Justamente el confiar en Lester o no, me había dejado muy pensativa, sus palabras extrañas y su forma de ser eran cosas que me dejaban pensativa y sentía que me escondía cosas.
—Eso espero confiar en ti —le contesté —. Me caes bien, pareces ser una buena persona. Pero hay cosas en ti que me deja muy pensativa, si fueras una mala persona dudaría que mis padres te dejaran entrar.
—Lo harás y en cuanto a... —no pudo terminar lo que iba a decir porque nterrumpió mi papá.
—Hija, tu madre dice que va a servir la comida ven a cenar —miró a Lester —. Y tú también Lester.
En seguida mi papá se movió dejándome sola con Lester al frente de mí.
—Dime qué ibas a decirme —le —insistí curiosa —. Que seas breve, tú sabes como son aquí a la hora de la comida.
—Hablemos después, vamos a cenar, ¿de acuerdo? —se volteó y prosiguió a caminar, luego yo lo seguí.
Caminamos hasta llegar al comedor de la cocina, me senté al lado de Coreen y Lester a mí lado, Coreen me miraba extraña y supuse que era porque Lester y yo entramos casi al mismo tiempo. La cena estuvo silenciosa, se dijo muy pocas palabras. Después de la cena Coreen ayudó a mi mamá a recoger los trastes. Y yo me fui hacia mi habitación sin decir ni una sola palabra.
Durante unos segundos yo caminaba de aquí para allá sin tener paradero alguno, tratando de pensar por qué me ocurrían cosas extrañas últimamente, eventos que venían de la nada sin explicación alguna. O quizás mi subconsciente torturando. Decidí luego olvidar ese asunto y me senté en el sofá a leer un libro tranquilamente. Después de yo haber leído tres páginas, dejé el libro a un lado y me senté a dormir.
Al rato escuché un toque en mi puerta, me levanté de mi cama, abrí la puerta y vi que era Lester, cerré mis ojos luego los abrí rápidamente y respiré. Justamente cuando estaba tranquila ver a Lester desestabilizando mi cerebro era algo que no esperaba antes de dormir. No entendí por qué su presencia me ponía un poco incómoda. Miedo no era conocía lo que era y era eso lo que menos me importaba.
—¿Qué quieres? —le pregunté.
—Hablar contigo. ¿Puedo pasar?
Asentí.
Lo invité a entrar a mi habitación con la confianza que sentís en ese momento, él entró a mi habitación y se sentó en mi cama.
Cerré la puerta y me desplacé hacía el sofá donde terminé sentándose para hablar con Lester.
—Habla. ¿No viniste para eso? —lo incité ya que estaba callado y subí mis dos pies al sofá.
Lester me miraba fijamente sin decir nada y ese silencio aumentaba mi ansiedad de querer saber que era lo que él quería conversar conmigo. Lo dejé a que hablara cuando el quisiera. Después de un rato habló.
—Lo que te quería decir era... —pausó quedándose en silencio por unos segundos, pasó su mano por su barbilla —. No quiero que me mal interpretes, no sé si decirte o no.
Y ahí mi corazón se aceleró.
«¿Si decirme o no?».
«¿De esa manera?».
Podría ser que sea un poco grave lo que quería decir aún así lo escuchaba atentamente.
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Editado: 29.05.2024