Del amanecer al ocaso (fanfic de Crepúsculo)

Shaolin Soccer

Willy y Taylor, hacían la cena, mientras yo revolvía la ropa de mi armario en busca de un atuendo adecuado para el partido.

Lo ideal hubiera sido calcetas blancas y bermudas, sin embargo, el tiempo no cooperaba y no estaba dispuesta a congelarme las rodillas.

— ¡Willy! ¡¿Dónde está mi camiseta de la selección?!

— ¡No sé! ¿Buscaste en la maleta? —Gritó desde la cocina.

— ¡La maleta! —Exclamé entusiasmada.

Saqué de debajo de la cama la maltrecha valija y seguí con mi búsqueda.

— ¡Aquí está! —Inmediatamente hice una mueca de disgusto. — ¡Ay no!

Llegué hasta la cocina arrastrando los pies.

Willy y Taylor preparaban un postre, al tiempo que yo me desparramaba sobre una de las sillas del comedor.

— ¿Ahora eres fan del Barça?

Di un bufido enfurrruñada.

— No. Nancy me echó la camiseta de Diego.

En lugar de la camiseta de la selección nacional de fútbol, traía una del Barça, con el número diez en la espalda.

— ¿Y la vas a ocupar de piyama o?...

— No. De eso te iba a hablar. —Me mordí el interior de la mejilla antes de seguir. — Edward... vendrá a... la casa—Willy compartió una mirada cómplice con Taylor. — Así que... no le hagas preguntas raras ¡y tampoco le leas la carta astral! ¡Ni el horóscopo! Solo... actúa normal...

— ¿Normal? —Enarcó una ceja — Ok. Iré por mis tacos y mi ropa de DragQueen.

— ¡Willy! — Reí de buena gana. — En ese caso me preparo para el noviazgo más corto del mundo. —Seguí carcajeándome ante la mirada atónita de mi hermano y su novio.

— ¿Cómo que novios?

Eso poh. Verás... se estaba demorando mucho en pedirme pololeo, entonces, me avivé y le dije: somos o no somos, no vengai nah con hue...

— Julieta, español neutro. Tay también quiere enterarse del chisme.

— Ah... cierto. Sorry Tay. Bueno, rebobinando...

Les conté con detalle nuestra cita en su casa. Bueno casi. Omití relleno innecesario, como la parte en que saltó por la ventana y escaló pinos milenarios con la facilidad de... bueh, cualquier animal que sea rápido para escalar árboles.

— Quién lo diría... mi hermanita con un Cullen... No... es que impactada quedé... —Willy abrió los ojos exageradamente para acentuar su asombro.

Yo me limité a asentir con la boca llena.

— ¡Me hubieras dicho antes que viene! ¡Hubiera preparado seitán!

Cesé de asaltar la olla con tallarines y con la boca medio llena repliqué: — No viene a cenar... Viene a buscarme para jugar pelota.

Willy dio un suspiro de alivio y siguió poniendo la mesa.

Una media hora más tarde, cuando me disponía a demostrarle mi indecoroso talento oculto a Taylor, llegó Edward.

— ¡Hola Edward! ¡Bienvenido!

Me incorporé de un salto y corrí hasta la entrada. Taylor me siguió dubitativo.

— Hola... —Saludé en un murmullo. Me aclaré la garganta y continué. — Eh... bueno... ustedes ya se conocen, así que... Edward, mi hermano Willy, Willy mi... novio Edward. —El calor invadió mi cara sonrosándome las mejillas. Pasé mis palmas frías por mi rostro intentando disminuir lo colorado.

— Will, Julieta. Will. Eres la única que me dice Willy.

Esbocé una sonrisa agradecida, ante su intervención.

— Un placer Edward. —Willy estrechó la mano de Edward con gesto serio.

— Edward, él es Taylor. El novio de mi hermano. — El aludido sonrió tímidamente. — Es un poli de acá... igual y ya lo conoces.

El apretón de manos entre Taylor y Edward fue mucho más breve. El muchacho, parecía algo intimidado con la presencia del vampiro.

— Un gusto conocerte.

Willy se puso entre Taylor y yo y entrelazó los dedos con su pareja.

— ¿Jugarán a la pelota? ¿Con este clima?

— Así es... quiero que Julieta me acompañe a jugar béisbol.

Miré a Edward con gesto confundido.

¿Béisbol?

— Sí sabes que mi hermana no sabe nada de béisbol, ¿verdad?

El vehículo todo terreno, no cesó de dar tumbos camino al sector escogido por los Cullen para jugar el partido.

Me sentía terriblemente fuera de lugar con aquella camiseta del Barça que me quedaba grande, camino a un partido de béisbol.

Sin embargo, a causa de las bajas temperaturas debido a la tormenta, la dichosa camiseta finalmente quedó cubierta por mi abrigo color crema.

— ¿Cómo van a jugar con esta tormenta? —¿No le daba miedo que el palo de béisbol actuara de trasmisor y lo agarrara un rayo? Como precaución iba a mantenerme lo más alejada posible de esas cosas.

Con la suerte que tenía me iba a convertir en chicharrón de Julieta.

— La tormenta es necesaria. Ya verás por qué.

Siguió con la vista concentrada en el camino lleno de hoyos que parecían hechos por asteroides, hasta que aparcó en una superficie lisa, cubierta de pasto.

De un salto me bajé del vehículo y me abrí paso hasta donde se encontraban los Cullen.

Edward, se plantó frente a mí y se sacó la gorra que traía puesta para ponérmela.

La gorra.

No otra cosa.

Seguimos en una historia para todo público —para mi decepción.

— Mucho mejor. —Señaló acomodando mi cabello.

Sonreí halagada y tomé su mano, para dirigirnos juntos hasta el centro de la improvisada cancha.

Rosalie me miró con frialdad cuando saludé a la familia. Sacudió su rubia melena y me ignoró magistralmente. ¿Sabría con exactitud algún día la causa de su resentimiento?

Y más importante.

¿Aprendería algún día cómo se juega béisbol?

Tal vez. Pero hoy no sería ese día.

Edward y su familia se agruparon para jugar ese dichoso jueguito del que no sabía nada, salvo que le pegaban a una pelota minúscula con un palo —bate pa' los entendidos — y algunos corrían como unos pirados con un guante en la mano. Para atrapar la pelota asumo.

Mis ilusiones de que Edward me dedicara un golazo de media cancha sacándose la camiseta, quedaron destruidas en segundos, teniendo que conformarme con el espectáculo que era verlos jugar béisbol.




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