Sabía que era tarde y que necesitaba descansar, al día siguiente tenía clases y debía rendir bien, aunque fuera en un solo aspecto de mi vida.
Durante la noche sentí que las sábanas se enredaban en torno a mi cuerpo. Miré el techo, me quedé inmóvil. Estaba atrapada, sola, en medio de aquella habitación silenciosa. Mi corazón latía tan quedamente que temí que, de algún modo, estuviera abandonando mi conciencia, que iba a quedar atrapada en un mundo blanco, sin límites, entre telas sofocantes. ¿Y si era así? La condena era estar despierta. No quería soñar. Sólo caer en la ingravidez y la negrura absoluta de la inconsciencia.
Pero no lo logré.
Desperté a la mañana siguiente sintiendo que no había dormido nada en absoluto. Nunca me había pasado algo similar a lo que estaba atravesando, de modo que no sabía cómo reaccionar. La muerte de Jane me afectaba de maneras que no sabía, el saber que existía la posibilidad de que Taehyung estuviera involucrado en su asesinato me dejaba atónita, pero sin respuesta.
Me quedé inmóvil. Necesitaba ese tiempo entre el despertar y la rutina, porque ya no podía rehacer mi mente. La claridad parecía que se había esfumado y tardaría mucho en volver, como en un río caudaloso. Por más que lo intentara, mis pensamientos daban vueltas a una velocidad vertiginosa, al punto en el que ni siquiera podía entender qué era lo que pasaba por mi mente. Intentaba atar cabos, pero sentía que después de tantos meses, las palabras o cualquier indicio que pudiera guiarme en este confuso presente se escapaban de mi mente.
Pensé en lo sucedido, poniendo en retrospectiva todo lo que había vivido, intentando revivir cada detalle, cada indicio que pudiera señalarme una vía por la cual comenzar. Tenía los ojos cerrados, pero sentía cómo aleteaban levemente debido a la emoción y al esfuerzo de recordar.
Como dije, nunca pensé que me vería enfrentada a una situación así. Taehyung era, con seguridad, el amor de mi vida, y ahora el principal sospechoso del asesinato de Jane, algo que sólo yo sabía. Recordé que Jane, dos días atrás, había asegurado que había visto a Taehyung hacía un par de semanas con una chica a su lado. Sabía ya que era una práctica habitual en él, de modo que no era nada nuevo, pero... la sensación de saber que había continuado su vida como siempre, sin mí, me dolía. Después de todo lo que me había dicho, de asegurarme que iba a lamentar por siempre nuestra separación... ¿Me habría olvidado? ¿Habría conseguido deshacerse de mi recuerdo? ¿Y por qué yo me negaba a hacer lo mismo? Algo en mi interior me decía que ambos estábamos fingiendo continuar con nuestras vidas, intentando simplemente hacer como que el tiempo pasaba y todo quedaba atrás, construyendo en ese inútil intento algo que no tenía base, tratando de olvidar la mayor pasión de nuestras vidas, aquella en la que ambos nos habíamos visto envueltos.
No servía de nada que fingiera continuar con mis estudios, con Jin, siendo la amiga que era con Yoongi y Jimin si en realidad me estaba desintegrando, si estaba dejando una parte de mi ser detrás, en mi pasado, queriendo ignorar el dolor que significaba aquella pérdida. ¿Disimular? ¿Y si ya no podía hacerlo?
¿Por qué sentía esta conexión tan fuerte con alguien de quién apenas conocía su nombre? ¿Por qué no podía sacarlo de mí? Tenía la respuesta. Era quien me había mostrado más sinceridad y entrega de todas las personas que había conocido. Y pese a que nos hubiera costado entendernos, lo que fluía entre nosotros simplemente trascendía la realidad. Me dolía la distancia que había entre nosotros, me dolía no tenerlo cerca de mí, pese a que, de alguna manera presintiera que entre nosotros no hubiera un futuro.
¿Y si no había futuro qué? El futuro está sobrevalorado. Damos por sentado el mañana cuando realmente la mayor parte de nuestras vidas se desperdicia en días que pasan sin ningún sentido, y de pronto, en algún momento, miramos hacia atrás y nos encontramos con que los recuerdos que realmente valieron la pena son tan escasos como luminarias en las calles de los suburbios. No quería mirar un día hacia atrás y encontrarme con que mi vida había sido una calle desolada. Realmente todo este tiempo había estado evadiendo mi dolor y en consecuencia estaba cayendo simplemente, cayendo, como un copo de nieve condenado a desaparecer. Me rehusaba a permitir que eso ocurriera. Sabía que la muerte era inevitable para todos, pero no iba a consentir que mis circunstancias fueran las que me arrastraran a ella. No. Había leído lo suficiente como para saber que cualquiera que llega a la muerte lo hace por decisión propia, porque la muerte es sólo una consecuencia de vivir.
De modo que me prometí no parar hasta encontrar nuevamente a Taehyung y comprobar su inocencia. Si todo lo que sentía en mi interior era real, entonces significaba que sí existía la pureza, el amor, aunque estuviera mancillado por lo más abyecto y vil que pudiera residir en este mundo. Quería creer que era así, que aquello podía ser real, pese a la locura, pese al dolor, pese al horror. Quería creer que, debajo de todo aquello, habitaba la verdad, la verdad de nuestra naturaleza humana, así como la sangre bajo las costras de una herida. No me iba a rendir. La vida no es más que una existencia miserable si no te aferras a aquello que te insufla aliento, y nunca me sentí más viva que cuando estuve junto a Taehyung. Al lado de los fugaces momentos que compartí con él, toda la alegría que podría haber sentido previamente parecía desteñirse. Recordé su sonrisa, sus palabras, aquellas veces que, sabiendo lo peor de mí no me juzgó, su tacto, sus besos, sus pensamientos... No, no podía permitirme perderlo. No me importaba atravesar el mismísimo infierno si eso significaba reencontrarme con él.