Tercer día fuera de casa, sin mi familia. Hoy la Diana suena un poco más tarde y nos levantamos a las 05:00 para nuestro recorrido a trote alre­dedor del patio de los dormitorios. Troto sin hablar junto a mis amigos, excepto Damián, quien va liderando al Batallón 3.

Luego del trote y del baño de las 6 AM, me recuesto en mi cama para intentar asimilar este nuevo agregado a mi objetivo principal. Pienso en la vida que me tocará llevar, una vida de asesino. Pienso en qué haré si disparo y me doy cuenta que a quien maté fue a Natalia o alguno de los padres de Kate. Obviamente, no seré el mismo de nuevo. No quisiera re­gresar a casa con la vida manchada y el corazón hecho pedazos.

Los chicos entran riendo al dormitorio, acompañados por Dam, bromeando sobre lo gracioso que se veía uno de los soldados del Batallón 19, quien no se levantó para el trote y como penitencia le hicieron dar dos vueltas al patio, en ropa interior y con las botas atadas entre sí.

- ¡Te perdiste la diversión! –exclama Adriana, dirigiéndose a mí.

- Pobre chico, debiste verlo –agrega Kate.

- Debió haber estado para morirse de risa, ¿no? –digo, con serie­dad.

- Chicos, dennos un minuto a solas –dice Damián, mientras me siento al borde derecho de mi cama y él pasa a sentarse en la cama de al lado.

Damián, ese hermano que conoces en la calle, hermano de vida, que te conoce mejor que tu familia, con el que compartes, se ha dado cuenta que algo me está pasando y me dice:

- Sé que todo se puso cuesta arriba. Yo nunca te imaginé con un arma en las manos, matando personas por una causa y menos con nosotros en los Defensores. Cuando me enteré de lo de Naty, fue muy duro para mí. Es como mi hermana, sabes, y yo sé que para ti siempre significó algo más, Jordi. También tengo miedo de ser yo quien le dispare.

- Seguimos órdenes –le digo.

- Pero, en este caso podemos arriesgarnos.

- ¿Qué sugieres?

- Ya pensaremos en algo.

- Damián… –digo con tono inquisitivo.

- Con calma, hermano –ríe mientras me da un par de palmadas en el pecho–, ya pensaremos en algo. ¿Vamos con los muchachos a dar una vuelta?

- Vale.

La caminata es larga. Voy con el grupo, pero mi mente no. Estoy pensando en qué podría hacer para que nosotros cinco, además de Naty y los padres de Kate, salgamos con vida de nuestro inevitable des­tino. Pero no me dan las ideas en estos momentos. En lo que me doy cuen­ta, estamos llegando a los dormitorios, donde encuentro en mi cama una carta proveniente de casa, que, por más que quiera abrirla, no tengo tiem­po para leerla en este momento porque debemos irnos al comedor.

Son las 8:00 y es la hora del desayuno. Leitner nos dice que los Gio­van se encargarán de vigilar los entrenamientos (estoy impresionado con la cantidad de asignaciones que tienen los consentidos del Cuartel). Agre­ga que serán durante sesenta días, divididos en tres lapsos de siete días.

- Los primeros siete días serán entrenamientos cíclicos –concluye Leitner.

- ¿Entrenamientos cíclicos? –le pregunto a Damián.

- Sí, trata que en el día debemos pasar por distintas “estaciones” de entrenamiento. En cada estación trabajamos una actividad distin­ta, desde preparación física hasta manejo de armamento. Cada ci­clo debe completarse dos veces al día, una antes del almuerzo, otra antes de la cena.

- ¿Y con cuál vamos primero? –pregunta Kate.

- No lo sé –responde Dam–, hay que esperar que se nos indique.

Se oye difícil de hacer sin descompensarse físicamente, pero los re­tos me gustan. Será así a lo largo de una semana. Por un instante dejo de co­mer mis huevos revueltos con jamón. Respiro profundo y pierdo la mirada en algún punto de la pared frente a mí.

- Necesitas comer si quieres completar el día, chico voluntario –me interrumpe Kate.

- ¿Ah? –Digo regresando de mi lapsus de minuto y medio.

- ¿Qué tanto piensas?

- Nada, no es nada.

- Tienes miedo de que seas tú quien la mate, ¿verdad?

- ¿De qué estás hablando? –no comprendo en primer momento de qué se trata, pero reacciono y sé que es sobre Natalia–. Intentaré no disparar impulsivamente a lo primero que se mueva delante de mí que no porte uniforme gris –digo después de una pausa.



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En el texto hay: misterio, amistad, guerra

Editado: 02.10.2018

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