Déjame Amarte

SUS CELOS Y LOS MÍOS

— Sra. Berli, lo más probable es que su esposo haya sufrido una leve convulsión mientras dormía y en consecuencia quedó en un estado profundo de sueño o un estado similar al coma. Afortunadamente no presenta daños y podrá continuar con sus terapias al ritmo que lo ha estado haciendo hasta ahora —Explicó el médico de turno que me había asistido aquel hospital— 
Mi temor inmediato fue ese. Quedar dañado nuevamente a causa de aquel raro episodio que había padecido y sufrir un retroceso en todo lo que había logrado hasta ese momento pero Allah no abandonó mis sueños y me protegió de caer en una nueva desgracia. Podía mover las manos, los brazos, los pies, sostener la fuerza para flexionar las piernas y eso en verdad quitaba un gran peso de mi alma. 
— Mi Oğuz, el doctor dijo que te sentirás un poquito débil por el momento pero que te repondrás pronto —Dijo cubriéndome entre sus brazos— 
A su lado no sentía ningún temor, más bien todo lo contrario. Mi Agatha era mi fortaleza, mi sol, el aire que me mantenía con vida y la flor más hermosa que decoraba mis días. ¿Por qué debía sentir temor si ella era todo lo que yo necesitaba? 
— La casa está lista para recibirte de vuelta, mi amor y ya no en el sofá. Dormiremos juntitos otra vez y jamás volveré a descuidar tus sueños, mi cielo —Prometió llenándome de besos— 
Cuatro días después, me dieron autorización de volver a casa y finalmente recuperé el lugar que había perdido por idiota. 
No tienes voz, sin embargo te las ingeniaste para herir a tu esposa y a tu hija pero desde este momento Oğuzhan, andarás derechito por el camino del juicio adecuado —Me advertí a mí mismo mientras respiraba el delicioso aroma a limpieza que emanaba por toda la casa— 
Luego de un inevitable y necesario baño profundo, volví a disfrutar de la incomparable comodidad de mi cama. Mi cama y la de mi esposa que de tanto en tanto era invadida por nuestra pequeña y por Min. 
Volví a tener noches maravillosas, sueños felices y tranquilos al igual que amaneceres bendecidos por Allah con la gracia del amor y los cuidados de mí Agatha. Ya nada me perturbaba y desee que así fuera por siempre aunque muy probablemente aquello no me sería del todo concedido. 
— ¡Oğuz! Conseguí un nuevo gimnasio para ti y tu personal trainer será un hombre. 
¿Qué podía objetar al respecto? —Pensé— ¡Nada! Todo será como ella quiera. 
En mi primer día, Agatha me acompañó, muy probablemente para juzgar el lugar y ver qué tipo de personas frecuentaban aquel gimnasio. En el lugar asistían hombres y mujeres al igual que en todos los gimnasios, por lo tanto no podía desaprobar ninguno por otras presencias femeninas aparte de la suya. 
— ¿Y tú no trabajarás ese cuerpo? —Le preguntó a mí Agatha aquel personal trainer de nombre Sander. Un tal Sander Van Mirz— 
— ¿Yo? Con todos mis achaques, jamás podría —Dijo sonriendo— 
¡Un momento! ¿Por qué ella le sonríe a ese hombre? —Me dije— 
— ¿Achaques? ¿Qué achaques podrías tener tú? 
— Tengo y muchos. 
— ¡Bien! Convengamos que es así. Con más razón los ejercicios te harían mucho bien. Unos adecuados para ti, desde luego. 
— ¡Tal vez! Ya me lo había dicho mi doctora. Lo pensaré pero mientras te dejo a cargo de mi esposo. 
Mi terapeuta del control de la ira me había dicho que en algún momento pondría a prueba todos los resultados de mis sesiones y créanme. Aquel definitivamente fue el momento para saber si todas esas tediosas horas de terapias valían la pena.  
— Piénsalo y si te decides, yo me ofrezco para encargarme de ti. 
¿Encargarse de mi esposa? Eso jamás lo permitiré —Pensé con tanta rabia que lancé al suelo una de las mancuernas para bíceps— 
— ¿Oğuz? ¿Todo bien mi amor? 
— ¡Yok! 
— ¿Yok? ¡Oğuz! —Exclamó con una mirada de advertencia— Iré a visitar a mi hermano y pasaré de nuevo por aquí para irnos juntos a casa. Te encargo mucho a mi esposo, Sander. 
¿Qué descaro era ese? ¿Cómo podría yo trabajar con este hombre que pretendía profanar el cuerpo de mí Agatha que era como una mezquita sagrada, con sus métodos exclusivos de ejercicios? 
Cuando retornamos a casa no perdí ocasión en manifestarle que ya no quería a aquel Sander como entrenador y mucho menos que ella accediera al ofrecimiento que le había hecho. 
— No empieces mi cielo. No lo hagas de nuevo. 
No tenía intenciones de empezar ninguna pelea, únicamente le había manifestado mi decisión de no aceptar a aquel sujeto como mi entrenador y mucho menos que se hiciera cargo de ella. 
— ¿Porque no, Oğuz? 
