Me obligué a mantener mi mente vacía mientras que regresaba a mi casa en taxi. Lo único que hice fue mirar las calles y las luces de la ciudad por la ventanilla hasta que el auto se detuvo frente a mi puerta.
Aquella noche tuve sueños extraños, plagados de siluetas aterradoras de seres que sufrían y se retorcían entre sombras, y me desperté varias veces durante la madrugada, sólo para ver la luna llena brillando de una forma inusitada a través de mi ventana.
Cuando me desperté por tercera vez a las cuatro cuarenta, decidí permanecer despierta. No había un solo sonido, de modo que era sólo yo y mis pensamientos.
Me puse a divagar e inevitablemente mi mente regresó a Taehyung. ¿Tendría cura su condición? ¿Qué pasaría si sanaba? Quizás podía ser posible que entonces estuviéramos juntos. Sonreí con melancolía, pero la duda seguía cerniéndose sobre mí. ¿Era posible restaurar un alma desgarrada? ¿Era posible apartar el dolor? ¿O era preciso nacer de nuevo para quitar los vestigios que éste dejaba en nosotros? Era imposible dar con la respuesta en ese momento, aunque hubiera dado todo por una posibilidad de redención. De pronto me asaltó el pensamiento de Jane. ¿Qué era lo que había visto? Sin duda la oscuridad había traicionado su visión. Igualmente me preocupaba. Algo en todo eso no estaba bien, y a pesar de todo, no le deseaba mal.
El cielo se fue tornando más y más oscuro hasta que los pájaros comenzaron a cantar y el sol se alzó por fin. Entonces me levanté y decidí continuar con mi día.
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A partir de aquí todo comienza a tornarse confuso en mi mente. No recuerdo con exactitud... Sé que llegué a mi casa, agotada. Debían de ser las ocho de la noche aproximadamente. Me había quedado más tiempo del esperado en la universidad debido a un trabajo grupal, el que habíamos terminado al fin.
Abrí la puerta, dejé mis zapatos en el exterior de la casa y el abrigo colgado en el perchero, y cuando pasé por la sala de estar vi a mi padre caminando de un extremo a otro, hablando por celular. En cuanto me vio, susurró unas palabras de despedida y se aproximó a mí con una expresión grave. Yo sabía que algo muy malo se avecinaba, pero definitivamente no me esperaba lo que me diría a continuación.
—Daphne, siéntate, por favor. Tengo que decirte algo.
—¿Qué está pasando? —Pregunté mientras me sentaba y dejaba la mochila a mis pies.
—La policía vendrá aquí en breve. Por lo tanto, necesito que me digas todo lo que sabes. —Me fijé en que el televisor estaba encendido pero silenciado, y mostraba un noticiero de emergencia con imágenes de un operativo forense.
—¿Todo lo que sé? —Miré a mi padre sin comprender.
—Veo que aún no lo sabes. —mi padre humedeció sus labios— Jane murió —soltó de improviso. Nunca había sido muy amigo de las dilaciones—. Acaban de reconocer su cuerpo. La policía vendrá a interrogarnos. —Abrí la boca con horror sin poder articular ninguna palabra. Jane... ¿estaba muerta?
—¿C-cómo?
—Lo que oyes, Daphne. La encontraron agonizando a eso de las ocho de la mañana en un desfiladero de Inwangsan. Falleció camino al hospital.
—¿Y por qué vendrán a interrogarnos?
—Porque la policía nos comunicó que, lo último que dijo, fue que te dijéramos que era verdad.
Miré al suelo, el mundo dando vueltas a mi alrededor mientras que me temblaban las piernas. No podía ser... Jane había muerto... Jane... Jane había muerto...
El timbre resonó de pronto por toda la casa, arrancándonos a mí y a mi padre de la consternación que nos envolvía. Él fue de inmediato a abrir la puerta. Creo que se quedó unos minutos hablando en el vestíbulo, porque mi madre asomó su rostro a la estancia, con una expresión desconfiada. Cuando la miré, esa expresión se acentuó.
—Tú... ¿lo sabías?
—¿Qué?
—Que ella iba a morir.
—Por supuesto que no. —La miré directamente a los ojos, demostrándole así que decía la verdad, pero pude ver en su mirada que no me creía. Se retiró silenciosamente, así como había aparecido.
—¿Daphne? ¿Daphne Karnstein? —Preguntó, pronunciando mi apellido con dificultad, el oficial de policía que había ingresado a la sala de estar y que ahora estaba de pie junto a mí.
—Sí, soy yo.
—Necesito su identificación, por favor. —Rebusqué mi billetera en mi mochila y extraje la tarjeta que validaba mi identidad.
—Señorita Karnstein ¿era usted amiga de Jane Smith?
—Sí...
—¿Está enterada de la situación?
—Eso creo.
—Bien. La señorita Smith refirió varias veces su nombre antes de morir. Habló de una verdad que se vería corroborada con su muerte. ¿Sabe usted a qué verdad se refería?
Miré al oficial intentando entender, y definiendo en mi mente, sin lograrlo, qué responder. ¿Debía decirles lo de Haneul? ¿Era él el autor real de todas aquellas muertes? Eso era sin ninguna duda lo que había querido decir Jane... y ahora estaba muerta. Yo ya no tenía cómo comprobar nada y en estos momentos tenía que decidir entre denunciar a la persona que más amaba a la policía sin más pruebas que la palabra de quien alguna vez fue mi amiga o proteger a Taehyung sin poner en duda su inocencia.
Me aclaré la garganta y me dispuse a responder.