Depht

Capítulo 4

Su comentario no me había causado ninguna gracia, pero no tenía cabeza para pensar en ese momento. Solo agache a la cabeza y esperé a recobrar fuerzas para gritarle que saliera de mi baño.

Él me miró confundido y se acercó peligrosamente.

-Esperaba mínimo un grito por invadir tu privacidad.- sonrió y me alzó la cara para hacerme mirarlo. No se había percatado de las lágrimas hasta que nuestros ojos se encontraron.- ¿Qué pasa?

-Nada, solo vete por favor.- lo aparté y traté de alejarme lo más que la bañera me permitió.

-Lo siento.- se levantó y salió de la tina fingiendo estar derrotado, sin embargo, no traía nada de ropa y lo único que lo cubría un poco era la espuma de la bañera que comenzaba a resbalar. Casi sentí su mirada cuando se percató de que lo mire por un segundo antes de girar la cabeza hacía el lado contrario.

Escuché su risita y como caminó hasta salir del baño. Regresé y miré el agua derrotada, no podía ni siquiera tomar un baño sin que algo sucediera. De pronto el teléfono de la habitación sonó y me envolví en la toalla para correr hasta él.

*Llamada*

-¿Si?- pregunté.

-Emma, que bueno que aún estas despierta, sé que es algo tarde pero no puedo dormir y creo que bajaré a cenar algo, ¿Quieres acompañarme o pido Room Service?-era mi padre al otro lado de la línea.

-Dame unos minutos y te alcanzo en el lobby.- le dije y colgué.

**

-¿Acaso vas a dejarme solito?- dijo Leviatán desde mi cama tapado hasta a la cadera con las sábanas blancas.

-Tú ni siquiera deberías estar aquí, y espero que cuando vuelva no encontrarte, esta noche quiero dormir.- tomé mis cosas y volví para cambiarme lo más rápido que podía.

-Me encanta como olvidas el hecho de que te he visto cambiarte como unas cien veces y te avergüenzas. Aquí te estaré esperando. Hay muchas maneras distintas de quitarte el sueño.- siguió diciendo sin moverse de la cama.

-No te quiero ver aquí cuando vuelva.- dije enojada mientras salía hacía la puerta y él sonreía fingiendo inocencia.

Cerré la puerta de golpe y bajé hasta el lobby en el elevador, me fue fácil identificar rápidamente a mi papá, pues por la hora estaba casi desierto. Era casi media noche y la mayoría estaba a punto de dormir o de fiesta en algún bar.

-¿A dónde iremos?- pregunté cuando me reuní con él.

-De camino vi que hay un restaurante no muy lejos de aquí, pizza 24 horas, ¿Qué dices? – me dijo mientras jugaba con las llaves que le acababan de dar de nuestro auto.

-Me encanta la idea.- sonreí y caminamos hasta el estacionamiento.

Cenamos y juro que por un segundo sentía que todo en mi vida estaba resuelto, estar sentados frente a frente, riendo por cualquier cosa, lejos de todo aquello que a ambos nos lastimaba. Lejos de casa. Lejos de los recuerdos. Lejos de Leviatán. Lejos de nuestra familia. Solo dos conocidos que llevaban tiempo sin conocerse.

Regresamos al hotel y entré rendida, ni siquiera quería encender las luces, solo lanzarme a la cama y dormir después de un día demasiado largo, pero sabía que tenía que hacerlo, algo me lo decía.

Las encendí y caminé con los ojos cerrados. Estaba sola, lo cual internamente agradecí, su compañía no resultaba tan agradable. Aun me costaba asimilar todo lo que estaba pasando, en unas cuantas semanas mi vida había dado un giro que había preferido ignorar, no había reflexionado mucho el qué estaba haciendo.

Comencé a dejarme vencer por el sueño, en la posición en la que me había lanzado a la cama, hasta que sentí como si alguien me observara. De nuevo. Estaba harta de la situación, solo quería gritarle en la cara. El coraje me invadió y logré levantarme.

Una sombra pasó corriendo atravesando la habitación, y de pronto las luces se apagaron dejándome parada justo al centro rodeada de pura oscuridad. Mi corazón empezó a acelerarse pero estaba segura que solo era uno de sus juegos más. Un ruido detrás de mí me hizo girar rápidamente sin poder ver que hacía.

-¡Detente ya! No es gracioso.- grite al aire agitando los brazos con frustración.

El silencio se hacía demasiado presente, excepto por pequeños momentos en los que podía percibir pasos como si alguien estuviera rodeándome. Con la mayor cautela que pude traté de llegar hasta el apagador al lado de la puerta. Extrañamente hasta la luz que podía escaparse por debajo de la puerta había dejado de verse. Estaba en competa oscuridad.

Cuando estuve a punto de encender las luces, todo pasó muy rápido, un último ruido estruendoso se acercó hasta donde yo estaba y me provocó escalofríos por todo el cuerpo. Mientras mi mano tentaba la pared para encontrar la base plástica, algo tomó con fuerza mi muñeca cuando ya sentía el borde.

-¿Emma?- la voz de Leviatán se escuchó desde el baño, del otro lado de la habitación.

Era imposible, si él estaba en el baño, ¿Quién estaba sujetándome y asechándome? Sin darme mucho tiempo para pensar sentí un fuerte golpe, mi cabeza chocando contra algo frio.

De pronto todo se oscureció.

No estaba segura donde estaba, pero estaba segura de haber perdido la conciencia. Miré un poco más a mí alrededor y reconocí el lugar. El muelle.

No estaba sola, estaba frente a mí de espaldas Leviatán. Mi ropa era otra, incluso mi cabello había cambiado. Estaba dispuesta a acercarme y discutir acerca de que había hecho conmigo. Pero antes de dar un paso más alguien se acercó a él caminando desde detrás de mí.

Una mujer, con un vestido y la cabeza cubierta, llevaba algo cargando en brazos. Me acerqué cuidadosamente, pero ninguno de ellos se percataba de mi presencia. Me acerqué mucho más, él la miraba serio y ella tenía la cabeza agachada.

-Aquí está, tómala por favor.- dijo la mujer con la voz quebrada sin subir la cabeza.

-¿Sabes lo que hacer esto significa? Tendrás que irte.- dijo juzgándola.

-Estoy segura, solo quiero lo salves, no quiero que les pase nada malo.- la mujer comenzó a llorar llena de tristeza y desesperación.



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En el texto hay: demonios, romance, reina

Editado: 08.04.2021

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