Sufrió un ataque de ansiedad en cuanto traspasó la puerta de su casa, y su madre se encargó de protegerla. Eso era lo único que podía hacer por ella, protegerla, en el sentido más irónico de la palabra. Como su madre, conocía a aquella chica de ojos negros y pelo negro, hasta el punto de asustarse de lo que podría ocurrir con ella si algo iba mal. Y en cuanto vio sus ojos, supo que lo había vuelto a hacer. Comprendió entonces que estaba equivocada.
Que nada volvería al inicio de que todo se derrumbara en su cuento de hadas.