Al día siguiente vuelve a venir mi mamá, esta vez sola, pero me trae muchas cosas que me enviaron papá, Sofía, Lorena y hasta Camilo me envia una carta con galletas.
Le cuento que me bajaron la dosis de los medicamentos y que ya me siento mejor, que a pesar que sigo sintiendo la opresión en el pecho, ya no pienso en acabar con mi vida, y que si de pronto cruza un pensamiento de esos por mi mente pienso en ellos, y eso me reconforta. Ella me sonríe y me abraza, me dice que habló con la Dra y es posible que me den el alta pronto, no me aseguro en cuanto tiempo, pero no importa eso me hace feliz y me da esperanzas.
Vamos a la cafetería y tomamos algo antes que se vaya, y le entregó unas cartas que les hice a mis papás y Sofía, en donde les digo cuanto los amo y lo mucho que los extraño. Las cartas que les hice la vez anterior, siguen guardadas, esperando ser entregadas a sus dueños.
Cuando vuelvo a quedarme sola, voy un rato al gimnasio de la clínica en donde hago un rato ejercicio en la caminadora, recomendación de la Dra, al terminar me voy a la habitación, me ducho nuevamente me pongo ropa cómoda y me siento a esperar mi sesión.
Por fin llega la hora, creo que esta un poco más tarde que de costumbre, la Dra me ofrece excusas por el retraso, le digo que pensaba que se había olvidado de mí, y ella me dice que no importa lo que tenga que hacer, siempre va a estar ahí, que no va a dejar sola.
– Jajajaja
Hace mucho no la escuchaba y me asustó.
Se lo hago saber a la Dra; ella me dice que eso es un reflejo de mi mente, rechazando los cumplidos y las buenas palabras, que no me preocupe porque ella nunca más me va a hacer daño.
Le creo y me tranquilizo un poco, en realidad tiene razón, he pensado en eso y me he dado cuenta que siempre la escucho o cuando estoy muy triste o cuando alguien me dice algo lindo. Es algo en lo que tengo que empezar a trabajar; mi autoestima.
Entramos al consultorio y después de una conversación banal de lo que hice el día anterior, continua en donde nos quedamos.
– Entonces, después que te llevaron en ambulancia al hospital ¿Qué pasó?
– Me llevaron al hospital, me hicieron examenes, yo solo preguntaba por mi hermanita, ellos no me contestaban nada, así pasaron varios días, me sentía muy mal por el síndrome de abstinencia, pero todo el tiempo estuvieron muy pendiente de mi. Cuando creyeron que estaba un poco estable, me dieron la noticia que todos habían muerto.
En ese momento me quedo callada, porque el dolor de recordar la muerte de mi hermanita me embarga.
– Aunque me dolió mucho, en el fondo me alegré por ella, porque no iba a tener que padecer todo lo que yo sufrí, eso sí me alegro mucho saber que ellos habían muerto, aunque me hubiera gustado que sufrieran más pero no todo en la vida es completo.
> Cuando ya me hube recuperado físicamente, llamaron al centro de acogida en donde conocí a mis padres y bueno, ya el resto de la historia lo conoce.
Me quedo callada… siento que no tengo más que decir. Se hace silencio en la oficina, la Dra me mira y después dice.
– Lo has hecho muy bien, ahora vamos a trabajar un poco en toda esta situación y pronto te vas a poder ir a casa, eso sí, vamos a continuar con las sesiones por un tiempo más, no creas que te vas a librar de mi tan facilmente.
Eso me hace reir y mentalmente le agradezco.
Me levanto y salgo de la oficina.