Me giré dejando a Lester y Coreen en la sala. Para ver y conversar con mis padres. Estos al verme se pusieron muy contentos y me abrazaron. Me hacía falta el calor de mis padres. Los extrañaba a diario.
Esa misma noche Lester y Coreen prepararon la cena. Cenamos armoniosamente. Y luego cuando estuve apartada de todo Coreen se me acercó.
—¿Qué haz estado haciendo por allá? ¿Tienes algún pretendiente?
—¿Eso es lo único que se te ocurre preguntarme Coreen?
Me miró enfadada.
—Obvio. Llevas meses lejos. Y es posible de que haz estado con alguien. Ni siquiera te importa Lester.
—No es así Coreen —le contradije —. Tú no conoces de mi problema.
—¿Tuviste algún problema y no me haz contado nada? —inquirió Coreen.
—Nada sin importancia.
—Muy bien hermana, es nada sin importancia. Espero que no lo lamentes cuando veas que Lester se aleje de ti.
Se giró y se marchó dejándome una interrogancia. Me moví inmediatamente hacia mi habitación, allí permanecí hasta que Lester llegó. Se quedó parado en frente de mí con un rostro bien serio.
—Entonces le trajiste un nuevo pretendiente a tu hermana.
Asentí.
—No me lo habías dicho. ¿Por qué?
Rodé los ojos.
—Eso no tiene mucha importancia. Es un simple conocido.
—¿Conocido? —guardó silencio —. ¿Alguien más vino contigo?
Me reí.
—No. Invité a Carmen y al pretendiente de Coreen. Luego Carmen invitó a su novio. Y su novio invitó a su mejor amigo.
—¿Mejor amigo? ¿Dónde están ellos?
—En Bilbao. Vendrán luego.
Achicó los ojos.
—No me los presentaste cuando fui a Brasil.
—Lo sé. Ni me acordaba. ¿Y para qué te voy a presentar hombres si te molesta?
—¿Entonces que sucederá con nosotros? Ya creo que es suficiente tiempo.
—Lo sé, pero ya te lo había dicho.
Caminó quedándose en frente de mí.
—Por favor quédate conmigo —me suplicó.
—¿Por qué te empeñas en quedarte aquí?
—¿Por qué eres tan cobarde Denis? No confías en mí.
—Yo creo en ti, pero lo que no quiero es quedarme aquí.
Se apartó de mi rápidamente.
—Está es tu casa, esta es tu familia, en esta ciudad viven tus amigos —recalcó.
Me sentí mal en ese momento y bajé la cabeza.
—Todavía no me haz entendido.
—Yo te entiendo perfectamente. Pero tú gustes como si no tuvieras personas que todos los días en ti —contradijo.
—Lo mismo de siempre —murmuré —. Estoy cansada de escuchar lo mismo.
Alcé mi cabeza y vi que Lester estaba enojado. Luego se retiró.
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Editado: 08.06.2022