「Demencia delirante」
Capítulo VII: ¿Inesperado?
"El amor es un misterio, una obsesión; un tema inevitable desde todos sus aspectos posibles, como la memoria y el exilio."
—Juan Gelman
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Me encontraban almorzando con el doctor Méndez en el comedor.
—Arath —se aventuró a llamarme el castaño, pero lo interrumpí al instante.
—Cállate y come —ordené sin verlo.
—Mmm... —resolló molesto, consiguiendo que lo ignorara por completo.
Él había preparado un desayudo americano (que en definitiva no era mi favorito) junto con una sopa de tomates. Era muy bueno en la cocina para ser un tarado, debía admitirlo.
Terminando de comer me levante del asiento y tomé mis platos, yendo al fregadero para lavarlos.
—No te apures, yo lo hago —mencionó alcanzándome en la cocina con sus trastes en las manos. Lo miré hastiado—: Ey, a mí me gusta hacerlo, en serio —dijo con una sonrisa sincera, queriendo aminorar el ambiente.
No lo estaba logrando.
—Tch. Como quieras —rodando los ojos dejé los trastes, me lave las manos y procedí a salir de allí.
—Arath —me llamó de nuevo, volteo de mala gana hacia él.
—¿Qué? —pregunto molesto.
—También estoy aquí, no estás solo —comentó sosteniéndome la mirada. Sus ojos color miel externaban paz, en contraste con sus facciones que detonaban preocupación.
Ugh.
Escalofríos recorrieron mi espalda, no me agradaba en absoluto.
—Púdrete, idiota —espete asqueado y me largo a mi habitación.
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Ya en mi recamara me acuesto boca arriba de la cama y pongo mis manos atrás de mi cabeza, cerrando mis ojos recuerdo lo que hablé con Ignacio la otra ves:
—Ya veo... —su matiz de voz cambió al instante, melancólico y tristón, continuo—: Dime que quieres saber.
—Hermano, ¿recuerdas el accidente en la nieve? —solté sin más. No quería más excusas, o rodeos, lo que necesitaba eran respuestas.
Mi hermano no contestaba, lo único que escuchaba era su respiración entrecortada.
—¿Ignacio? —llamé impaciente.
—Disculpa, hermanito —dijo inhalando y exilando para controlarse—. Sí, lo recuerdo. Fue aterrador, ¿sabes? Creí que los perdería —habló tranquilo aunque podía notarlo adolorido.
—Sé que será doloroso para ti, pero, ¿podrías contarme más sobre eso? —sabía que lo que pedía era difícil para él, mas no había otra personas en la que confiara para darme estas respuestas.
—Lo haré. Sin embargo, ten en mente que después de escuchar todo lo que te voy a decir no hay vuelta de hoja —dijo serio, recobrando un poco la compostura.
—De acuerdo —respondí impaciente, queriendo que comenzara de una vez por todas.
Escuché un gimoteo por parte de mi hermano mayor a través del teléfono y prosiguió:
—Los detalles no son muchos, eran unos niños muy lindos y unidos, sobre todo eso, unidos —remarcó con gracia, tal vez, recordando aquellos momentos—. Los dos tenían el deseo de jugar en la nieve y pasar tiempo con nuestro padre, por eso estaban muy insistentes con salir en trineo. Yo... —parecía que un había un nudo en su garganta, se detuvó un segundo para tomar fuerzas y continuo—: No pudé resistirme a ustedes, así que los lleve y sucedió el accidente...
Pese a valorar el esfuerzo de mi hermano al compartirme su experiencia, eso no me daba más información de la que ya conocía. Lo que quería que me platicara era más sobre mi relación con Arleth y el cambio en el comportamiento de esta última.
—Eso ya lo sé Nacho —mi desespero hizo eco en la bocina—, quiero saber más de nosotros. No hechos, sino...ya sabes, eso —la verdad no sabía cómo externar mis pensamientos y sentimientos con palabras, solo esperaba que nuestro lazo fraternal pudiera ser suficientemente fuerte para entendernos.
—Sí, sí. Entiendo —contestó resignado. Hizo una larga pausa, para conseguir valor, supongo. A lo mejor ser acorralado por tu hermano menor a miles de kilómetros y de madrugada no sea un buen momento para sincerarse—. Esto podrá sonar algo lógico, pero quiero que medites mucho en ello: en ocasiones el lazo de los gemelos es muy, pero muy fuerte. Hay quienes desarrollan su propio idioma, su mundo. Como desde antes de nacer una única capsula los envuelve, se podría decir que nacen siendo un solo ser divido en dos partes. Puede suceder por amor, odio o alguna tragedia, el chiste es que cuando pasa algo tan grande en sus vidas, las psiques de los gemelos van más allá que la de los humanos unigénitos para proteger sus realidades, mucho, mucho más lejos.
Eran demasiadas palabras para procesar, mi cerebro estaba a mil por hora y eso que nunca he sido de lento entender. No obstante, lo que Ignacio me estaba contado hizo que mi mente implosionara.
No conseguia comprender la intención de mi hermano.
¿Por qué me contaba todo eso?
—Hermano... —lo llamé luego de un rato—. Yo...no entiendo... —admití frustrado—. Esto no es lo que quiero.
—Te he dicho todo lo que sé; esa es mi respuesta. Ahora te toca a ti descifrar tu parte, de esa manera no te quedará ninguna duda de quiénes son y la situación que los envuelve —su voz fue sincera y amable, exactamente como lo es él, mas había ligeros matices de misterio en su tono.
Un quejido salió de mi boca, ¿por qué todo debía de ser tan rebuscado?
—De acuerdo hermano Ignacio, gracias —por lo que escuchaba, no le sacaría más información y con lo que me dijo ya estaba muy ofuscado, así que era mejor así, de todos modos agradecía su apoyo dado que era el único que me dio, tan siquiera, algo de perspectiva en este asunto—. Supongo que nos vemos después....regresa pronto.