¿Por qué? ¿En verdad me haría pasar por el estresante proceso de explicarle la razón? Por sus celos, me había salido del gimnasio al cual asistía y resulta que me lleva a uno donde el entrenador, con descaradas insinuaciones desea encargarse de ella. Yo no permitiré que ese sujeto coloque un solo dedo encima de mi esposa. 
Por momentos Agatha quedó en profundo silencio y pensé que quizás nuevamente me había comportado de manera incorrecta. ¿Acaso me propase con mis reclamos? ¿La ofendí? —Me pregunté aterrado— 
— Amor… tú sientes los mismos celos que yo siento y yo siento los mismos celos que tú sientes, pero yo te amo con toda mi alma y yo jamás tendría ojos para otro hombre. ¿Qué hay sobre ti? 
¿Sobre mí? Mi vida no es nada sin ella, mi Agatha es mi universo infinito, repleto de estrellas. La amo y la amaré inclusive después de muerto y jamás tendría ojos para ninguna otra mujer. 
Sentada sobre mi regazo y rodeada entre mis brazos, la convencí una y mil veces de cuanto la amaba. La llené de besos y con unas ganas que ya no cabían en mí, le insinué llevármela a la cama. 
— ¡Oğuzhan! ¿Qué propuesta indecente es esta? Aún no es de noche y mientras nuestra bebé esté despierta, no podemos. Hatice entra a la habitación y nos interrumpe.  
Eso es verdad —Pensé— 
UNA SEMANA DESPUÉS (LONDRES-PIMLICO) 
— ¡Mi amor! Tengo el esposo más guapo de este mundo —Dijo habiéndolo repetido antes como cinco veces— Más guapo que tu amigo, el novio —Me susurró— 
¿Y qué podía decir yo a cerca de ella? Todas las Diosas y Hadas caerían de la envidia ante toda su belleza y yo sin palabras para poder cansarla de tantos halagos —Pensé besando sus manos— 
Nos encontrábamos en Londres pues el gran día de mi mejor amigo Baymaz y de la Dra. Loan finalmente había llegado. Un día que si no lo estuviera viviendo en cuerpo presente, definitivamente no lo creería. 
— ¿Vas a mirarme de ese modo todo el tiempo? Si no dejas de hacerlo, juro que me pondrás nervioso y me convertiré en el novio fugitivo de la década. 
Aquel día no dejé de enviarle mensajes y es que de algún modo tenía que molestar a mi amigo pues juré que lo haría el día en que lo viera listo para ser arrastrado hasta el matrimonio. 
— Estás enamorado, amas a la doctora por lo tanto no huirás y yo seguiré molestándote hasta que digas acepto. 
— ¿Te divierte mucho que esté yendo directo a la horca? 
— ¡Evet! Pero deja de decir que irás a la horca. ¡Que Allah te otorgue felicidad infinita, hermano!  
— Sabes que me siento muy feliz de que estés aquí molestándome —Dijo otorgándome un gran abrazo— Yo no iba a casarme sin tu presencia. 
También me hubiese gustado decirle que me daba gusto estar allí pero no era verdad. Sí me encontraba feliz de poder compartir con él el día más importante de su vida pero no en ese lugar. No en Londres donde mi alma encontraba columpiándose en un hijo y más aún al recordar lo maravillosamente bella que se veía mi esposa, que el tal Nathan Mathis estaría observándola y algo mucho peor aún que no tenía ganas siquiera de imaginar. 
— Te ves hermosa, Loan. La novia más hermosa de toda Londres. 
— Creeré que exageras si sigues diciendo eso. 
— No exagero. Te ves maravillosa. ¿Verdad que la tía se ve hermosa, mi Hatice? 
— ¡Evet! 
— ¿Y que hay sobre ustedes dos? Cuando salgan junto a mí siento que van a opacarme.  
— ¿Qué dices? ¡Bueno! Tal vez mi Hatice sí te opaque un poco.  
— ¡Ahá!  
— Ahora ubíquense las dos que les tomaré una foto antes de salir. 
Todo estaba listo y era cuestión de minutos para que mi amigo Baymaz y la Dra. Loan unieran sus vidas y fueran muy felices, Allah mediante, por siempre y para siempre.  
— ¿Agatha, sí hablaste con tu esposo sobre la probabilidad que te comenté? 
— ¡Loan! Tú no te preocupes por eso. ¡Vamos que se te hará tarde! 
— ¿Cómo que no me preocupe? Oğuzhan puede tolerar la presencia de mi hermano pero no toleraría ni un segundo la presencia de Edward. 
— Loan, si le decía a Oğuzhan que Edward podría aparecerse repentinamente en la celebración de tu boda, no habría venido aquí ni arrastrado. No le hubiese importado siquiera perderse de la boda de su mejor amigo. 
— ¡My God, Agatha! Pues confiemos entonces en que a Edward no se le ocurra aparecerse durante la celebración de la boda y la recepción de la boda. Sabes que él es mi mejor amigo también y si se aparece, no podría pedirle que se marche.  
— Y no tendrías por qué hacer tal cosa. Yo me encargaré de mi esposo. ¡Vámonos ya! 



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En el texto hay: drama, amor, perceverancia

Editado: 30.08.2021

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