Desde hace mucho tiempo los Demon han existido, hasta primeros que los humanos, pero ellos decidieron mantenerse ocultos.
Por su gran parecido con los humanos decidieron vivir entre ellos, para así saber más sobre la raza humana, los reyes de Jilmania que así se hace llamar el planeta de los Demon, los Demos decidieron hablar con los reyes de mundo y así que algunos humanos supieran de la existencia de los Demon.
Pero un día paso algo que haría que los Demons salieran a la luz y que todos los humanos supieran de su existencia.
Una traición cambiaría totalmente la historia de los Demons aquí en la tierra.
La noche de diecinueve de noviembre del año mil quinientos, los reyes del norte de Jilmania esperaban el nacimiento de un Demon que cambiaría la historia entre Demon y humanos.
Tras horas de parto por fin nace la criatura, la criatura resultó ser una Demon, el cual trajo su nacimiento alegría a sus padres.
Por desgracia la reina estaba tan débil que ella misma dijo que era su hora, pero que ella no moriría sin antes darle nombre a su hija.
-te llamare Dagata cuyo nombre significa ángel que trae muerte y luz. Siendo yo tu madre trajiste a mi vida luz que eres tú y la muerte la recibo con honor.
Con estas palabras muere la reina, y como era el nacimiento de una princesa todos los jefes del consejo estaban ahí como era de costumbre que si al nacer un príncipe o una princesa Demon y en el parto la madre moría el recién nacido seria maldito.
Y en el caso de Dagata no sería la excepción, pero la maldición ala Demon fue grande, los jefes maldijeron a Dagata que por quinientos dieciocho años ella viviría en el planeta tierra y tendría una vida miserable y llena de dolor, además que ella sería criada por humanos y tendría sed por la sangre de ellos y mientras crecía como humana ella no sabrá que ella es Demon al menos que otro Demon le cuente.
La maldición fue con creada y Dagata fue llevada a un maizal y ahí fue encontrada por una humana.
El rey Edward el cual era el padre de Dagata no pudo hacer nada, porqué, aunque él era el rey el consejo tenía más poder que él.
Una humana que encontró a Dagata se llamaba Mirna ella era una mujer que tenía un hijo de apenas dos años, no tenía esposo ya que el mismo la había abandonado.
Mirna mientras que recogía maíz vio una luz extraña negra que le llamo su atención, vio a una pequeña que tenía unas pequeñas alas negras que al Mirna acercarse las misma se desvanecieron.
Si tener miedo se acercó y cargo a la pequeña, al ver a Dagata ella se quedó encantada y así ella decidió acogerla como su hija y criarla con su hija.
Mirna nombró a la niña Kim, y así este fue el primer nombre de Kim dado por un humano el cual a la pequeña le gustó mucho.
Cuando Kim cumplió ochos años ella empezó a tener un gusto muy peculiar, ya la comida normal ya no la saciaba y esa quería probar algo más que la saciará. Kim tenía un olfato muy bueno y le gustaba el olor de Mirna un día se lo hizo sabe a su madre.
- Madre ya la comida normal ya no me sacia necesito algo más.
- ¿Que necesitas hija mía?
-tu sangre
Desde ese día que Kim probo la sangre de Mirna ya no fue la misma, todo el día quería más y más. Mirna ideó una gran idea, la cual era que una vez al mes ella le daría a beber a Kim de su sangre y eso lo haría durante toda su vida.
Pasaron treinta años y Mirna ya estaba preocupada por Kim, ya que ella no envejecía y eso era malo. Aunque Mirna se preocupaba más lo hacía Kim.
Una noche Kim decidió contarle a Mirna que
había tomado la decisión de irse para así en contar las respuestas por qué ella no envicia.
-Mi querida madre, he tomado una decisión, me iré ahora que puedo, gracias por ser una madre para mí, por darme lo que necesito, pero desde que me encontraste solo te he hecho daño, así que mejor me iré.
Mirna no podía soportar la idea de que Kim se fuera, pero ella no podía hacer nada, ya era una anciana y aunque Kim tenía treinta y ocho años ella parecía una adolescente de dieciséis, pero antes de que Kim se fuera Mirna le dijo:
-aunque me duela tengo que decirte adiós, cuídate y recuerda estas palabras, si sigue pasando el tiempo y no envejeces aun, cada cierto tiempo cámbiate el nombre y nunca digas tu edad, ni dónde vienes o hacia dónde vas, y siempre recuerda lo que te dije sobre el día que te encontré. Se buena y respecto a tu sed de sangre humana solo te diré que ya no lo hagas, si tienes sed de sangre bebe sangre animal y si tu deseo se vuelve aún más mayor y deseas carne humana, té pido que solo comas carne de una persona que haya cometido suicidio.
Estas palabras fueron las nuevas reglas para Kim, quien ya sabía que era hora de marcharse de la única persona que la había tratado bien en su vida, que la había querido y cuidado en todos estos años, pero como Kim estaba maldita por los jueces de Jilmania algo malo debía pasar antes de que Kim se fuera.
Una banda de maleantes que se hacían llamar "los tigres negros" atacaron el pueblo en el que estaban Kim y Mirna y asesinaron a todos los habitantes del pueblo e hirieron de muerte a Mirna quien por salvar a Kim se sacrificó por ella, y con sus últimas palabras le dijo a Kim:
-huye Kim y sálvate
-pero no quiero dejarte sola
-este es mi fin
- ¡pero!
-sálvate y siempre recuerda lo que te dije, té quiero mucho pero ahora vete y sálvate, mi amor.
-volveré por ti y nunca voy a olvidar lo que me dijiste. Adiós
Los bandidos aún estaban en el pueblo, estaban revisando que no quedará nadie con vida. Pero uno de ellos a ver a Kim y la persiguió con un arma y le disparo. Kim cayó al suelo y empezó a arrastrarse por su vida.
Y cuando el bandido se le acercó para matarla con el arma, de pronto de Kim salió una luz negra y extraña que dejó ciego al bandido, y luego a Kim le salieron unas alas negras tal como le había contado Mirna cuando la encontró estas alas grandes y puntiagudas atravesaron al bandido y lo mató y así Kim pudo huir, pero Kim se cuestionaba así misma.