Treinta y cuatro.

Despertamos por la mañana antes de que amaneciera. Jimin se preocupó de Yoongi mientras que yo ordenaba el sitio y su hermano mayor atendía a aquellos que seguían llegando para despedirse. 

A las ocho de la mañana comenzó el cortejo fúnebre. Yoongi parecía totalmente indolente, pero sabía que por dentro todo le dolía, hasta la suave niebla que se extendía por las calles. Seguramente sería un día que nunca olvidaría, un recuerdo del que no se podría desprender jamás y que lo asaltaría por las noches, de modo que nos preocupamos de hacérselo lo más llevadero posible. 

Yoongi no lloró cuando enterraron a su madre. El día era gris, tanto como su rostro. Eso hablaba de cuan desconectado estaba de sus emociones. Temí por él. Si se guardaba todo lo que sentía, probablemente terminaría por estallar todo en algún momento. Lo observé. Tenía las manos en los bolsillos, y Jimin estaba separado de él por algunos pasos. 

La gente comenzó a dispersarse, y Yoongi nos miró a Jimin y a mí haciendo una seña de que nos fuéramos con él. 

—Vamos a comer algo, me muero de hambre. —Jimin y yo nos miramos preocupados—. ¿Por qué ponen esa cara? Ya sé por qué. No tienen que preocuparse porque no tengo motivos para estar triste. El día en que muera mi abuela sufriré más que ahora.      
—Sigue siendo tu madre, Yoongi... —Dijo Jimin con dulzura.      
—¡No sabes de lo que estás hablando! —Yoongi alzó la voz—. No tienes idea... ¿Saben qué? Olvídenlo, no vamos a ir a ningún sitio.         
—¡Yoongi! —Lo llamé—. Sólo estamos preocupados por ti. Debes entenderlo también. Te amamos. Por favor, vamos a comer ahora. Estoy segura de que el hambre está haciendo estragos en todos nosotros. 

Nos fuimos en silencio a comer a un restaurante de comida china. 

—¿Por qué no fuiste con tu familia, Yoongi? —Le preguntó Jimin.
—Porque no quieren saber nada de mí. Bueno, quizás no sea tan así, pero sé que se compadecen de mí por la vida que escogí y no quiero soportar sus miradas de conmiseración. No hoy.    
—¿Y tu abuela?    
—Mi abuela es la única que me apoya, pero no la iba a traer con ustedes. Ella debe estar con mi hermano, con mi padre y mis tíos. Por favor, hablemos de otra cosa. Quiero distraerme. Daphne, dime por qué no atendiste mis llamadas. 
—Estaba hospitalizada. —Le conté a Yoongi lo mismo que le había dicho a Jimin.     
—¿Me estás diciendo que... han vuelto las alucinaciones? 
—No lo sé... todo parece indicar que sí. Desde que estuve en el hospital la última vez por la estúpida anemia tuve un episodio. Aunque estoy segura de que lo que aparentemente era una alucinación en realidad sucedió. Pero bueno, así son las alucinaciones.
—¿Qué fue lo que pasó? —Preguntó Yoongi llenando su boca de arroz.
—Estaba durmiendo, pero sentí a alguien en la habitación y de pronto un perro se abalanzó sobre mí, dejándome el pecho desgarrado. Grité y llegó el personal del hospital, mas no había rastro de una bestia así. Tenía las heridas, pero me dijeron que probablemente me las había provocado yo misma—. Esta vez Yoongi y Jimin fueron los que se miraron. —¿Qué? Si ya saben que estoy loca. 
—No, no es por eso que nos miramos así. —Dijo Jimin—. Es sólo que estamos preocupados. 
—Sí, yo también. El problema es que ahora no sé si lo de Jeong Dae es real o no. 
—¿Jeong Dae? ¿No dijo que se llamaba Haneul?     
—Eeh... sí, precisamente. Me equivoqué. Es que a él le encanta jugar con nombres falsos y Jeong Dae fue el que le dio a mi hermana. —Dios, me estaba haciendo un lío con todos esos nombres. ¿Cómo se supone que los recordaría todos?
—¿Nombres falsos? Qué sujeto más raro. —Comentó Jimin con una mueca.   
—Yo te dije que tuvieras cuidado con él, que no te involucraras demasiado. ¿Qué tal si fue real? Lo peor es que no puedes preguntarle a tu hermana ni al tipo ese. —Lo pensé un momento.    
—Mi hermana... Ella se disculpó conmigo el día en que fue a verme al hospital. Nunca había hecho algo como eso, ni siquiera cuando... cuando me intenté suicidar. ¿Podría haberla empujado la culpa a hacerlo?

Yoongi se quedó pensando mientras se atiborraba de comida. 

—La verdad, Daphne, no puedo opinar al respecto porque no conozco a tu hermana, pero lo que te puedo decir es que no saques conclusiones apresuradas. —Dijo Jimin muy serio.      
—Es verdad lo que dice Jimin. Pero también conozco a Anna y sé lo inusual que es el hecho de que haga algo así. Creo que tendrás que preguntarle a Haneul. Es la única forma de que te quedes en paz. Si las cosas entre ustedes se rompen por una pregunta así significa que era mejor que se terminaran de todos modos. ¿Te parece que una relación que no soporta esa clase de embates sea capaz de resistir cosas más terribles que pasan en la vida? Si quieres un futuro con él, debes primero entender que habrá dificultades y que, si no son capaces de superarlas juntos, entonces no hay motivos para continuar con él. Además, si te ama y no se acostó con tu hermana, sabrá entenderte.         
—Pero no le he contado lo de las alucinaciones. Quizás crea que estoy loca... y no dejaría de tener razón. Nadie querría estar con alguien así.    
—Daphne, sólo debes tomar tu medicación, eso no te hace ser una loca. No te estigmatices a ti misma.       
—Sí, es verdad. De todas maneras, creo que debería hacer algunos ajustes en mi medicación. Afortunadamente tengo hora al psiquiatra en unos días.    
—Y, además, es necesario que sepas que si no es capaz de amarte como eres, entonces no vale la pena. Ya ha hecho bastantes estupideces ¿no crees? Por cierto, come. Se te va a enfriar la comida.