Del amanecer al ocaso (fanfic de Crepúsculo)

El prodigio... al volante

Después de la tormenta sale el sol. Tristemente lo de hace un par de días ni cerca había estado de una tormenta. Hasta para nevar pueblo Tenedor carecía de gracia. Ah, pero para el frío... Trágame tierra y escúpeme en Punta Cana. No. Mejor no. Ahí está Nancita.

Somnolienta y enfurruñada me levanté.

— ¡Que milagro verte despierta tan temprano! —exclamó Willy al verme entrar a la cocina, en busca de algo para engullir.

— Gracioso —murmuré mientras escarbaba en la despensa.

¿Hay algo más desabrido que los cereales integrales libres de azúcar? Claro que sí. Cereales sin azúcar y yogurt natural sin endulzar.

— Willy, ¿compras el sabor por separado?

— En el estante de arriba hay fruta.

Abrí el dichoso mueble y lo primero que veo, son kiwis amontonados por aquí y por allá.

— Willy soy alérgica a los kiwis —murmuré con un puchero que se transformó en un mohín de desagrado al instante.

— No es cierto. No te gustan.

— Bueh, pero decir que soy alérgica es más elegante.

Puso los ojos en blanco y siguió zampándose su desayuno cruelty free.

— Deberías probar la leche de arroz... —dijo cuando me desparramé sobre la silla.

Iba a replicar algo no muy coherente cuando me despertó el timbre de mi teléfono móvil. Un número desconocido alertaba la pantalla.

— ¿Hola? —mascullé con la boca llena de productos desabridos. ¿Dónde estaban mis huevos fritos con tocino, de esos que desayunaba Homero Simpson?

— ¡Julieta! ¡Hija! Necesito que... —la impresión de escuchar su voz, me hizo soltar la cuchara de golpe y abrir los ojos como platos. Alejé el móvil de mi oído, colgué y lo lancé lejos.

— ¿Quién era? —preguntó Willy frunciendo el ceño.

— Nancy.

— ¿Y por qué cortaste?

— Algo quería... plata seguramente —me encogí de hombros y seguí comiendo.

Willy me observaba con cara de estar mirando un alien. Que falta de respeto. Su celular sonó y me lo pasó diciendo: — es mamá.

Tragué con dificultad mi intento de desayuno.

— ¿Nancy?

— ¿Qué modales son esos? Quiero saber cómo llegaste y ¿me cuelgas el teléfono? ¿Qué te has creído?

— Llegué hace más de un mes Nancy.

— ¿Un mes? El tiempo vuela en las playas. Para mí han sido un par de días...

— Para mí no, y estoy atrasada, te hablo luego. Chau.

La frente de Willy estaba poblada de arrugas. Iba a decir algo, pero me levanté y lo ignoré. A esas horas de la mañana y sin azúcar en mi organismo era un ogro furioso que se acordaba de todas las cagadas que se había mandado Nancy a lo largo de mi existencia.

Como la vez que había cocinado a mi mascota al escabeche.

Di un respingo cuando recordé a Canelita.

— ¿Julieta?

Me fui rapidito a mi habitación, para llorar en paz.

Entre el lloriqueo silencioso, el disimular lo rojo de mis ojos y encontrar ropa limpia, se me fue la hora.

Nota metal: lavar mi ropa los fines de semana.

Nota mental dos: Willy guarda los polerones al fondo del armario.

Gracias al universo tenía pantalones limpios y solo le robé un polerón a Willy —bueno y sus calcetines, los míos tenían agujeros... que vergüenza.—

Con el pelo a medio secar, salí corriendo de casa.

Camino a la escuelita, recordé que no le había puesto llave a la puerta. Bueh, igual y no habían altos índices de delincuencia acá, aunque Willy iba a regañarme de todas formas.

La carretera estaba horriblemente resbaladiza, así que manejé con toda la precaución de alguien que no tiene seguro —ni para el vehículo, ni de vida. Ah. Ni para gastos médicos.—

De modo que cuando el imprudente de Tyler Crowley tomó a gran velocidad una curva y casi me choca, tuve que esquivarlo con mis reflejos de gata. Me salvé por los pelos de que me impactara de frente con su carcacha que parecía un tanque en comparación a mi Carry-chan.

Sin embargo, por hacerle el quite a él, perdí el control y me fui derechito contra el auto de Bella Black Swan. Y para variar, la muy palurda estaba ahí, muy apoyada en la parte posterior de su camioneta.

—¡Quítate pelotuda, que te voy a apachurrar! —le grité. Hasta señas le hice. Pero la muy estúpida ni se movía. Tal vez el shock la dejó media lesa. O tal vez todo ocurrió tan rápido que ni tiempo de decir pío me dio.

Cuando dejé de derrapar en remolinos y Carry-Kun, impactó contra la parte trasera de la chatarra con ruedas de Bella, me di un cabezazo colosal contra el volante, que me dejó medio idiota.

Me pitaban los oídos y la vista se tornó borrosa. ¿Así iba a estirar la pata? No habían flashbacks, ni frases grandilocuentes para despedirme. Tan solo chillidos de adolescentes llorones, interrumpiendo mis pensamientos. Abrí los ojos de golpe y levanté la cabeza. Una manada de pubertos escandalosos se dirigían hacia la escena del crimen. Porque lamentablemente, me había convertido en una criminal...

Ya valí.

Tuve una buena vida.

Corta pero buena.

Ahora iba a tomar sol a cuadritos.

Derechito a la cana.

Sin derecho a juicio por pobre y progre.

Ahí te voy Guantánamo.

O eso hubiese ocurrido de no ser por la Rosa de Guadalupe y su viento milagroso que había impedido que hiciera puré de Bella Lago de los Cisnes. De milagro, magia o el poder de la amistad no la había atropellado.

Cuando vi por el espejo retrovisor salir a la muy... bella persona de detrás de Carry-chan, me volvió el alma al cuerpo. Aunque no voy a negar que me dio una puntada de envidia en el pecho cuando la vi del brazo de Edward ¿o tal vez era una costilla fracturada?

Iba a huir de allí silenciosa y rauda, mas toda la comitiva de emergencias y su escándalo llego al lugar. Jessica no paraba de llorar y todos los babosos miraban con cara de asombro, como si hubiera un cadáver y tripas desparramadas por el suelo. Nada de eso. Tan solo mi dignidad y mi licencia de conducir eran las únicas víctimas.




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