Sonido Perfecto.
Ryan.
Balas.
Luces parpadeando.
Gritos.
Sangre.
Todo eso, más el zumbido en mis oídos gracias al disparo hecho al lado de mi cabeza, mi única reacción a eso fue lanzarme al suelo, cubrir mi cabeza e intentar arrastrarme lejos, mientras las balas volaban a toda velocidad y una sombra se movía de un lado a otro lanzando cuerpos o alguna que otra extremidad.
Eso era una verdadera matanza.
Logro llegar a un rincón de la habitación y apoyándome en la pared consigo levantarme, el humo apenas y me permite ver. A un lado veo uno de los cuerpos con una colt ar-15, la tomo al igual que su visor de luz nocturna, camino entre el humo y le disparo a uno de los hombres que intenta dispararme.
Miro a mi alrededor y veo al tipo que me secuestró correr hacia el pasillo, lo sigo a pesar de que me duela todo.
Llego a unas escaleras y las subo con cautela, llego a una especie de sala que tiene un tragaluz en el techo, me quito el visor ya que la luz de la Luna alumbra gran parte de la sala, giro sobre mi eje al escuchar movimiento detrás mío y apunto a lo que sea con el fusil, una sombra está de pie mirándome fijamente, levanta sus manos y camina hasta quedar bajo la luz, bajo el arma al verla y sin dudarlo me acerco y la abrazo con fuerza.
Un acto que le toma de sorpresa.
—Estoy manchada de sangre por si no recuerdas—
Sonrío sobre su hombro.
—Me da igual— siento como sus brazos rodean mi cintura.
Nos separamos del abrazo pero aún tengo mis manos en su cintura, ella sonríe un poco al verme, pero se desvanece cuando sus ojos comienzan a brillar, y como si todo pasara de forma lenta ella me empuja hacia un costado.
El sujeto que me secuestró le apunta con el arma y dispara varias veces, ella las desvía con la telequinesis y estas impactan en la pared, cuando el hombre se queda sin balas ella aprovecha para acercarse, lo tomar por el cuello y lo levanta con una gran fuerza.
—Suéltame... fenómeno— suelta con la voz entrecortada por la falta de aire. Ella presiona con más fuerza.
A lo que abro los ojos al notar que está por asesinarlo, con voz suave pero firme le hablo:
—Deimon suéltalo, no vale la pena—
—Intentó matarte y mandó soldados a buscarme— lo dice con bronca.
—Hay muchos como él, matarlo solo implicaría desatar una maldita matanza—
Ella no responde solo sigue de espaldas a mí, como si se debatiera en obedecer o seguir su instinto, trago grueso e imploro que me haga caso, de esa manera evitaríamos que más cazadores nos persigan. Por suerte, luego de unos segundos lo suelta de mala gana. Él emite un quejido al impactar en el suelo, levanta la cabeza y se sujeta el cuello mientras toma bocanadas de aire.
—Debiste acabar conmigo, pero en vez de eso decidiste obedecer como un maldito perro— suelta una risa con dificultad— Se nota que no sabes tomar tus propias decisiones—
Ella lo mira con enojo, lo toma de la camisa y le estampa la espalda en la pared. De haberlo hecho con más fuerza le habría roto un hueso. Ella ladea la cabeza mientras lo observa. Con voz amenazante habla:
—Que no te mate, no significa que no vaya a torturarte—
Frunzo el ceño.
—Deimon, ¿a qué te refieres?— ella me ignora, acerca su boca a su oído y susurra algo en latín.
—Patitur (sufre)—
El rostro del hombre se vuelve pálido y sin demora comienza a gritar y a retorcerse de dolor en el suelo como si sufriera, como si lo estuvieran torturando. Me quedo estático en mi lugar sin poder quitar mi vista del hombre, hasta que una mano toma la mía y me jala para moverme.
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Entramos a la habitación del motel en silencio, uno muy incómodo, la miro con la intención de que ella me mire pero no lo hace, se niega a mirarme a la cara, lo único que hace es verse las manos manchadas de sangre para luego formar un puño.
Sé lo que está sintiendo en este momento, se odia a sí misma por lo que hizo, yo lo he hecho y es horrible saber que le has arrebatado la vida a alguien con tus propias manos.
Doy un paso hacia ella, pero se apresura en entrar al baño y encerrarse, agacho un poco la cabeza acompañado de un suspiro, doy media vuelta y en eso siento una presión en mi abdomen al igual que algo pegajoso.
Tomo el final de mi remera y la levanto con cuidado al sentir que se pega a mi piel, y veo el agujero en mi abdomen. Escucho el ruido de la puerta del baño abrirse y su voz llamándome, me giro aún con la remera levantada y con mi vista fija en la herida de bala.
—Maldición — la escucho acercarse y la veo apoyar su mano para intentar detener el sangrado— Mierda... Ryan... ¿Por qué no dijiste nada?—
—No sabía... hasta que sentí algo— hablo en voz baja.
—Esto es mi culpa, al momento de desviar las balas debí... carajo estás pálido... ¡Ryan!—