Del amor y otros dilemas

Capítulo 9

Cuatro meses después...

Victoria alzó la vista y admiró el edificio corporativo de la compañía, no era su primera vez en Valle Verde, pero era la primera vez desde que era gerente de su propia sucursal. Chequeó su vestido de mangas largas y hasta debajo de las rodillas en el vidrio de la entrada, batió su cola de caballo y tomó el ascensor, sus labios temblaban un poco, era su primera reunión como gerente en el corporativo y era la primera vez en cuatro meses que se podría cruzar con Rómulo.

De vez en cuando intercambiaban correos, muy cortos y profesionales, las llamadas se las atendía Sofía y era muy poco lo que atendía con él directamente. Un par de veces él intentó preguntarle cómo estaba y ella colgó sin mediar palabras.

Rómulo también visitó la sucursal muchas veces en cuatro meses, pero Victoria exigía que anunciara su visita con tiempo y luego se aseguraba de no estar mientras él estuviera allí.

«No lo puedo evitar por siempre».

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, fue al primero que vio, con traje negro, corbata y zapatos blancos deportivos, se quedó sin aliento por unos segundos, reaccionó cuando él se giró y sus ojos se encontraron, él dejó de sonreír y fijo los ojos en los suyos, Victoria pasó saliva y desvío la mirada hacia el resto de la oficina.

Él avanzó unos pasos hacia ella que recordó que sería Rómulo quien debía recibirla, no podía huir de él ese día. Se detuvo en medio de la fría y amplia oficina y lo espero mientras agitaba sus piernas con nerviosismo.

—Buenos días, Victoria ¿Cómo has estado? —preguntó entusiasmo, ella siento un vacío en su pecho, lo miró a los ojos y sonrió de forma fingida —, bien ¿Y tú? ¿Dónde me ubico?

—Me gustaría presentarte formalmente por acá —dijo señalando los cubículos de cristal. Ella asintió con un gesto y él la guío hacia las oficinas, presentándola a todos.

—¿Victoria? Siempre hablamos, no imaginé que serías tan bonita, con razón Rómulo no deja de hablar de ti —dijo el gerente de mercadeo.

—¡Basta!, Antonio ¿Qué va a pensar Victoria? Seguimos.

Terminó de presentarla y la llevó a una sala de conferencias, se detuvo con ella unos segundos antes de abrir.

—Siento que te debo una explicación, dije que sería sincero y justo estaba en mitad de un engaño, lo sabía y quise que lo supieras por mí.

Victoria ignoró el nudo de su estómago y sonrió sin mirarlo.

—Olvídalo. Gracias a tu retorcida idea tengo el puesto que quiero. Espero que lo de tu novia muerta haya sido una mentira más.

—No, eso es cierto. Lo siento mucho, nunca supe por qué estabas molesta conmigo antes de que Méndez hablara.

Victoria por fin lo miró a los ojos.

—Ya no tiene importancia. ¿Puedo entrar?

Rómulo suspiró. Mantuvo la mano sobre la puerta de la sala de conferencias.

—No eras más que un número, un perfil que encajaba con mis proyectos, había una necesidad de cubrir una vacante y vi mi oportunidad de ganar el puesto, confiaba en tus habilidades, en los números que mostrabas.

Victoria se cruzó de brazos y ahogó un suspiro mientras él seguía hablando.

—No esperé nunca conseguir a una chica asustada, buena, inteligente y dedicada, que no estaba siendo amada como correspondía, no esperé querer pasar más tiempo contigo del que sabía que debía, yo sabía que estaba mal, pero cuando ese imbécil te engañó y estabas tan vulnerable, no puede evitar querer estar para ti de verdad.

—¡Basta! No tienes que...

—Explicar, Fabián no te debía explicaciones, yo sí, porque si me importas, y espero que yo también te importe, debí confesar antes, decirte la verdad, no quería dejar de verte brillar como estabas brillando mientras creías que te quitaría ese puesto que tanto querías.

—¡Rómulo! —susurró ella aguantando las ganas de llorar.

—Y no esperaba enamorarme de ti, porque desde que murió Alejandra creí que no me enamoraría de nuevo. Pero cómo iba a saber que existas tú, alguien como tú, que sonríe así, que es hermosa y buena, inteligente y mágica.

—¡Ya!

—Sé que me odias, y tienes razón, pensarás que te usé y quizás lo hice, pero quiero que sepas que todo lo que hice, fue porque aún antes de conocerte, creía en ti, en que eras capaz y sabía que podrías con todo. Te extraño.

Victoria se limpió las lágrimas y sacudió la cabeza.

—Confiaba mucho en ti, confíe en ti y me dolió mucho descubrir que para ti todo ese tiempo que pasamos juntos era trabajo. Me dolió mucho, Rómulo.

—Créeme que no fue trabajo. Yo me enamoré de ti, Victoria, dime sí tengo una oportunidad.

Ella negó sin dejarlo hablar.

—Me enseñaste muy bien a cuidar mi corazón, así que no. No, y abre la puerta.

Él afirmó y abrió la puerta, entraron y todos se quedaron mirándolos de forma curiosa, ella aspiro aire y sonrió para disimular. La reunión comenzó, aunque ella no pudo concentrase, pensaba en las palabras de Rómulo y evaluaba si eran sinceras o no. Méndez llamó la atención de todos y ella por fin alzó la vista.



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En el texto hay: romance, enemigos, rivalidad

Editado: 29.11.2023

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