El lector querrá saber quién era la joven con la que Denis se vio comprometido en menos de un minuto.
Irina Davies, era la hija del señor Arturo Davies, un buen hombre muy rico, aunque no gozaba con títulos, su familia siempre fue bienvenida en la burguesía gracias a su cuantiosa fortuna, para desgracia de la familia hacía un par de años que había muerto, quedando solo su esposa Fedora Sokolova de origen ruso, al igual que Davies rica sin títulos, se habían enamorado cuando Arturo fue a un viaje de placer a rusia, él regresó a Inglaterra, pero se mandaban cartas apasionadas entre ambos, profesándose amor, Arturo sin pensarlo mucho viajó a Rusia lo antes posible para desposarse con su amada Fedora. Su amor fue demasiado pero solo pudieron tener una hija a la que nombraron como la madre de Fedora, Irina. El negocio de Arturo eran las minas de carbón, que era lo que movía al mundo en esos años, sus minas eran fructíferas y le aseguraban grandes ganancias, cuando murió, se aseguró que los dos amores de su vida no quedaran desamparadas, y se rodeó de buenos trabajadores de confianza para que siguieran con el negocio. Tenían una hermosa villa en Kent, donde Irina pasó una infancia feliz alejada del bullicio de Londres, un año después de la muerte su padre su madre pensó que tenía que llevar a su hija para la temporada de fiestas en Londres para conseguir un buen marido. Cuando estaban en Londres se quedaban en casa de sus tíos, la hermana de su padre, estaba casada con un muy buen hombre que trabajaba en el parlamento, y también tenían una hija de la misma edad que Irina, Adele Moore, al averse criado en Londres, Adele si gustaba de todo el bullicio, cuando era una adolescente, estaba ansiosa por entrar en la sociedad, pero Irina y Adele más que primas eran muy buenas amigas, era muy normal que cada año Adele fuera de vacaciones a Kent para disfrutar del campo, y siempre estaban mandándose cartas para contarse sus cosas, claro que Adele siempre tuvo una vida más emocionantes que la de Irina, y hacía unos meses que sus cartas no hablaban de otra cosa más que de su prometido, del cual parecía que estaba completamente enamorada, se notaba sumamente contenta con el acontecimiento y no podía esperar a que su querida prima llegara para presentarle al joven afortunado. Su madre al darse cuenta del compromiso no hizo más que presionar a Irina para que llegaran a tiempo a Londres a la inauguración de todos los bailes para ver si su hija corría con la misma suerte y quedara comprometida.
Un año antes del desafortunado evento entre Denis e Irina:
Ya estaba todo listo para la partida de madre e hija cuando un contratiempo hizo que Irina se tuviera que quedar, algo que a su madre la disgustó sobre manera, pero la convenció de que se fuera ella y luego ella la seguiría a los dos días, como ya estaba todo listo se subió al carruaje y emprendió el viaje rumbo a Londres. Irina después de dos días ya tenía todo listo para retomar su viaje, su dama de compañía se enfermó y no pudo acompañarla, seguro se llevaría un regaño al llegar a Londres sin dama de compañía, pero ya se le pasaría, de modo que Irina comenzó el vieje solo con su cochero, pero a la mitad del camino los sorprendió una tormenta torrencial, el caminó se convirtió en charcos lodosos, sin poder avanzar, estaba a punto de anochecer y a lo lejos se veía las luces de una gran mansión, y le indicó que se dirigiera al lugar para pedir posada.
Irina tocó las enormes puertas de la entrada principal cayéndole el chubasco, le abrió una señora ya mayor, al ver a la joven visiblemente ensopada de inmediato la hizo entrar.
-Disculpe la molestia, está lloviendo demasiado y el camino se volvió intransitable, mis caballos están exhaustos, le pido que me dé posada esta noche a mí y a mi cochero y que mis caballos descansen en sus caballerizas. – El ama de llaves comprendido que la joven realmente necesitaba ayuda, de inmediato dio órdenes para que atendieran al cochero y a sus animales, llevó a Irina a una cómoda habitación, donde pudo cambiarse, le dijo que la esperaba abajo para darle de cenar, Irina le agradeció ampliamente.
Irina bajó al comedor ya con ropa seca, el ama de llaves le tenía lista la cena, Irina no dejaba de agradecerle, le comentó quien era y de que familia pertenecía, era lo mínimo para que supiera a quien tenía albergada en la mansión, Anna era el nombre del ama de llaves, le complació al darse cuenta que, aunque no conocía a la familia, se notaba que la joven era buena y educada, le comentó que la mansión le perecía a lord Felipe Andersson. Las dos se despidieron deseándose buena noche, pero cuando se dirigía a su recamara la biblioteca estaba abierta y su curiosidad la llevó a ver cuáles eran los títulos que poseía, tomó uno que le llamó la atención, y los carbones rojos de una chimenea a punto de extinguirse la invitaron a sentarse en el cómodo sillón que estaba enfrente, absorta en la lectura con una media luz se sobresaltó al escuchar unos pasos detrás de ella, en la puerta se reflejaba una silueta de un hombre alto, llevaba una cazadora escurriendo de agua, un rayo iluminó la habitación y ella pudo ver al hombre por completo, y él a ella.
- ¿Quién es usted y que hace en mi propiedad? – le preguntó en seco sorprendió a Irina acostumbrada a toda la cortesía, pero comprendió que el hombre también estaría sorprendido al encontrar a un extraño husmeando en su biblioteca.
-Discúlpeme señor, - dijo levantándose del sillón y dejando el libro en una mesa, - quedé varada en el camino por causa de la tormenta, la suerte me puso enfrente de su casa, la buena de su ama de llaves me hizo el favor de darme posada esta noche. – Mientras hablaba el hombre pudo ver a la hermosa joven que le daba explicaciones, de una estatura promedio ni tan alta ni tan bajita, de cuerpo esvelto pero de bonita figura, pero era la armonía de su cara lo que la hacía realmente hermosa, sus labios no eran ni grandes ni pequeños pero bien rellenitos, bonitas mejillas finamente marcadas, sonrojadas, él pensó debido al momento de sorprenderla en su biblioteca, su cara tenía forma de corazón, unas lindas cejas arqueadas y pobladas, un cuello algo alargado, su cabello ondulado era de color marrón pero con tanto brillo que reflejaba todas las luces de la habitación, pero lo mejor que se encontró fueron sus enormes ojos color avellana, enmarcados de largas y risadas pestañas, el joven se deleitó en su belleza, pero poco le duró, porque la joven apenas se disculpó le dio las buenas noches y se despidió.
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amor no correspondido, novela de epoca, un ser sobrenatural muy atractivo
Editado: 04.08.2023